Nos encanta construir relaciones. Suscríbete a nuestro blog para recibir ánimo semanal en tu bandeja de entrada de correo electrónico.
Etiquetas
Búsqueda
Compras en línea
Nuestros libros, recursos gratis, tarjetas, botellas de agua, y más
Blog
Más entradas del blog abajo
- Detalles
Escrito por Liliana Henríquez, voluntaria para el Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Colombia
Una de las tareas más difíciles del ser humano es dejar el egocentrismo y entrar en una posición de rendición total ante Dios. Tenemos la falsa creencia de que somos superpoderosas y la verdad es que nada se mueve si no es por la voluntad de Dios.
Si vemos la vida de Jesús, podemos notar que Él fue obediente en todo a pesar de que, humanamente hablando, iba a pasar por un dolor tan intenso como lo era el de la crucifixión. ¿Quién de manera voluntaria se ofrecería a pasar por un dolor físico tan grande como el de morir en una cruz? ¡Jesús lo hizo! Y gracias a eso, tú y yo no tenemos que pagar por nuestras faltas y tenemos vida eterna. En el momento crucial de Su muerte, Jesús se rindió completamente a Dios y a Su Voluntad diciendo: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc 23:45 RV1960).
En nuestra vida diaria, tenemos que “crucificarnos” varias veces, o dicho de otro modo, tenemos que dejar nuestros deseos a un lado y sacrificarnos por un bien superior.
Dejamos a un lado nuestros deseos y priorizamos los de nuestra pareja…
Dejamos a un lado nuestro descanso y escogemos jugar con nuestros hijos…
Dejamos a un lado nuestra comodidad y decidimos servirle con amor al prójimo…
Dejamos a un lado lo que queremos y nos enfocamos en cumplir el llamado de Dios para nuestras vidas.
En el mundo espiritual las cosas funcionan bajo el principio de la rendición total a Dios. Las que hemos aceptado a Cristo como Señor, tenemos claro que ya no vivimos para satisfacer nuestros deseos sino los de Cristo (Gá 2:20) Sabemos que la que quiera ser exaltada, tiene que humillarse. La que quiera ser servida, tiene que servir. La que quiera ser amada, tiene que amar. La que quiera recibir, tiene que dar.
Esto no significa que siempre estemos de acuerdo con los planes de Dios; algunas veces no lo estamos. En realidad, muchas veces nos enojamos porque no entendemos por qué nos pide cosas “ilógicas” o fuera de nuestra zona conocida; sin embargo, una verdadera sierva de Dios, se rinde porque sabe a QUIÉN está sirviendo e imita el ejemplo de Jesús en la cruz diciendo: “Padre, si quieres pasa de mi esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lc 22:42)
Una verdadera sierva, hace su parte, con un corazón rendido y en obediencia total a Dios; y deja a Dios ser Dios. No tenemos por qué comprender todo lo que Dios hace, pero sí debemos hacer todo lo que Dios nos llama hacer porque a eso nos comprometimos cuando decidimos ser Sus discípulos.
¿Está tu vida rendida completamente a la voluntad de Dios?
- Detalles
Escrito por Deanna Brooks, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Arkansas
En Marcos 14, mientras Jesús comía con Simón el leproso, una mujer se acercó y lo ungió con nardo puro, un ungüento costoso. Cuando la criticaron, Jesús respondió en el versículo 8: "Ella hizo lo que pudo" (NVI).
¡Qué hermoso reconocimiento del regalo que esta mujer anónima dio de su corazón!
A lo largo de las Escrituras, se nos habla de otros que "hicieron lo que pudieron", aunque esa declaración exacta no se usa para describir sus acciones.
La esposa de Noé... ¿Has pensado en el papel que ella desempeñó al animar a Noé mientras él seguía las instrucciones de Dios de construir el arca? No se nos dice nada acerca de ella más cuando se hace referencia a ella como "la esposa de Noé" (Gn 6:18, 7:7, 7:13, 8:16, 8:18), y sabemos que era fiel.
En Éxodo 2, Jocabed protegió a su hijo pequeño cuando preparó una canasta impermeable y lo colocó en el río Nilo. Luego dejó a su hija pequeña, Miriam, para que la cuidara. El cruel faraón quería destruir a todos los bebés hebreos varones y el corazón de Jocabed debió haber estado apesadumbrado cuando colocó a su bebé en el Nilo, sin saber lo que sucedería, pero confiando en Dios. Dios estaba obrando, y cuando la hija del faraón lo encontró, Miriam se ofreció a buscar a alguien que amamantara al bebé... Y esa persona fue la propia madre del bebé. Jocabed pudo pasar esos primeros años con su hijo.
En Josué 2, Rahab es descrita como una prostituta, pero cuando llegaron los espías, se dio cuenta de que servían a un Dios más grande que los dioses cananeos que había conocido y los protegió escondiéndolos bajo el lino que se secaba en su techo.
En 1 Samuel 25, Abigail fue a David con comida para sus hombres, reconociendo que su esposo, Nabal, había hecho mal al negarse a alimentar a los soldados. Su corazón generoso debe haber llamado la atención de David porque se convirtió en una de sus esposas después de la muerte de su esposo.
La viuda de Sarepta (en Sidón) preparó comida para Elías con sus últimas provisiones, y debido a su bondad, su harina y aceite nunca se agotaron durante la hambruna (1 R 17:8-16).
Ester se convirtió en reina y violó el protocolo al acercarse al rey Jerjes sin ser llamada por él después de escuchar las palabras de Mardoqueo: “¡Quién sabe si precisamente has llegado al trono para un momento como este!” (Est 4:14). Al hacerlo, salvó a su pueblo, y por ello los judíos celebran la Fiesta de Purim hasta el día de hoy.
El ángel Gabriel se acercó a María, diciéndole que daría a luz un hijo. La respuesta de María a Gabriel en Lucas 1:38 fue: “Aquí tienes a la sierva del Señor. Que él haga conmigo como me has dicho”. Era virgen, pero estaba dispuesta a ser el recipiente de algo que no entendía.
Durante el ministerio de Jesús, hubo mujeres que lo siguieron, y Lucas 8:1-3 nos dice que ellas proveyeron para Él de sus posibilidades.
En Hechos 9 leemos acerca de Dorcas, quien usó su aguja y tela para hacer ropa para las viudas necesitadas.
Ninguna de estas mujeres hizo nada "grande" que atrajera a los medios de comunicación. Hacían cosas que formaban parte de su vida cotidiana.
En Éxodo 4:2 Dios le preguntó a Moisés: “¿Qué tienes en la mano?” Era una simple vara de pastor, la que más tarde, Moisés llevaría en su mano cuando la extendió sobre el mar Rojo y vio cómo se abrían las aguas: "Y tú, levanta tu vara, extiende tu brazo sobre el mar y divide las aguas, para que los israelitas lo crucen sobre terreno seco" (Ex 14:16).
Estos y otros ejemplos de fidelidad los vemos a lo largo de las Escrituras... de gente que usaba lo que tenía... debe animarnos a usar nuestros talentos.
Pablo escribe en Col 3:23-24: “Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo, conscientes de que el Señor los recompensará con la herencia. Ustedes sirven a Cristo el Señor”.
Cuando miramos lo que estamos haciendo en nuestra vida diaria, ¿estamos haciendo lo que podemos como si lo estuviéramos haciendo para nuestro Señor, Jesús el Cristo?