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Escrito por Deanna Brooks, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Arkansas 2020 07 Deanna Brooks

“Legado” se define como un impacto duradero de la acción. Todas tenemos un legado que va en dos direcciones: la influencia sobre nosotros de aquellos que nos precedieron y nuestra influencia sobre los que vienen detrás de nosotras.

Pablo escribió en 2 Timoteo 1:5 (NVI), “Me acuerdo de tu fe sincera, pues tú tienes la misma fe de la que primero estuvieron llenas tu abuela Loida y tu madre, Eunice, y sé que esa fe sigue firme en ti.”

No todas tienen un padre o un abuelo que les guíe, y debemos estar atentas a aquellos a quienes podemos ayudar.

2 Timoteo 2:2 es importante en nuestro caminar de fe. Nos dice que compartamos lo que sabemos. “Me has oído enseñar verdades, que han sido confirmadas por muchos testigos confiables. Ahora enseña estas verdades a otras personas dignas de confianza que estén capacitadas para transmitirlas a otros.” Nuestro legado de fe es una cadena continua donde uno comparte lo que aprende, luego esa persona comparte con alguien más... y el mensaje sigue difundiéndose.

Piensa en cómo aprendiste a cocinar. A muchas de nosotras nos enseñó una madre o una abuela, y cuando tuvimos hijos, les enseñamos a ellos (y tal vez a algunos de sus amigos). Ahora vemos a nuestros hijos enseñando a sus hijos a cocinar. En nuestra familia, mis nietos disfrutan de una receta de bizcocho que se remonta a mi abuela, que se casó en 1913.

Nuestra fe crece a medida que interactuamos con aquellos que nos han precedido. Haz preguntas sobre cómo llegaron a la fe o las personas especiales que los influenciaron. Escuchar a los demás es una parte importante de heredar un legado de fe.

A medida que transmitimos ese legado, no siempre es necesario sentarse con una Biblia para enseñar. Cuando le enseñes a alguien a hornear un pastel, menciona a Elías y a la viuda de Sarepta en 1 Reyes 17. Cuando abras el grifo del agua, habla de Rebeca sacando agua para los camellos del siervo de Abraham en Génesis 24. Los comentarios breves y sencillos plantan la semilla para un estudio más profundo.

Mi abuela era ciega desde que yo tenía 10 años, pero podía relacionar hermosas imágenes de palabras. Ella y su abuelo siempre conocían a los niños del vecindario donde vivían, especialmente a los que no iban a la iglesia, y cuando estos niños venían a comprar galletas caseras y leche, mis abuelos les contaban historias bíblicas. Algunos de estos niños ahora son predicadores, ancianos, diáconos y maestros de clases bíblicas.

Las oportunidades para compartir nuestra fe están a nuestro alrededor. La Biblia está llena de eventos cotidianos que hablan del mensaje de Dios, y podemos usar momentos similares en nuestras vidas para conectarnos con ese mensaje.

Se nos ha dado una hermosa historia... más importante que las conversaciones triviales que a menudo tenemos.

La historia simple que necesitamos para poder compartir tiene estos aspectos destacados:

  • Hay un Dios que creó el mundo, incluido el hombre.
  • El hombre pecó, destruyendo su relación con Dios.
  • Dios amó al hombre... Génesis 3 contiene la primera profecía de un Redentor para restaurar esa relación.
  • Más de 800 profecías del Antiguo Testamento hablan de la venida del Mesías.
  • Jesús el Cristo vino a la tierra, vivió una vida sin pecado, fue crucificado, sepultado y resucitó al tercer día. Regresó a Su Padre hasta el momento en que Él regresará para llevarnos a casa con Él al Padre.
  • La fe en Jesús como el Cristo, el Hijo de Dios es el comienzo de nuestra relación con Dios.
  • El arrepentimiento y la inmersión para la remisión de los pecados siguen como demostración de esa fe.
  • Continuar viviendo una vida fiel nos lleva a Dios.

En Deuteronomio 6:7, se les dice los israelitas, “Repíteselos a tus hijos una y otra vez. Habla de ellos en tus conversaciones cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes.” Compartir nuestro legado de fe es parte de la vida diaria.

Algunas de las últimas palabras de Jesús a sus apóstoles están en Mateo 28:20, “Enseñen a los nuevos discípulos a obedecer todos los mandatos que les he dado...

Si el mensaje está en nuestro corazón, es fácil estar atento a los tiempos para compartir las buenas noticias… ¡Asegurémonos de hacerlo!

Escrito por Brenda Davis, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Arkansas Brenda Davis 2023

¡Pero tengan cuidado! Presten atención y no olviden las cosas que han visto sus ojos, ni las aparten de su corazón mientras vivan. Cuéntenselas a sus hijos y a sus nietos. (Deut. 4:9 NVI)

Aunque apenas se menciona en el Nuevo Testamento, dos mujeres cristianas, Loida y Eunice, sin duda estaban familiarizadas con esta escritura debido a su herencia judía. Es evidente que practicaron esta enseñanza porque leemos sobre la influencia que tuvieron en su nieto/hijo, Timoteo, uno de los predicadores misioneros más impactantes en la iglesia primitiva. Estos son los únicos dos pasajes que mencionan a estas mujeres:

Traigo a la memoria tu fe sincera, la cual animó primero a tu abuela Loida y a tu madre Eunice, y ahora te anima a ti. De eso estoy convencido. (2 Tim. 1:5)

Llegó Pablo a Derbe y después a Listra, donde se encontró con un discípulo llamado Timoteo, hijo de una mujer judía creyente, pero de padre griego. Los hermanos en Listra y en Iconio hablaban bien de Timoteo. (Hch. 16:1-2)

Si tan solo supiéramos más sobre los detalles de cómo criaron a Timoteo. ¿Le daban “tiempo fuera” cuando se portaba mal? ¿Tenía toque de queda? ¿Lo obligaron a ir a la iglesia cuando no quería? Podemos estar seguras de que, como nosotras, no fueron perfectas como abuela y madre. Pero sabemos que a pesar de sus imperfecciones lograron levantar a alguien que optó por dedicar su vida a Cristo y a Su iglesia, como leemos en 1 Corintios 4:17.

Entonces, ¿qué podemos aprender de estas mujeres? Aprendemos que la relación entre nosotras y nuestros hijos y nietos es increíblemente impactante, incluso esencial, para su educación espiritual. También aprendemos que incluso si nuestro cónyuge no es creyente, aún podemos tener una relación que resulte en la bendición de estas almas jóvenes. Hechos 16:1-2 nos dice que mientras su padre era un griego incrédulo, la madre de Timoteo todavía logró enseñarle acerca de Cristo.

Se acepta universalmente que la relación entre una madre y su hijo es importante. Pero también existen múltiples versículos y ejemplos en la Biblia que nos muestran la importancia de los abuelos y los resultados positivos y negativos de esta relación. Ya sea que vivamos cerca, o incluso con, nuestros hijos o nietos, o que estén en todo el país o el mundo, aún estamos llamadas a mantener una relación que fortalecerá su relación con el Señor. El autor Mickey Elliott dice, “Es responsabilidad de los abuelos el alentar, amar, traer paz y unidad. Nunca hables negativamente de ninguno de los padres a los nietos, pero siempre fomenta el amor, el perdón, el desinterés y la comprensión.

¿Cómo podemos construir y mantener estas relaciones influyentes?

  • Por el ejemplo - viviendo nuestra fe en palabras y acciones.

Pero, si una viuda tiene hijos o nietos, que estos aprendan primero a cumplir sus obligaciones con su propia familia. (1 Tim. 5:4a)

Nuestros hijos y nietos observan cómo tratamos y servimos a los demás, cómo reaccionamos ante los acontecimientos de la vida y si nos esforzamos o no por ser como Jesús.

  • Al enseñar - compartiendo la Palabra de Dios desde el primer día, en cada pequeña oportunidad.

Pero tú permanece firme en lo que has aprendido y de lo cual estás convencido, pues sabes de quiénes lo aprendiste. Desde tu niñez conoces las Sagradas Escrituras. (2 Tim. 3:14-15a)

Aprovecha los “momentos de enseñanza”, compartiendo verdades bíblicas en situaciones cotidianas. Esto puede ser tan simple como reemplazar "Qué hermoso día" con "Qué hermoso día hizo Dios para nosotros", mientras miran juntos por la ventana.

  • Al orar - Llevándolos incesantemente ante el trono de la gracia.

No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. (Fil. 4:6)

Ora con ellos y por ellos: su salud, su elección de amigos, sus futuros cónyuges y protección contra el tentador.

Un escritor desconocido ha dicho, “Tener [hijos y] nietos es una bendición. Ayudar a dar forma a sus vidas es un honor”, y la Escritura apoya esta afirmación. Particularmente me gusta la versión del Salmo 127:4-5 de la Versión Contemporánea, “Tener muchos hijos que te cuiden en tu vejez es como un guerrero con muchas flechas. Cuanto más tengas, mejor estarás.” Y Proverbios 17:6 (NTV) nos dice que “Los nietos son la corona de gloria de los ancianos.”

Que todas seamos conscientes del legado espiritual que dejaremos a nuestros hijos y nietos.

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