Nos encanta construir relaciones. Suscríbete a nuestro blog para recibir ánimo semanal en tu bandeja de entrada de correo electrónico.
Etiquetas
Búsqueda
Compras en línea
Nuestros libros, recursos gratis, tarjetas, botellas de agua, y más
- Detalles
Escrito por Michelle J. Goff
Noemí y Felicidad eran gemelas, mellizas no idénticas. De acuerdo con los significados de sus nombres, Noemí era agradable y Felicidad era alegre. Compartían muchas cosas en común y muchas veces tenían experiencias paralelas, aunque asistían a clases distintas en la escuela. Vivían tiempos buenos y malos durante su niñez. Y ahora las dos eran jóvenes profesionales en búsqueda de un trabajo…
Felicidad envió su currículo vitae, llamó para dar seguimiento a las compañías y logró citar cuatro entrevistas para la siguiente semana.
Noemí envió su currículo vitae, llamó para dar seguimiento a las compañías y logró citar tres entrevistas para la siguiente semana.
Felicidad se alegró por su hermana.
Noemí sintió celos por la cita adicional que tenía su hermana. Su actitud comenzó a amargarse.
Llegó la semana de las entrevistas…
Felicidad decidió poner una ropa que ya tiene. Noemí se sintió descontenta con su ropa. Sin tiempo para ir de compras antes de la primera entrevista y sin dinero para comprar algo, Noemí se quejó que no tenía nada para poner.
A Felicidad se le cayó un poco del café en su blusa porque se sintió nerviosa. Tenía dos entrevistas el mismo día. Dio gracias a Dios porque pasó antes de salir de la casa. Después de cambiar su blusa, salió rápidamente y llevó un suéter por si se le caía otro poco de café.
Noemí estaba nerviosa también, pero su actitud se mantenía enfocada en el lamento por tener una sola entrevista ese día. Emocionalmente montada en una montaña rusa, sonrió al darse cuenta que a ella no se le cayó el café en la blusa. Luego frunció el ceño al mirar en el espejo. Toda la ropa estaba arrugada porque pasó quince minutos buscando sus llaves por arriba y por abajo, hasta arrodillada. Agitada y bien tarde, Noemí finalmente encontró sus llaves y salió corriendo. Se sintió desinflada y asumió que la entrevista ya era un caso perdido.
Las dos chicas llegaron a sus entrevistas respectivas y, antes de proseguir con la historia, te invito a tomar pausa conmigo para reflejar en unas preguntas:
¿Cómo estaban similares las chicas? ¿Cómo eran distintas?
¿Qué tal sus actitudes?
Tan pronto comenzó la ilustración, pudiéramos haber cambiado el nombre de Noemí a Mara, que significa amargada. Quizás reconoces ese nombre por la suegra de Rut en el libro de Rut. Al regresar a Belén, Noemí pidió a todos a que le llamaran Mara. Circunstancias trágicas la hicieron sentir olvidada, adolorida, sola y defraudada. »Me fui con las manos llenas, pero el Señor me ha hecho volver sin nada» (Rut 1:21). Mara se sintió un vacío, una versión aguada de su misma ser.
En Rut capítulos 2 al 4, vemos a la actitud de Noemí comenzar a cambiar. Estaba reconociendo la provisión y el cuidado de Dios. Ella estaba mirando a Dios y confiando en Él nuevamente. Nuestra actitud determina la dirección en la que vamos. Tenemos la elección de caer en un espiral hacia abajo o mirar hacia arriba.
Volviendo a Felicidad y a Noemí… Basado solamente en sus actitudes, ¿cómo crees que salieron las entrevistas?
En vista de que esta historia es totalmente inventada para ilustrar el punto, te voy a permitir terminar la historia en tu propia imaginación. Al completar la trayectoria de las mellizas, te pido que mantengas las siguientes cosas en mente.
• Nuestro humor cambia con las circunstancias. La actitud es algo que elegimos.
• En cualquier momento de una situación, podemos decidir cambiar la actitud y tener un efecto positivo en el resultado, especialmente nuestra reacción al resultado.
• Dios es mayor que cualquier situación o circunstancia. Es poderoso para redimir y misericordioso para perdonar.
• Cuando recordamos que la actitud no depende de las circunstancias, podemos escoger una buena actitud en medio de los tiempos difíciles.
• La mejor actitud es una que mira sólo a Dios y así permite que veamos a Él por encima de las circunstancias.
¿Cómo está tu actitud hoy? ¿Estás permitiendo que tu humor o tus circunstancias determinen cómo sale el resto del día? ¿O estás escogiendo una actitud que mira a Dios y confía en Él? ¿Cómo podemos animar a una Hermana Rosa de Hierro en su actitud al apreciar la dificultad de sus circunstancias?
- Detalles
Semana 3: Escuchando al Padre
Escuchar claramente; Así que escucho
Semana 3, Día 4
¿Qué impide el escuchar?
Para mí, uno de los mayores impedimentos es mis propios pensamientos…
Así que escucho.
Mis oraciones se han transformado de una combinación desorientada de palabras a momentos de silencio, escuchando a lo que Dios habla a mi corazón. Me he dado cuenta del valor de estar en la presencia del Señor en vez de siempre sentir que tengo que decir algo, o que necesito las palabras perfectas para expresar lo que tengo en mente.
Así que escucho Su corazón.
Después de varios años de amistad, mientras estuvimos de viaje en el carro, un amigo me comentó, “Me contenta que ya hayamos llegado al punto en la relación en el que ya no tenemos que llenar el silencio con comentarios. Estamos cómodos el uno con el otro y nos es suficiente pasar tiempo juntos sin decir nada.” Creo que por fin he llegado a ese punto en mi comunicación con Dios. Él tiene cosas mucho más importantes que decir que las que tengo yo. Su sabiduría es infinita. Sus pensamientos no son los míos ni Sus caminos son los míos (Is. 55:8-9), pero anhelo alinear los míos con los Suyos
Así que escucho Su sabiduría.
La expresión desesperada de mis necesidades no llega a la plenitud ni a la profundidad de la provisión de Dios. El coro de mis oraciones, cuando soy honesta con mis frustraciones, vuelve al sentir, “Que no sea mi voluntad, sino la Tuya.” Entonces, ¿por qué no comienzo allí?
Así que escucho Su voluntad.
No es que me falten las palabras. Sigo siendo una mujer extrovertida, muy habladora, siempre en búsqueda de una audiencia. Pero he notado el valor de escuchar a Dios, y lo encuentro de mayor valor que mis respuestas baratas.
Así que escucho Su voz.
Y porque escucho, me doy cuenta que tengo mucho más que decir, más de Sus palabras, más de Su Espíritu, más de Su corazón, Sus deseos, y Su amor.
Así que escucho.
Al escuchar hoy, toma una hoja en blanco. Anota lo que sea que te viene a la mente como recordatorio si es que tus pensamientos se te desvían, para que te puedas concentrar en el tiempo de oración. Al dorso de esta página, vamos a escribir nuestra oración para hoy. Es una manera de eliminar las distracciones y escuchar más mientras oramos.
¡Nos encantaría escuchar de ti! Por favor, comparte con nosotras de lo que estás escuchando y cómo estás creciendo en la devoción al escuchar.
Esta entrada del blog viene del libro Llamada a escuchar: Cuarenta días de devoción. Para pedir una copia del libro, favor de visitar a nuestra página web e invita a una amiga a participar en el estudio contigo. El libro incluye guías adicionales y preguntas a ser revisadas en el contexto de un grupo pequeño semanalmente.