Escrito por Claudia Perez, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Alabama
¿Esta alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Esta alguno alegre? Cante alabanzas. ¿Esta alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvara al enfermo, y el Señor lo levantara; y si hubiese cometido pecados, le serán perdonados. Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho. Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oro fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oro, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto. (Stg 5:13-18 RV1960)
Hay momentos sin duda alguna en que nuestras vidas se llenan de aflicción. Hay situaciones en nuestra vida en las cuales nuestro espíritu se llena de amargura. ¿Alguna vez te has sentido así? ¿A quién has acudido en esos momentos? Es triste darnos cuenta como muchas veces recurrimos a todo menos a la oración.
Al estudiar este tema, la oración ferviente de una mujer justa, recordé a una mujer piadosa que oró fervientemente y Dios la escuchó: Ana. Una mujer justa que, teniendo una aflicción y amargura en el alma, oró a Jehová.
Ella con amargura de alma oro a Jehová, y lloro abundantemente. E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar la aflicción de tu sierva, y te acordaras de mí, y no te olvidaras de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón; yo lo dedicare a Jehová todos los días de su vida, y no pasara navaja sobre su cabeza. (1S 1:11)
¿Cuántas veces hemos orado al Señor rogando por aquello que nos aflige? ¿Cuántas veces hemos hecho votos o promesas al Señor? ¿Cuántas veces hemos cumplido esas promesas? Es necesario recordar que la oración de una mujer justa es la que escucha el Señor. Regresando al ejemplo de Ana, la Palabra nos dice que ella oraba largamente delante de Jehová y hablaba en su corazón. “Mientras ella oraba largamente delante de Jehová, Eli estaba observando la boca de ella. Pero Ana hablaba en su corazón, y solamente se movían sus labios, y su voz no se oía; y Eli la tuvo por ebria” (1S 1:13).
¡Cuán importante es orar con fervor al Señor! La oración conlleva vivir una vida piadosa, santa y obediente a Dios. Dios mira nuestros corazones. Dios ve el fervor que hay en nosotras. Recordemos a Elías. Dice el pasaje: “Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras y oro fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobe la tierra por tres años y seis meses” (Stg 5:17).
Otro ejemplo es Moisés, quien tenía una comunión intima con Dios. Veamos el pasaje donde Dios habla a Aaron y María después de haber murmurado contra Moisés:
“Y Él les dijo: Oíd ahora mis palabras. Cuando haya entre vosotros profeta de Jehová, le apareceré en visión, en sueños hablare con él. No así mi siervo Moisés, que es fiel en toda mi casa. Cara a cara hablare con él, y claramente, y no por figuras; y vera la apariencia de Jehová. ¿Por qué, pues, no tuviste temor de hablar contra mi siervo Moisés?” (Nm 12:6-7)
Hemos visto en cada ejemplo el fervor y servicio a Dios, la fidelidad, la obediencia y la confianza en Dios. Hermana, hoy te invito a que juntas nos esforcemos por ser mujeres justas que claman a Dios fervientemente, que cumplen a Dios Sus promesas, que están dedicadas al servicio del Señor, obedeciendo Su Palabra y confiando siempre en Él.
Después de haber estudiado este tema:
- Anota en una hoja; ¿Qué lugar ocupa la oración en tu vida personal, hogar, congregación local? ¿Cómo puedes hacer crecer o florecer la oración en tu vida?
- Describe e identifica qué situaciones en tu vida te alejan de tu tiempo de oración que desees eliminar con la ayuda de Dios y de tus hermanas.
- Únete a una hermana o grupo de oración que te ayuden a ser una mujer justa que ora a Dios.