Escrito por Karla Dourado, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en João Pessoa, Brasil
Y todo lo que hagan, de palabra o de obra, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios el Padre por medio de él. (Col 3:17, NVI)
La gratitud es una actitud que transforma vidas y la forma en que nos relacionamos entre nosotros y con Dios. Las palabras son importantes. Pueden edificar, animar y convertir. Pero la verdadera gratitud va más allá de lo que decimos, se demuestra con nuestras acciones. Santiago 2:17 dice que la fe sin obras está muerta. Por lo tanto, la gratitud debe mostrarse a través de nuestra actitud.
La gratitud es acción: Servir a los demás, ayudar a alguien necesitado o incluso llevar a cabo tareas comunitarias son buenos ejemplos de cómo podemos manifestar lo que dice 1 Pedro 4:10: "Cada uno ponga al servicio de los demás el don que haya recibido, administrando bien la gracia de Dios en sus diversas formas".
Colosenses 3:17 nos invita a reflexionar sobre la forma en que vivimos nuestra vida diaria y la importancia de reconocer y agradecer a Dios en todos los aspectos de la misma, reconociendo las bendiciones que recibimos, incluso en las cosas más pequeñas. “Den gracias a Dios en toda situación, porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús" (1 Tes 5:18).
Mientras escribo, recuerdo los momentos en los que pasé por dificultades en un área de la vida, solo podía concentrarme en el problema. Desde hace algún tiempo, he estado tratando de practicar la gratitud. Con este cambio de mentalidad, he podido desenfocarme del problema y ver lecciones para mí misma que podría compartir con los demás.
Fue una elección simple, pero ha tenido un gran impacto en mi vida y, en consecuencia, en quienes me rodean.
La profundidad de esta guía bíblica continúa impactando mi vida. La idea de que todo lo que hago debe hacerse en el nombre del Señor me hace darme cuenta de que necesito estar constantemente vigilante para que lo que digo y lo que hago estén alineados porque esto representa la fe que profeso.
Hace dos años, algo sucedió en mi vida, un momento realmente desafiante. Antes, habría dejado que la impulsividad me dominara... pero desde hace dos años le pregunto a Dios: ¿Cómo puedo actuar en esta situación en el nombre de Jesús? Con esto, he estado eligiendo la paciencia y la empatía, en lugar de la ira y la culpa.
En lugar de entrar en discusiones, ahora elijo esperar a que Dios actúe, con gratitud por todo lo que sucedió en estos dos años. No es fácil, pero no es imposible cuando nos dejamos guiar por el Señor. Respirar y dejar que Dios actúe es gratificante, incluso en medio de las dificultades.
Hoy, puedo ver el cuidado de Dios desplegándose en cada situación y puedo agradecerle con sinceridad desde mi corazón.
Animo a todas los que lean estas breves palabras a ser agradecidas en cualquier circunstancia y a experimentar el cuidado de Dios, sin importar lo complicada que parezca la situación.