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Escrito por Rayne Paz, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Salvador, Brasil
En el 2019 participé en un programa de misiones. Me enviaron con un equipo a Perú para servir (somos originarios de Brasil). Sabíamos que tendríamos la oportunidad de entablar relaciones con la gente de allí. De hecho, nos habían enseñado a hacerlo y desde nuestro período de formación sabíamos que contaríamos con la asistencia de un coordinador en el campo para ayudarnos e instruirnos en este nuevo entorno.
Tener a alguien de quién aprender era de suma importancia para que mi equipo de misiones y yo pudiéramos construir buenas relaciones en nuestra misión. Nuestro mentor, junto con su esposa, nos guiaron en la ciudad, el idioma, el contacto con los hermanos y muchas otras actividades. Sin embargo, para que esto funcionara, era necesario que tuviéramos ciertas actitudes como aprendices, y me gustaría compartir algunas de ellas contigo:
- Voluntad de aprender — Es necesario estar interesada en el proceso de aprendizaje. Construir relaciones es costoso. No puedes querer relacionarte sin ganas de aprender o simplemente tener miedo de lidiar con el desarrollo de vínculos, ya sea con tu mentor o con otras personas. En la Biblia vemos que, en el mentoreo entre Moisés y Josué, Dios dejó una palabra de aliento para que Josué no se desanimara en el proceso. Después de todo, estaría relacionándose directamente con miles de personas. “Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el Señor tu Dios te acompañará dondequiera que vayas».” (Jos. 1:9 NVI)
- Ser humildes y sumisas — Desafortunadamente, a menudo interpretamos mal el concepto de humildad y sumisión, lo que puede llevarnos a negar esta práctica. Sin embargo, la luz de las Escrituras nos trae significados genuinos para estos conceptos. Cuando nos sometemos y aprendemos con humildad, podemos aplicar mejor las enseñanzas que recibimos porque sabemos que son efectivas y confiables para practicar. Por supuesto, esa confianza proviene de un mentor inspirado y devoto del Señor y que desea transmitirnos fielmente Su voluntad. Durante la batalla contra los amalecitas, Moisés instruyó a Josué que reuniera hombres para la pelea y él se sometió, obedeciendo las ordenanzas de Moisés, sabiendo que Moisés era un profeta de Dios. “Josué siguió las órdenes de Moisés y les presentó batalla a los amalecitas. Por su parte, Moisés, Aarón y Jur subieron a la cima de la colina” (Ex.17:10).
- Desarrollar paciencia para observar — Durante mi misión, tuve que tener mucho cuidado de observar las costumbres, el idioma y el comportamiento del nuevo entorno en el que me encontraba. Nuestro consejero nos recomendó encarecidamente que hiciéramos esto para que antes de aventurarnos fuera sin dirección, deberíamos ser capaces de comprender primero y sólo entonces llevar a cabo cualquier actividad que tuviéramos en mente. Esto nos ayudó mucho, sobre todo a evitar situaciones que pudieran convertirse en barreras en el proceso de construcción de nuevas relaciones. Antes de convertirse en líder de su pueblo, Josué tuvo que acompañar 40 años de la obra de Dios a través de su mentor, Moisés. Esto ciertamente contribuyó al desarrollo posterior de su ministerio.
- Disposición para poner en práctica — De hecho, el verdadero aprendizaje sólo va acompañado de una acción práctica. Después de algunas semanas en el campo misionero, mi equipo y yo comenzamos a poner en práctica todo lo que habíamos aprendido y todo lo que aprendíamos día a día. Ya podíamos entablar conversaciones, estar en pequeños grupos en los hogares, evangelizar, estar en comunión, servir a la congregación, y día a día desarrollamos relaciones y vínculos que, sin lugar a dudas, llevaremos a lo largo del resto de nuestra vida. Nuestro coordinador ahora nos seguía desde la distancia. Si lo necesitáramos él estaría ahí, pero a estas alturas ya estábamos dando buenos frutos. Moisés tuvo que irse. Era hora de que Josué pusiera en práctica lo aprendido y el reto era tremendo, pero el Señor estaba con él. “Llamó entonces Moisés a Josué, y en presencia de todo Israel le dijo: «Sé fuerte y valiente, porque tú entrarás con este pueblo al territorio que el Señor juró darles a sus antepasados. Tú harás que ellos tomen posesión de su herencia.’” (Deut. 31:7)
El mentoreo es un proceso de aprendizaje mutuo y bendecido para el mentor y el aprendiz. Este intercambio nos permite desarrollarnos y servir de la manera más personal y no genérica. Necesitamos aprovechar las oportunidades y aferrarnos a personas que enseñen e instruyan de manera fiel a Dios, que sean maduras, que nos acojan y nos transmitan lo que alguna vez les enseñaron. Del mismo modo, transmitiremos estas enseñanzas para que cada vez haya más mentores y aprendices del Señor Jesús. Sobre todo, en esta relación, habrá aprendizaje del mentor supremo: “Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma.” (Mt. 11:29)
¿Alguna vez te has acercado a alguien para mentorear o ser mentoreada? Piensa en el intercambio de bendiciones en esta relación.
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Escrito por Nilaurys García, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Arkansas
Cuando pensamos en Josué y Moisés probablemente lo primero que viene a nuestra mente es que Moisés no pudo entrar en la tierra prometida y que Josué fue el escogido por Dios para guiar al pueblo, como lo dice Deuteronomio 31:3 “Jehová tu Dios, él pasa delante de ti; él destruirá a estas naciones delante de ti, y las heredarás; Josué será el que pasará delante de ti, como Jehová ha dicho.”
Josué llevó en sus hombros una gran responsabilidad y para eso Dios lo preparó y puso a Moisés en su camino, fue algo que incluso el pueblo reconoció en Josué 1:16-18,
“Nosotros obedeceremos todo lo que nos has mandado, e iremos adondequiera que nos envíes. Te obedeceremos en todo, tal como lo hicimos con Moisés. Lo único que pedimos es que el Señor esté contigo como estuvo con Moisés. Cualquiera que se rebele contra tus palabras o que no obedezca lo que tú ordenes será condenado a muerte. Pero tú, ¡sé fuerte y valiente!”
Me daría un poco de miedo si yo fuera Josué y tuviera que llevar esta responsabilidad y guiar a una nación, claro que con la ayuda de Dios.
Lo interesante de esta relación es que Moisés no creía estar preparado para todo lo que Dios lo llamó a hacer. Dios también puso personas en su camino de las cuales aprendió y eso se lo transmitió a Josué, por ejemplo, aprendió de su suegro Jetro a enseñar sobre la ley y delegar la tarea de ser jueces en las necesidades del pueblo (Éx. 18: 13-26). Además, aprendió a reconocer la soberanía de Jehová y que Sus promesas se cumplen como lo expresa en Josué 23:14-16.
Creo que lo que más me llama la atención del ejemplo de Moisés fue el aceptar una tarea a la que no creía estar capacitado. Moisés le recuerda a Dios que no es fácil de palabra, como si fuese necesario decirle al Dios Todopoderoso algo sobre Su propia creación, y Dios le responde que Él lo creó así.
“Señor, yo nunca me he distinguido por mi facilidad de palabra —objetó Moisés—. Y esto no es algo que haya comenzado ayer ni anteayer, ni hoy que te diriges a este servidor tuyo. Francamente, me cuesta mucho trabajo hablar. - ¿Y quién le puso la boca al hombre? - le respondió el Señor - ¿Acaso no soy yo, el Señor, quien lo hace sordo o mudo, quien le da la vista o se la quita? Anda, ponte en marcha, que yo te ayudaré a hablar y te diré lo que debas decir. (Éx. 4:10-12)
La vida de Moisés ha sido un recordatorio constante de que Dios tiene el control de todo; desde su nacimiento y el ser criado en Egipto le dio a Moisés las herramientas necesarias para llevar a cabo el propósito.
Todo esto que Moisés atravesó sirvió de ejemplo para formar el carácter de Josué, quien, al fallecer Moisés, tuvo que guiar al pueblo y asumir la posición que antes tuvo su predecesor. Además, tuvo el privilegio de ser llamado, “Asistente de Moisés” en Josué 1:1. “Después de la muerte de Moisés, siervo del Señor, el Señor le dijo a Josué hijo de Nun, asistente de Moisés.”
Dios también le recuerda que, así como estuvo con Moisés también estará con él. “Durante todos los días de tu vida, nadie será capaz de enfrentarse a ti. Así como estuve con Moisés, también estaré contigo; no te dejaré ni te abandonaré.” (Josué1:5)
Josué tuvo que aplicar todas esas enseñanzas cuando tuvo que liderar la conquista de Jericó en Josué 6:2-5, cuando el pueblo tomaría posesión de Jericó, y debía marchar alrededor de los muros de la ciudad, y al séptimo día estos caerían al sonar de las trompetas y el grito de los guerreros.
Creo que, así como Josué tuvo a Moisés, todos hemos tenido personas claves que Dios ha puesto en nuestras vidas para aprender de su ejemplo y acércanos más a nuestro Padre Celestial. ¿Recuerdas quiénes han sido estas personas en tu vida? ¿Hay alguien para quién tú puedes servir como un Moisés?
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