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2022 06 16 BLOG S 320Escrito por Sherry Hubright, Voluntaria con el Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Georgia
Compartido en ¿Quién tiene la última palabra? Cortando las mentiras de Satanás con la verdad de la Palabra de Dios, escrito por Michelle J. Goff

Me encontré en un lugar muy oscuro. Había batallas por todos lados y sentí que estaba perdiendo cada una. Un día decidí que ya no quería luchar más. Estaba cansada. Hice maleta y la puse en el baúl del carro cuando no había más nadie en la casa. Más tarde ese día, anuncié que iba a hacer una diligencia, pero de verdad, me estaba escapando. No dije nada a mi esposo ni a mis amigas más cercanas acerca de a dónde iba. La verdad es que ni yo sabía a dónde iba.

Hice mi primera parada en un parque. Era uno de mis lugares favoritos para retirarme y orar, y fue lo que hice. Me quedé en el parque por unas horas, rogándole a Dios que me liberara de la batalla. Señalaba con la bandera blanca que me rendía, pero me sentí frente a ojos ciegos. Me hundía en una oscuridad más profunda.

Ya me tocaba tomar una decisión, pero no me gustaban las opciones que yo misma me estaba dando. Decidí que la decisión más segura era la de darme más tiempo lejos de otras personas y las responsabilidades. Mandé un mensaje de texto a mi esposo informándole que estaba bien, pero que necesitaba un tiempo a solas. Me extendió mucha gracia al permitir que me fuera. Y fue en ese momento que apagué mi celular y me dirigí a un hotel. Cuando llegué a la habitación, ya tenía el buzón de voz lleno de mensajes de mi esposo y una de mis mejores amigas. Pasaron unas horas antes de que pudiera escuchar los mensajes y un poco después, por fin pude responder. ¿Qué palabras tenía para explicar mi comportamiento? Ningunas.

En sus libros, tanto Oswald Chambers y C.S. Lewis describen algo como la noche oscura del alma. Escribieron de sus propias experiencias. Y describe mi experiencia también. Si eres como yo, vemos la oscuridad como algo de maldad, y no cuadra con una seguidora de Cristo. Pero la verdad es que hasta en mi momento más oscuro, y en Su silencio, presentí la presencia de Dios, o como la he descrito, la Sombra de Dios.

David pinta una descripción en el Salmo 23:

El SEÑOR es mi pastor, nada me falta;
en verdes pastos me hace descansar.
Junto a tranquilas aguas me conduce;
me infunde nuevas fuerzas.
Me guía por sendas de justicia
por amor a su nombre.
Aun si voy por valles tenebrosos,
no temo peligro alguno
porque TÚ ESTÁS A MI LADO;
tu vara de pastor me reconforta.

En ese día, hace varios años, Dios no me había abandonado. Al reflexionar, puedo ver Su provisión increíble. En el valle tenebroso, me dio un lugar tranquilo para acostarme con Su presencia. Su Palabra y Espíritu me guiaron fuera del valle oscuro a un mejor lugar. Su fidelidad en ese momento es todo lo que necesito ahora para recordarme que en cualquier tiempo de valle, sigue dando testimonio de Su amor.


*****
¿Cómo sería el Cuadro de Mentira/Verdad de Sherry?

RECONOCER
la mentira
(en tus propias
palabras)

REEMPLAZAR
la mentira con la verdad (en tus
propias palabras)

RECORDAR
la verdad
(referencia bíblica)

     

¡Gracias, Sherry, por compartir tu historia! Juntas, podemos dar a Dios la última palabra cuando nos asaltan las mentiras de Satanás, aumentadas por la depresión.

Del Salmo 91: “El que habita al abrigo del Altísimo
se acoge a la sombra del Todopoderoso.
Yo le digo al Señor: «Tú eres mi refugio,
mi fortaleza, el Dios en quien confío.»
Sólo él puede librarte de las trampas del cazador
y de mortíferas plagas,
pues te cubrirá con sus plumas
y bajo sus alas hallarás refugio.
¡Su verdad será tu escudo y tu baluarte!
No temerás el terror de la noche,
ni la flecha que vuela de día…”

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Jocelynn 320Escrito por Jocelynn Goff, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Arkansas

¿Sabías que Elías sufría de depresión? Elías tuvo numerosas experiencias en la cima de la montaña. Sin embargo, se deprimió y tuvo una experiencia en un valle bajo poco después de un importante evento en la cima de una montaña.

Primera de Reyes 17-19, 21 y 2 Reyes 1-2 cuentan las historias de Elías. Su lista de experiencias en la cima de la montaña en colaboración con Dios incluye:

• Ser alimentado por cuervos y agua de un arroyo durante una sequía.
• Orar para que las vasijas de harina y aceite no se acaben hasta que vuelva a llover, y sucede.
• Resucitar al hijo de una viuda.
• Desafiar y ganar la batalla entre Baal y el SEÑOR Dios en el Monte Carmelo.
• Escuchar a la gente después de la batalla proclamar «¡El Señor es Dios! ¡El Señor es Dios!» (1 Reyes 18:39b).
• Orar para que vuelva la lluvia después de una sequía de más de 3 años, y sucede.
• Correr más de 30 millas lo suficientemente rápido como para vencer a un caballo.

Este es un currículum bastante impresionante. Sin embargo, inmediatamente después de todo esto, cuando escuchó las amenazas de Jezabel de quitarle la vida, se alejó corriendo, en realidad más de 100 millas. Es entonces cuando leemos: «¡Estoy harto, Señor! —protestó—. Quítame la vida, pues no soy mejor que mis antepasados» (1 Reyes 19:4b). Ha corrido hacia el desierto y se sienta debajo de un arbusto. Es aquí donde experimenta una experiencia de valle o desierto. Teme por su vida, agotado en espíritu, mente y cuerpo, decepcionado de sí mismo para mantener a Israel fiel a Dios, y plagado de sentimientos de estar completamente solo.

Ha entrado en una perspectiva negativa extrema de su vida. Intelectualmente sabemos, al leer la historia de Elías, que Dios tiene el control y, sin embargo, sentimos su dolor, desesperación y profunda depresión. Dios no esconde la depresión o la enfermedad mental en las historias de Sus personajes en la Biblia. Santiago 5:17a nos dice: “Elías era un hombre como nosotros”. Y llegamos a ver su depresión en su historia. David, Moisés y Job fueron otros héroes fieles que lucharon contra la depresión.

 

Podemos consolarnos y aprender de la historia general y las lecciones del valle de depresión de Elías. Consideremos qué perpetuó su depresión. Primero, escucha una amenaza contra su vida y tiene miedo. Él conoce a Jezabel y su crueldad, por lo que sabe que esta es una amenaza válida. Su miedo lo paraliza de cualquier otro pensamiento, por lo que corre.

En segundo lugar, está agotado. A menudo, la energía involucrada en una experiencia en la cima de la montaña agota tus reservas para combatir las emociones negativas y los procesos de pensamiento. Específicamente, la batalla del Monte Carmelo duró un día completo. Luego, después del éxito, sube a la cima del Monte Carmelo para orar por la lluvia. Tan pronto como escucha que hay una pequeña nube, envía un mensaje a Acab, pero termina corriendo delante de Acab a caballo casi 50 kilómetros hasta Jezreel. Además, corre 160 kilómetros después de escuchar la amenaza de Jezabel. Dudo que sólo estuviera plagado de calambres en las piernas después de tanto correr. No, él estaba seriamente exhausto.

Mientras Elías corría esos 160 kilómetros, estaba huyendo de su comunidad. En otras palabras, se estaba aislando tanto física como psicológicamente. Esto le impidió escuchar otra voz que no fuera la suya propia, que rápidamente se convirtió en una espiral de negatividad y depresión. Empezó a convencerse de que estaba solo y el único que quedaba, lo cuál lo plagó por la inutilidad de la tarea.

“Me consume mi amor por ti, Señor Dios Todopoderoso —respondió él—. Los israelitas han rechazado tu pacto, han derribado tus altares, y a tus profetas los han matado a filo de espada. Yo soy el único que ha quedado con vida, ¡y ahora quieren matarme a mí también!” (1 Reyes 19:10)

¿Qué podemos aprender de la experiencia de Elías con la depresión? Primero, Dios está allí con Elías y estará con nosotros. Elías presenta correctamente su dolor, frustración y sentimientos de soledad e inutilidad ante Dios. Dios es el primero para nosotros en compartir nuestra carga.

Dios proveyó descanso y alimento para Elías, antes que nada. Le permitió dormir, luego envió un ángel para animarlo a “levantarse y comer” (1 Reyes 19:5b). Elías comió y volvió a dormir. Entonces, “El ángel del Señor regresó y, tocándolo, le dijo: «Levántate y come, porque te espera un largo viaje»” (1 Reyes 19:7). Elías cumple con las instrucciones del ángel. Debemos mirar y escuchar a esos mensajeros de la verdad a través de Su Palabra, las amistades, los guías espirituales confiables, y los consejeros de salud mental también pueden ser un recurso necesario. A veces, la medicación es una herramienta útil y necesaria ya sea por un período de tiempo temporal o a más largo plazo. Un psiquiatra y un consejero de salud mental son fuentes valiosas de esta evaluación.

Elías viaja 40 días y 40 noches y duerme en una cueva. Es entonces que el SEÑOR comienza a hablarle. Sin embargo, no le habla a través de un viento poderoso, ni de un terremoto, ni de un fuego, sino en un suave susurro. Aunque Dios habló en una exhibición abierta de fuego en el Monte Carmelo, esta vez habla en forma tranquila.

Dios comienza dándole una misión. Debe ungir a ciertos reyes y ungir a Eliseo como su sucesor. Todos necesitamos un propósito en nuestra vida, algo que nos ayude a motivarnos en cada momento de cada día. También necesitamos un socio en el Evangelio. Alguien que nos anime y nos recuerde nuestra misión común para nuestro SEÑOR. Es después de darle un propósito y a Eliseo como compañero en el Evangelio que Dios reenfoca su perspectiva con la verdad de que no está solo. “Sin embargo, yo preservaré a siete mil israelitas que no se han arrodillado ante Baal ni lo han besado” (1 Reyes 19:18).

Dado que “Elías era un hombre como nosotros” (Stgo. 5:17a, DHH), podemos notar no sólo que padecía depresión, sino también reconocer los signos de depresión. Luego, también podemos aprender a través de Elías cómo la Presencia de Dios dio descanso, alimento, misión, compañerismo y seguridad en el proceso de sanación.

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