Escrito por Nilaurys García, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Arkansas
Cuando pensamos en Josué y Moisés probablemente lo primero que viene a nuestra mente es que Moisés no pudo entrar en la tierra prometida y que Josué fue el escogido por Dios para guiar al pueblo, como lo dice Deuteronomio 31:3 “Jehová tu Dios, él pasa delante de ti; él destruirá a estas naciones delante de ti, y las heredarás; Josué será el que pasará delante de ti, como Jehová ha dicho.”
Josué llevó en sus hombros una gran responsabilidad y para eso Dios lo preparó y puso a Moisés en su camino, fue algo que incluso el pueblo reconoció en Josué 1:16-18,
“Nosotros obedeceremos todo lo que nos has mandado, e iremos adondequiera que nos envíes. Te obedeceremos en todo, tal como lo hicimos con Moisés. Lo único que pedimos es que el Señor esté contigo como estuvo con Moisés. Cualquiera que se rebele contra tus palabras o que no obedezca lo que tú ordenes será condenado a muerte. Pero tú, ¡sé fuerte y valiente!”
Me daría un poco de miedo si yo fuera Josué y tuviera que llevar esta responsabilidad y guiar a una nación, claro que con la ayuda de Dios.
Lo interesante de esta relación es que Moisés no creía estar preparado para todo lo que Dios lo llamó a hacer. Dios también puso personas en su camino de las cuales aprendió y eso se lo transmitió a Josué, por ejemplo, aprendió de su suegro Jetro a enseñar sobre la ley y delegar la tarea de ser jueces en las necesidades del pueblo (Éx. 18: 13-26). Además, aprendió a reconocer la soberanía de Jehová y que Sus promesas se cumplen como lo expresa en Josué 23:14-16.
Creo que lo que más me llama la atención del ejemplo de Moisés fue el aceptar una tarea a la que no creía estar capacitado. Moisés le recuerda a Dios que no es fácil de palabra, como si fuese necesario decirle al Dios Todopoderoso algo sobre Su propia creación, y Dios le responde que Él lo creó así.
“Señor, yo nunca me he distinguido por mi facilidad de palabra —objetó Moisés—. Y esto no es algo que haya comenzado ayer ni anteayer, ni hoy que te diriges a este servidor tuyo. Francamente, me cuesta mucho trabajo hablar. - ¿Y quién le puso la boca al hombre? - le respondió el Señor - ¿Acaso no soy yo, el Señor, quien lo hace sordo o mudo, quien le da la vista o se la quita? Anda, ponte en marcha, que yo te ayudaré a hablar y te diré lo que debas decir. (Éx. 4:10-12)
La vida de Moisés ha sido un recordatorio constante de que Dios tiene el control de todo; desde su nacimiento y el ser criado en Egipto le dio a Moisés las herramientas necesarias para llevar a cabo el propósito.
Todo esto que Moisés atravesó sirvió de ejemplo para formar el carácter de Josué, quien, al fallecer Moisés, tuvo que guiar al pueblo y asumir la posición que antes tuvo su predecesor. Además, tuvo el privilegio de ser llamado, “Asistente de Moisés” en Josué 1:1. “Después de la muerte de Moisés, siervo del Señor, el Señor le dijo a Josué hijo de Nun, asistente de Moisés.”
Dios también le recuerda que, así como estuvo con Moisés también estará con él. “Durante todos los días de tu vida, nadie será capaz de enfrentarse a ti. Así como estuve con Moisés, también estaré contigo; no te dejaré ni te abandonaré.” (Josué1:5)
Josué tuvo que aplicar todas esas enseñanzas cuando tuvo que liderar la conquista de Jericó en Josué 6:2-5, cuando el pueblo tomaría posesión de Jericó, y debía marchar alrededor de los muros de la ciudad, y al séptimo día estos caerían al sonar de las trompetas y el grito de los guerreros.
Creo que, así como Josué tuvo a Moisés, todos hemos tenido personas claves que Dios ha puesto en nuestras vidas para aprender de su ejemplo y acércanos más a nuestro Padre Celestial. ¿Recuerdas quiénes han sido estas personas en tu vida? ¿Hay alguien para quién tú puedes servir como un Moisés?
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