Escrito por Sherry Hubright, Voluntaria con el Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Georgia
Compartido en ¿Quién tiene la última palabra? Cortando las mentiras de Satanás con la verdad de la Palabra de Dios, escrito por Michelle J. Goff
Me encontré en un lugar muy oscuro. Había batallas por todos lados y sentí que estaba perdiendo cada una. Un día decidí que ya no quería luchar más. Estaba cansada. Hice maleta y la puse en el baúl del carro cuando no había más nadie en la casa. Más tarde ese día, anuncié que iba a hacer una diligencia, pero de verdad, me estaba escapando. No dije nada a mi esposo ni a mis amigas más cercanas acerca de a dónde iba. La verdad es que ni yo sabía a dónde iba.
Hice mi primera parada en un parque. Era uno de mis lugares favoritos para retirarme y orar, y fue lo que hice. Me quedé en el parque por unas horas, rogándole a Dios que me liberara de la batalla. Señalaba con la bandera blanca que me rendía, pero me sentí frente a ojos ciegos. Me hundía en una oscuridad más profunda.
Ya me tocaba tomar una decisión, pero no me gustaban las opciones que yo misma me estaba dando. Decidí que la decisión más segura era la de darme más tiempo lejos de otras personas y las responsabilidades. Mandé un mensaje de texto a mi esposo informándole que estaba bien, pero que necesitaba un tiempo a solas. Me extendió mucha gracia al permitir que me fuera. Y fue en ese momento que apagué mi celular y me dirigí a un hotel. Cuando llegué a la habitación, ya tenía el buzón de voz lleno de mensajes de mi esposo y una de mis mejores amigas. Pasaron unas horas antes de que pudiera escuchar los mensajes y un poco después, por fin pude responder. ¿Qué palabras tenía para explicar mi comportamiento? Ningunas.
En sus libros, tanto Oswald Chambers y C.S. Lewis describen algo como la noche oscura del alma. Escribieron de sus propias experiencias. Y describe mi experiencia también. Si eres como yo, vemos la oscuridad como algo de maldad, y no cuadra con una seguidora de Cristo. Pero la verdad es que hasta en mi momento más oscuro, y en Su silencio, presentí la presencia de Dios, o como la he descrito, la Sombra de Dios.
David pinta una descripción en el Salmo 23:
El SEÑOR es mi pastor, nada me falta;
en verdes pastos me hace descansar.
Junto a tranquilas aguas me conduce;
me infunde nuevas fuerzas.
Me guía por sendas de justicia
por amor a su nombre.
Aun si voy por valles tenebrosos,
no temo peligro alguno
porque TÚ ESTÁS A MI LADO;
tu vara de pastor me reconforta.
En ese día, hace varios años, Dios no me había abandonado. Al reflexionar, puedo ver Su provisión increíble. En el valle tenebroso, me dio un lugar tranquilo para acostarme con Su presencia. Su Palabra y Espíritu me guiaron fuera del valle oscuro a un mejor lugar. Su fidelidad en ese momento es todo lo que necesito ahora para recordarme que en cualquier tiempo de valle, sigue dando testimonio de Su amor.
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¿Cómo sería el Cuadro de Mentira/Verdad de Sherry?
RECONOCER |
REEMPLAZAR |
RECORDAR |
¡Gracias, Sherry, por compartir tu historia! Juntas, podemos dar a Dios la última palabra cuando nos asaltan las mentiras de Satanás, aumentadas por la depresión.
Del Salmo 91: “El que habita al abrigo del Altísimo
se acoge a la sombra del Todopoderoso.
Yo le digo al Señor: «Tú eres mi refugio,
mi fortaleza, el Dios en quien confío.»
Sólo él puede librarte de las trampas del cazador
y de mortíferas plagas,
pues te cubrirá con sus plumas
y bajo sus alas hallarás refugio.
¡Su verdad será tu escudo y tu baluarte!
No temerás el terror de la noche,
ni la flecha que vuela de día…”
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