Escrito por Beliza Patrícia, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en João Pessoa, Brasil
Se dice que el primer paso siempre es el más importante en la jornada. Qué hacemos al despertar dice mucho sobre nuestro día. Nos arreglamos bien para una primera cita porque sabemos del impacto que ese momento va a tener en la futura relación. El primer paso por sí solo no determina todo el camino, pero sabemos bien que ese primer paso es importante y especial.
Lo mismo pasa en la vida cristiana, hayas nacido en un hogar cristiano, expuesta al evangelio, o solamente hayas conocido el camino a la salvación cuando adulta. El hecho es que todo el mundo, en algún momento de la vida, enfrenta la decisión de volverse cristiano, ser un discípulo de Cristo. Eso no pasa como en magia, todas tenemos hábitos y tentaciones que nos ponen más cerca o más lejos de Dios, vencer a éstos no es tarea fácil y exige que elijamos diariamente, en decisiones pequeñas o grandes. Pero esta jornada empieza con el bautismo.
“Cuando oyeron esto, todos se sintieron profundamente conmovidos y les dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: —Hermanos, ¿qué debemos hacer? —Arrepiéntase y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados —les contestó Pedro—, y recibirán el don del Espíritu Santo.” (Hch. 2:37-38)
Después de escuchar la prédica de Pedro en el día de Pentecostés, los judíos comprendieron sus hechos, reconocieron que necesitaban hacer algo, cambiar de actitud. La orientación de Pedro era muy clara, ellos necesitaban arrepentirse y ser bautizados. Ese momento, donde tres mil personas fueron bautizadas es considerado el comienzo de la iglesia. Si leemos los versículos que siguen podemos ver que esas personas cambiaron su manera de vivir. O sea, el bautismo no fue una ceremonia solamente, el bautismo marcó el comienzo de una nueva vida. El pecado ya no tenía poder sobre aquellas personas, ni sobre sus pensamientos y acciones. ¡Ellos estaban libres! Libres para ser cada vez más parecidos a Jesús.
“Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!” (2 Co. 5:17)
Cuando hablo con algunas personas que se están acercando a la iglesia es muy común que su opinión sea que el bautismo es un símbolo, no es tan importante, lo que realmente importa es hacer la voluntad de Dios cada día. Me gustaría poner este tema a la luz de las Escrituras.
Luego de Su resurrección, Jesús dijo a los apóstoles:
“Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo[...]” (Mt. 28:19)
Jesús envió a los apóstoles a todas las naciones para hacer discípulos, o sea, seguidores de Jesús. Y la manera de hacer discípulos estaba clara, por medio del bautismo.
Reconozco que hay buena voluntad en querer hacer la voluntad de Dios, pero la verdad es que: no podemos hacerlo solas. La Biblia nos hace ver que no podemos ser salvadas por medio de nada que hagamos. El pecado nos aleja de Dios y su consecuencia es muerte espiritual, tener a nuestro espíritu lejos de nuestro Creador. Solamente a través de Cristo, quien se sacrificó por nosotras aun no teniendo pecado, podemos ser salvadas. Y, la manera de conectarse a Cristo es por medio del bautismo.
“¿Acaso no saben ustedes que todos los que fuimos bautizados para unirnos con Cristo Jesús en realidad fuimos bautizados para participar en su muerte? Por tanto, mediante el bautismo fuimos sepultados con él en su muerte, a fin de que, así como Cristo resucitó por el poder del Padre, también nosotros llevemos una vida nueva. En efecto, si hemos estado unidos con él en su muerte, sin duda también estaremos unidos con él en su resurrección. Sabemos que nuestra vieja naturaleza fue crucificada con él para que nuestro cuerpo pecaminoso perdiera su poder, de modo que ya no siguiéramos siendo esclavos del pecado; porque el que muere queda liberado del pecado. Ahora bien, si hemos muerto con Cristo, confiamos que también viviremos con él.” (Rom. 6:3-8)
El bautismo no necesita ser en un día específico, no necesita ser realizado en grupo, no necesita de un lugar determinado (leer Hechos 8:36-38). Pero necesita de un corazón que cree que Jesús es el Hijo de Dios, que creamos en aquel momento en el que Jesús pagó las deudas de nuestro pecado para recibir el Espíritu Santo de Dios en nosotras y que a partir de aquel momento empezamos una nueva vida. Y es a través de la fe (en Jesucristo), y no por nuestros hechos, que somos salvadas.
Si ya has tomado la decisión de firmar un compromiso con Dios y ser bautizada para perdón de tus pecados recibiendo al Espíritu Santo, quiero invitarte a recordarte de aquel día, de cómo fueron los estudios bíblicos antes de esa decisión, de los hermanos que estaban a tu lado en aquel día… ¡y que ese recuerdo te traiga ánimo! ¡Eres nueva creatura! ¡Sigue en dirección a la meta!
Si aún no has tomado a esa decisión, quiero invitarte a estudiar a lo que dice la Biblia sobre quién es Jesús y quién eres tú, y así estar lista para empezar una nueva jornada con Cristo.
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