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Escrito por Nilaurys Garcia, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Canadá
Que alegría cuando te llevas bien con todas las personas en tus círculos o con las que te relacionas. Existe una sensación de paz en esos momentos y hasta da un poco de susto porque todo va muy bien. Si te dijese que tener diferencias de opiniones es normal y que no necesariamente puedes llevarte bien con todos, lo más probable es que estés de acuerdo conmigo. Es fácil tener una buena relación con alguien que te llevas bien y piensa igual que tú. Cuesta un poco más cuando han existido intercambios de palabras no tan amigables o cuando la otra persona ha herido tus sentimientos.
Tal vez hayas escuchado la frase divide y vencerás. Es muy conocida en los juegos de estrategia, en guerras y en situaciones en las que se debe separar al enemigo para que su fuerza sea menor, en la mayoría de las veces, porque no tiene el apoyo de un equipo. En ocasiones he utilizado esta estrategia para realizar un proyecto en donde el equipo se divide las tareas y conquista la meta.
Llevándolo a un plano más personal y relacional, he tratado de dividir o separar a las personas de sus reacciones en ciertos momentos. Recuerdo quiénes son y cómo se han comportado en otras instancias y eso me ayuda a tener una mente más clara y objetiva. Aunque las impresiones negativas que tenemos de una persona pueden impactar mucho más el concepto que tenemos de ellos, no lo son todo. Cuando separamos lo malo de lo bueno, obtendremos mejores resultados. Una relación puede cambiar mucho cuando se cambia el contexto, esto puede ser el lugar, los demás participantes e incluso los temas de conversación.
Me gusta pensar en lo opuesto de divide y vencerás y, como la suma de las todas las fuerzas en conjunto pueden más que cada una de las fuerzas individuales. Suena un poco complicado, pero por algo, lo opuesto funciona muy bien contra los enemigos. Volviendo al pensamiento de trabajo en equipo en donde se separan las actividades para lograr una meta en común, cuando todos colaboramos para el cumplimiento de un objetivo se puede alcanzar mucho más, dado que existe el apoyo y complemento. Un ejemplo bíblico es que una cuerda de tres hilos es más difícil de romper. “Uno solo puede ser vencido, pero dos pueden resistir. ¡La cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente!” (Ec. 4:12)
La relación que tenemos con Cristo también es más fácil si lo hacemos en comunión, en vez de intentar hacer todo solas. En más de una ocasión he necesitado de ayuda de mi familia en Cristo para enfrentar una situación, reafirmar mi fe y acercarme mucho más a nuestro Creador. Una historia que viene a mi mente al pensar en cómo contrarrestar los efectos de la división está en Éxodo 17:8-13, cuando Josué se encuentra con el pueblo en batalla contra los amalecitas mientras Moisés los apoyaba desde la cima de una colina con la vara de Dios en alto. Si Moisés bajaba los brazos los enemigos se posicionaban contra el pueblo. Para conseguir la victoria, se necesitó que Aarón y Jur apoyasen a mantener ambos brazos arriba hasta la puesta del sol. ¿No es esta historia maravillosa? Me emociona saber cómo la unión de unos pocos y el esfuerzo de muchos le dio la victoria a Israel. ¿Qué tal si Aarón hubiese estado enojado con Moisés por alguna discusión de hermanos y se hubiese rehusado a ayudarle? Sería un final muy diferente.
Aunque he tenido momentos en que he querido rendirme, siempre he tenido el apoyo de los míos para seguir adelante. Esto lo interpreto como el esfuerzo de mis hermanos en no dejar que nuestro enemigo divida y conquiste aspectos de nuestras vidas. Aun cuando tengamos diferencias con esas personas, no podemos dejar que una barrera destruya un todo, que uno de nuestros hermanos caiga simplemente porque tiene una opinión distinta a la nuestra. Puedo ser yo en otro momento la persona difícil de amar y quisiera que mis amados pudieran ver más allá de mi actitud complicada.
¿Me acompañas a mantenernos unidas para proteger al pueblo?
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Escrito por Deanna Brooks, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Arkansas
Pablo y Bernabé nos enseñan que diferentes personalidades pueden trabajar juntas cuando Dios es el centro.
Hechos 4:36-37 (NVI) introduce a Bernabé. “José, un levita natural de Chipre, a quien los apóstoles llamaban Bernabé (que significa: Consolador), vendió un terreno que poseía, llevó el dinero y lo puso a disposición de los apóstoles.”
Pablo entra en escena en Hechos 7:58-8:1, llamado por su nombre judío Saulo, sosteniendo las vestiduras de los que apedreaban a Esteban y aprobando la ejecución, indicando que tenía alguna autoridad entre los líderes judíos. Nació en Tarso, una antigua ciudad frente a la costa del norte del Mar Mediterráneo. Filipenses 3:5-6 dice que era de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos, fariseo. Habría considerado a Jesús un falso profeta debido a Su afirmación de ser el Hijo de Dios. Habría creído que los nuevos discípulos estaban dejando al verdadero Dios del judaísmo, al igual que sus antepasados al seguir a los dioses cananeos.
Saulo creció en Jerusalén y estudió en la escuela de Gamaliel (Hch. 22:3).
Saulo fue a Damasco con una carta de autoridad del sumo sacerdote de la sinagoga, con la intención de perseguir a la iglesia allí. En el camino se encontró con Jesús y fue bautizado por Ananías. Comenzó a predicar en Damasco poco después de ser bautizado, asombrando a los discípulos que sabían que originalmente había venido con la intención de perseguir a los cristianos allí (Hch. 9:21).
Cuando Saulo volvió a Jerusalén, los discípulos le tenían miedo; lo recordaban como un perseguidor de la iglesia. Pero Bernabé se paró a su lado y lo presentó a los apóstoles (Hch. 9:26-27). Ellos no confiaron en Saulo, pero confiaron en Bernabé.
Los discípulos se habían dispersado después del apedreamiento de Esteban. En Hechos 11 llega a Jerusalén la noticia de que había creyentes en Antioquía, y Bernabé fue enviado a investigar. Hechos 11:23 nos dice, “Cuando él llegó y vio las evidencias de la gracia de Dios, se alegró y animó a todos a hacerse el firme propósito de permanecer fieles al Señor.”
Bernabé luego fue a Tarso a buscar a Saulo, que había sido enviado allí por los discípulos en Jerusalén para su seguridad (Hch. 9:30; 11:25-26), y lo llevó a Antioquía donde trabajaron juntos durante un año.
Leemos en Hechos 13:2, “…el Espíritu Santo dijo: «Apártenme ahora a Bernabé y a Saulo para el trabajo al que los he llamado».”
Otro discípulo misionero, Juan Marcos, acompañó a Saulo y Bernabé en este primer viaje misionero, ayudándolos mientras iban de pueblo en pueblo. En Pafos, Marcos se va y regresa a casa.
Hechos 13:9 se refiere a “Saulo, a quien también llamaban Pablo”, y desde este punto en adelante leemos de Pablo y Bernabé mientras continúan sin Marcos. Este viaje estuvo lleno de corazones receptivos, así como de la persecución de los judíos, quienes a veces los seguían de pueblo en pueblo.
Cuando Pablo y Bernabé terminaron este primer viaje, navegaron de regreso a Antioquía, reunieron a la iglesia y declararon todo lo que Dios había hecho a través de ellos y cómo había abierto la puerta de la fe para los gentiles.
Incluso después de toda la persecución, Pablo y Bernabé comenzaron a planificar un segundo viaje misionero. Bernabé quería volver a llevarse a Marcos, dándole otra oportunidad, pero Pablo se opuso y discutieron. Hechos 15:39 lo llama un “fuerte desacuerdo.”
Como resultado de este desacuerdo, tomaron caminos diferentes; Bernabé tomó a Marcos, Pablo tomó a Silas, y el evangelio se difundió en dos direcciones. Pablo completó tres viajes misioneros. No tenemos detalles sobre el trabajo posterior de Bernabé.
Pablo parece estar orientado a objetivos... tenía un propósito, un plan... y no quería que se interrumpiera. Probablemente tomó decisiones rápidamente y luego las mantuvo.
Bernabé parece estar orientado a las relaciones, buscando a aquellos que necesitaban ánimo. Probablemente se tomó su tiempo para tomar decisiones, evaluando cuál era la necesidad antes de actuar.
A pesar del desacuerdo, parece que Pablo se mantuvo al día con el trabajo de Bernabé y Marcos. En 2 Timoteo 4:11 Pablo escribió, “Solo Lucas está conmigo. Recoge a Marcos y tráelo contigo, porque me es de ayuda en mi ministerio.”
Pablo valora a Marcos, y asumimos que el desacuerdo entre Pablo y Bernabé no fue una ruptura permanente. En las relaciones llenas de Cristo, los buenos amigos pueden tener fuertes desacuerdos y aun así mantener el respeto y la amistad.
La confianza que Bernabé tenía en Marcos bien pudo haber sido lo que lo animó a escribir su evangelio.
Así como Dios usó a Pablo y Bernabé a pesar de sus diferencias, Él puede usar nuestras diferentes personalidades para Sus propósitos. Pablo tenía un celo intenso; Bernabé tenía un corazón para la gente. Podemos aprender de ambos.