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Luisa CasaliEscrito por Luzia Casali, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Porto Alegre, Brasil

Una vez compré un pequeño mueble por internet que necesitaba ser ensamblado. Debido a que era pequeño, intenté armarlo sin las instrucciones. ¡Qué desastre! Tuve que rehacerlo, siguiendo los pasos del manual de montaje. ¿Te ha pasado alguna vez algo así?

En nuestro caminar cristiano, necesitamos versículos bíblicos que nos haga saber si estamos construyendo nuestra vida como el Padre desea. Afortunadamente, Dios, a través del apóstol Pablo, nos dejó un verdadero tesoro como nuestro guía en nuestro viaje cristiano.

Y todo lo que hagan, de palabra o de obra, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios el Padre por medio de él. (Col 3:17, NVI)

¿Alguna vez has pensado en la riqueza de este versículo?

“Y todo lo que hagan, de palabra o de obra…”

Cuando Pablo dice lo que hagan, se refiere a lo que sea, a lo que hemos hecho o vamos a hacer en nuestras vidas como mujeres cristianas. Y va más allá: no solo está en la acción, ¡también debemos vigilar lo que pensamos! Nuestras acciones y pensamientos deben honrarlo. Sin duda, es nuestra fe que debe conducir este comportamiento.

Pero para saber lo que necesitamos ser, necesitamos transformar nuestras mentes, como advierte Romanos 12:2:

No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cómo es la voluntad de Dios: buena, agradable y perfecta.

Al transformar nuestras mentes, transformaremos nuestras acciones. Pero, ¿cómo lo hacemos?

Necesitamos leer la Palabra de Dios, participar en clases y orar al Padre por sabiduría. La fe cristiana es una fe de acción, no estática. No se trata solo de conocimiento, necesitamos poner en práctica lo que aprendemos de las Sagradas Escrituras. La Biblia es un espejo para mostrarnos si nuestras actitudes están de acuerdo con la voluntad de Dios y si estamos siguiendo su voluntad como hijas, esposas, madres, amigas, profesionales...

  1. Como hijas: “Honra a tu padre y a tu madre, para que disfrutes de una larga vida en la tierra que te da el Señor tu Dios” (Ex 20:12). Esto significa mostrarles respeto incluso cuando sientas que no se lo han ganado.
  2. Como esposas: "No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada" (Gn 2:18). Necesitamos ayudar a nuestros esposos para el crecimiento del Reino de Dios y el fortalecimiento de la familia.
  3. Como madres: “Instruye al niño en el camino correcto y aun en su vejez no lo abandonará" (Pr 22:6). ¡Eso es una promesa! Debemos enseñar a nuestros hijos acerca de Dios y de la salvación en Su Hijo Jesucristo.
  4. Como amigos: “Así que en todo traten ustedes a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes" (Mt 7:12a).
  5. Como profesionales: "Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo, conscientes de que el Señor los recompensará con la herencia. Ustedes sirven a Cristo el Señor” (Col 3:23-24). Por mucho que no nos gusten nuestros superiores, tenemos que dar lo mejor de nosotras, como si estuviéramos trabajando para Dios.

“…háganlo todo en el nombre del Señor Jesús..."

Necesitamos tener Su autorización para actuar. Un buen ejemplo de esto es cuando alguien escribe un cheque. Solo se puede cobrar si la firma del cheque coincide con la del titular de la cuenta corriente. Si no coincide, el cajero del banco no lo cobrará. La firma correcta autoriza el pago del monto en el cheque.

Y así, debe quedar muy claro en nuestras mentes que nuestras acciones deben ser autorizadas por Cristo.

“…dando gracias a Dios Padre por medio de él".

¿Por qué dar gracias? No podemos olvidar que fuimos compradas con un alto precio: la sangre del propio hijo de Dios. Por lo tanto, lo que hacemos siempre debe hacerse con respeto, honor y sumisión al Señor. Porque fuimos compradas, nuestra voluntad ya no es nuestra; debemos ser sumisas a la voluntad de Cristo. Él debe ser glorificado en nuestras vidas.

Cristo murió en nuestro lugar y es gracias a Él que tenemos la remisión de nuestros pecados. Gracias a Él, el velo del templo fue rasgado y por lo tanto tenemos acceso a través de la oración al Padre Eterno. Y lo más increíble es saber que pasaremos la eternidad con Él.

Den siempre gracias a Cristo. Siempre tener un corazón agradecido, no importa lo que hagamos.

Nuestro desafío es tener en cuenta que nuestras actitudes deben ser para honrar a Dios, a Cristo y al Espíritu Santo, porque Cristo nos autoriza.

Y sobre todo, ¡ten siempre un corazón agradecido!

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