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Escrito por Liliana Henríquez, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Colombia
No sé qué ha pasado últimamente, pero he sentido que el mundo se ha acelerado y estamos viviendo la vida en “X2” como los audios de WhatsApp. Por un lado, ha sido maravilloso, porque hemos logrado hacer muchas cosas en menos tiempo. La tecnología nos ha ayudado mucho y ha puesto el conocimiento al alcance de todos; así que, ya no hay excusas para crecer y mejorar en cualquier área de nuestra vida. Pero, por otro lado, vivimos tan acelerados que, a veces, se nos olvida disfrutar el momento y agradecer las bendiciones que Dios nos va dando día a día.
Hoy quiero enfocarme en el lado positivo de esta aceleración, y una de las cosas que me encanta de esta era, es la globalización. Las barreras físicas ya no son un obstáculo para comunicarnos y conectarnos unos con otros. Ya nos vemos como un todo, hemos normalizado los diferentes husos horarios y culturas. Tenemos amigos y clientes en todas partes del mundo y los sentimos super cercanos gracias a las videollamadas o reuniones por Zoom.
Otro aspecto positivo de la globalización, es el acceso que ha tenido todo el mundo al Evangelio. La gente está reconociendo la necesidad de Cristo. Lo hemos visto en artistas y figuras famosas, quienes han compartido públicamente su camino de fe y han inspirado a otros a tomar la decisión de aceptar a Cristo y obedecer el Evangelio. ¡Eso me alegra mucho!
Siento que cada quien está utilizando sus plataformas o canales de influencia para impactar al mundo positivamente, haciendo conocer más a Cristo y dándole relevancia al área espiritual. Estamos ejerciendo nuestra libertad de una manera correcta.
Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos para ganar a mayor número. Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley; a los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley (no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo), para ganar a los que están sin ley. Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos. Y esto hago por causa del evangelio, para hacerme copartícipe de él. (1Co 9:19-23 RV1960)
Cristo no es religión, es relación y estilo de vida. Se debe notar que somos discípulos de Cristo no solo en la iglesia, sino en nuestro trabajo, amistades, relaciones, etc. No tiene sentido ser cristianos en ciertas áreas o lugares específicos. Somos un TODO; alma, mente y cuerpo, y debemos ser coherentes y congruentes con lo que profesamos. Si somos cristianas, debemos actuar como tales en nuestro diario vivir. De esta manera podremos poner en práctica una de mis frases favoritas:
"Predica el Evangelio en todo momento, y si es necesario, usa las palabras." San Francisco de Asís
Fuimos llamadas a dar a conocer a Cristo en todo instante. ¡Son las buenas nuevas que este mundo tan acelerado necesita!
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Escrito por Jelin Robles, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Foz do Iguaçu, Brasil
En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba con Dios en el principio. Por medio de él todas las cosas fueron creadas; sin él, nada de lo creado llegó a existir. En él estaba la vida y la vida era la luz de la humanidad. (Jn 1:1-4 NVI)
La lectura del libro de Juan transformó mi forma de pensar y ver las cosas, y cuando descubrí que estaba destinado a la iglesia, me encantó aún más. Me encanta el libro de Juan.
El que era la luz ya estaba en el mundo y el mundo fue creado por medio de él, pero el mundo no lo reconoció. (Jn 1:10)
Las palabras y acciones descritas en los primeros 14 versículos de Juan son muy poderosas. Para mí, no hay otros versículos tan realistas y claros como estos. Además, los primeros cuatro versículos nos revelan la presencia de Jesús en la creación del mundo, contradiciendo las muchas declaraciones y creencias erróneas que buscan negar la soberanía del Hijo. Entendemos que fuimos creados a través de Él y por Él. El amor de Jesucristo por nosotros sobrepasa nuestro entendimiento, porque Él vino como un hombre, dejando Su gloria.
Vino a lo que era suyo, pero los suyos no lo recibieron. Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hechos hijos de Dios. Estos no nacen de la sangre, ni por deseos naturales, ni por voluntad humana, sino que nacen de Dios. (Jn 1:11-13)
De Su gran amor, para que todos regresaran a Él, Juan fue escogido para testificar de la llegada de Cristo. Sin embargo, no todos aceptaron a Jesús tal como era. Algunos lo rechazaron, pero hubo otro grupo que lo aceptó y Él los llamó Sus hijos. Qué pensamiento tan hermoso y gratificante para mi corazón, saber que Él hizo esto por mí y por todos los que me rodean a lo largo de la historia y por aquellos que vivirán en el futuro hasta que Jesús regrese. Mi corazón rebosa de alegría porque entiendo que una vez fui una de las que lo rechazó y no lo aceptó, pero Su amor eterno hizo que lo conociera mejor hasta que acepté Su invitación a la mesa y me convertí en Su hija.
Y el Verbo se hizo hombre y habitó[a] entre nosotros. Y contemplamos su gloria, la gloria que corresponde al Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. (Jn 1:14)
Su sacrificio me motiva todos los días a cumplir Su voluntad, y eso es lo que siempre quiero hacer. Que todas las Hermanas Rosa de Hierro estén agradecidas por lo que Jesús y nuestro Padre hicieron por nosotras y que todas nos esforcemos por complacerlo.