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Beliza Patricia 320Escrito por Beliza Patrícia, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en João Pessoa, Brasil

Se dice que el primer paso siempre es el más importante en la jornada. Qué hacemos al despertar dice mucho sobre nuestro día. Nos arreglamos bien para una primera cita porque sabemos del impacto que ese momento va a tener en la futura relación. El primer paso por sí solo no determina todo el camino, pero sabemos bien que ese primer paso es importante y especial.

Lo mismo pasa en la vida cristiana, hayas nacido en un hogar cristiano, expuesta al evangelio, o solamente hayas conocido el camino a la salvación cuando adulta. El hecho es que todo el mundo, en algún momento de la vida, enfrenta la decisión de volverse cristiano, ser un discípulo de Cristo. Eso no pasa como en magia, todas tenemos hábitos y tentaciones que nos ponen más cerca o más lejos de Dios, vencer a éstos no es tarea fácil y exige que elijamos diariamente, en decisiones pequeñas o grandes. Pero esta jornada empieza con el bautismo.

“Cuando oyeron esto, todos se sintieron profundamente conmovidos y les dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: —Hermanos, ¿qué debemos hacer? —Arrepiéntase y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados —les contestó Pedro—, y recibirán el don del Espíritu Santo.” (Hch. 2:37-38)

Después de escuchar la prédica de Pedro en el día de Pentecostés, los judíos comprendieron sus hechos, reconocieron que necesitaban hacer algo, cambiar de actitud. La orientación de Pedro era muy clara, ellos necesitaban arrepentirse y ser bautizados. Ese momento, donde tres mil personas fueron bautizadas es considerado el comienzo de la iglesia. Si leemos los versículos que siguen podemos ver que esas personas cambiaron su manera de vivir. O sea, el bautismo no fue una ceremonia solamente, el bautismo marcó el comienzo de una nueva vida. El pecado ya no tenía poder sobre aquellas personas, ni sobre sus pensamientos y acciones. ¡Ellos estaban libres! Libres para ser cada vez más parecidos a Jesús.

“Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!” (2 Co. 5:17)

Cuando hablo con algunas personas que se están acercando a la iglesia es muy común que su opinión sea que el bautismo es un símbolo, no es tan importante, lo que realmente importa es hacer la voluntad de Dios cada día. Me gustaría poner este tema a la luz de las Escrituras.

Luego de Su resurrección, Jesús dijo a los apóstoles:

“Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo[...]” (Mt. 28:19)

Jesús envió a los apóstoles a todas las naciones para hacer discípulos, o sea, seguidores de Jesús. Y la manera de hacer discípulos estaba clara, por medio del bautismo.

Reconozco que hay buena voluntad en querer hacer la voluntad de Dios, pero la verdad es que: no podemos hacerlo solas. La Biblia nos hace ver que no podemos ser salvadas por medio de nada que hagamos. El pecado nos aleja de Dios y su consecuencia es muerte espiritual, tener a nuestro espíritu lejos de nuestro Creador. Solamente a través de Cristo, quien se sacrificó por nosotras aun no teniendo pecado, podemos ser salvadas. Y, la manera de conectarse a Cristo es por medio del bautismo.

“¿Acaso no saben ustedes que todos los que fuimos bautizados para unirnos con Cristo Jesús en realidad fuimos bautizados para participar en su muerte? Por tanto, mediante el bautismo fuimos sepultados con él en su muerte, a fin de que, así como Cristo resucitó por el poder del Padre, también nosotros llevemos una vida nueva. En efecto, si hemos estado unidos con él en su muerte, sin duda también estaremos unidos con él en su resurrección. Sabemos que nuestra vieja naturaleza fue crucificada con él para que nuestro cuerpo pecaminoso perdiera su poder, de modo que ya no siguiéramos siendo esclavos del pecado; porque el que muere queda liberado del pecado. Ahora bien, si hemos muerto con Cristo, confiamos que también viviremos con él.” (Rom. 6:3-8)

El bautismo no necesita ser en un día específico, no necesita ser realizado en grupo, no necesita de un lugar determinado (leer Hechos 8:36-38). Pero necesita de un corazón que cree que Jesús es el Hijo de Dios, que creamos en aquel momento en el que Jesús pagó las deudas de nuestro pecado para recibir el Espíritu Santo de Dios en nosotras y que a partir de aquel momento empezamos una nueva vida. Y es a través de la fe (en Jesucristo), y no por nuestros hechos, que somos salvadas.

Si ya has tomado la decisión de firmar un compromiso con Dios y ser bautizada para perdón de tus pecados recibiendo al Espíritu Santo, quiero invitarte a recordarte de aquel día, de cómo fueron los estudios bíblicos antes de esa decisión, de los hermanos que estaban a tu lado en aquel día… ¡y que ese recuerdo te traiga ánimo! ¡Eres nueva creatura! ¡Sigue en dirección a la meta!

Si aún no has tomado a esa decisión, quiero invitarte a estudiar a lo que dice la Biblia sobre quién es Jesús y quién eres tú, y así estar lista para empezar una nueva jornada con Cristo.

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Michelle Goff 320Escrito por Michelle J. Goff, directora del Ministerio Hermana Rosa de Hierro

Cuando estudio la Biblia con alguien, en especial con alguien que recientemente conoce el estudio profundo de la Palabra de Dios, me encanta cuando llegamos al punto de estudiar Hechos 8:26-40 y la historia del etíope eunuco. No sólo es una historia de bautismo, sino más también otras prioridades ejemplares y pistas de la historia bíblica que aprendemos de esta historia.

Primero, te animo a leer la historia entera para entender la secuencia de eventos. Ésa es mi práctica cuando estudio con una buscadora de Dios. La persona con la que estás estudiando y el etíope eunuco tienen eso en común. ¡Las dos son buscadores! Felicítense por ser buscadoras de Dios y Sus caminos.

Ya que has leído la historia completa (Hech. 8:26-40), vamos a resalta cuatro facetas del carácter ejemplar del eunuco.

26 Un ángel del Señor le dijo a Felipe: «Ponte en marcha hacia el sur, por el camino del desierto que baja de Jerusalén a Gaza». 27 Felipe emprendió el viaje, y resulta que se encontró con un etíope eunuco, alto funcionario encargado de todo el tesoro de la Candace, reina de los etíopes. Este había ido a Jerusalén para adorar

1. El etíope entendió la importancia de adorar a YHVH, el único y verdadero Dios en Su templo. Hasta el tiempo de la muerte, sepultura y resurrección de Jesús, Dios mandó a los judíos y cualquier converso al judaísmo a adorarle en Jerusalén en el templo. La distancia entre Etiopía, al sur del Río Nilo, y Jerusalén era más de 4.000 km. En carruaje, le llevaría casi un mes en camino (85 horas por carro hoy día). El eunuco, oficial importante en servicio de la tesorería a la reina, probablemente tomó un sabático largo para ir a adorar. Le era de tan alta prioridad que no le dio pena pedir permiso para viajar y adorar a Dios, no el mismo dios que adoraba la reina.

28 y, en el viaje de regreso a su país, iba sentado en su carroza, leyendo el libro del profeta Isaías.

2. La segunda cosa que aprecio del etíope eunuco fue que entendió la importancia de leer las Escrituras. No era común tener tus propias copias de los rollos del texto escrito del Antiguo Testamento. Sin embargo, vemos que este etíope había llegado a tener fe en Dios y reconoció la importancia de leer cualquier porción de la Biblia que podía conseguir.

29 El Espíritu le dijo a Felipe: «Acércate y júntate a ese carro».
30 Felipe se acercó de prisa a la carroza y, al oír que el hombre leía al profeta Isaías, le preguntó:
—¿Acaso entiende usted lo que está leyendo?
31 —¿Y cómo voy a entenderlo —contestó— si nadie me lo explica?
Así que invitó a Felipe a subir y sentarse con él.

3. La tercera característica ejemplar del etíope es que cuando tenía una pregunta, la hizo. Dios proveyó una respuesta y una explicación a través de Su siervo, Felipe. Dios reconoció que el etíope era un buscador de Dios, de manera similar a lo que Jesús reconoció en la mujer samaritana en Juan capítulo 4.

34 —Dígame usted, por favor, ¿de quién habla aquí el profeta, de sí mismo o de algún otro? —le preguntó el eunuco a Felipe.
35 Entonces Felipe, comenzando con ese mismo pasaje de la Escritura, le anunció las buenas nuevas acerca de Jesús.

Dios mandó a Felipe a correr al lado del carruaje donde Dios sabía que escucharía al etíope leer al profeta Isaías. Es súper emocionante cuando escuchamos o vemos a alguien leyendo la Biblia, ¿no? ¿Has conocido el gozo de compartir las buenas nuevas con una buscadora de Dios?

36 Mientras iban por el camino, llegaron a un lugar donde había agua, y dijo el eunuco:
—Mire usted, aquí hay agua. ¿Qué impide que yo sea bautizado? 37 —Si cree usted de todo corazón, bien puede —le dijo Felipe.
—Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios —contestó el hombre. 38 Entonces mandó parar la carroza, y ambos bajaron al agua, y Felipe lo bautizó.

4. El último ejemplo que nos dejó el eunuco es que cuando entendió lo que tenía que hacer, lo hizo de inmediato. A veces he querido tener una copia del guion que el Espíritu le dio a Felipe para enseñar las Buenas Nuevas. No sabemos si hablaron por dos horas, dos días o dos semanas, por el camino. Pero no lo tenemos que saber. Dios puso a Felipe en la vida de un buscador obediente para ser Su portavoz. Y me encanta cuán rápidamente obedece el etíope tan pronto supo lo que debería hacer.

39 Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor se llevó de repente a Felipe. El eunuco no volvió a verlo, pero siguió alegre su camino.

Desde mi perspectiva, este etíope fue el inicio de la iglesia en África. Creo que Dios le seguía equipando por el camino. Las cuatro características ejemplares del etíope eunuco le habrían servido muy bien como el primer misionero africano: Adorar a Dios, leer la Palabra de Dios, hacer preguntas y ser obediente.

¿Cuál aspecto del ejemplo del etíope eunuco te anima más o te desafía hoy? O quizás es el ejemplo de Felipe como mensajero de Dios para traer las Buenas Nuevas a un buscador. Cualquiera de los dos que seas, haznos saber cómo podemos animarte en tu andar más cerca de Dios y las unas a las otras.

Y si no te has bautizado por el perdón de los pecados y para recibir el don del Espíritu Santo, ¡nos encantaría servir como Felipe para ayudarte a entender ese paso de obediencia!

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