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Escrito por Amanda Santos, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en João Pessoa, Brasil
"Deja todo lo que tienes y sígueme" es una orden sencilla de entender, pero cuando leemos Marcos 10:21-22 vemos lo triste que estaba ese joven porque pensó en lo que estaba incluido en su "todo" que tendría que dejar atrás.
Llevando este ejemplo a nuestras vidas, ¿cuál es nuestro "todo"? ¿Qué tenemos que es tan valioso que a veces nos impide dejarlo y seguir a Cristo? Bueno, tal vez tu "todo" sea la preocupación por las tareas del hogar, o tal vez el deseo de adquirir una posesión material, o necesites terminar solo una cosita más antes de dejar todo en las manos de Dios. Aquel joven realmente quería seguir a Cristo, pero sus posesiones materiales ocupaban tanto espacio en su corazón que no podía dejarlo todo y confiar en Jesús.
En Lucas 9:23 leemos lo siguiente: “Dirigiéndose a todos, declaró: Si alguien quiere ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga." (NVI)
Cuando Jesús dice: “niégate a ti mismo", nos está llamando a dejar de lado nuestros deseos egoístas y poner la voluntad de Dios en primer lugar. Negarnos a nosotros mismos es una expresión de humildad y sumisión. Es reconocer que nuestros propios planes y deseos son secundarios a los planes de Dios. Este llamado a la abnegación es una invitación a vivir una vida de sacrificio y obediencia, donde la voluntad de Dios prevalece sobre nuestras inclinaciones personales.
La segunda parte del versículo nos llama a tomar nuestra cruz todos los días. La cruz, en la época de Jesús, era un símbolo de muerte y sufrimiento, pero se ha convertido en un poderoso símbolo de redención y amor sacrificial. Tomar nuestra cruz significa estar dispuestos a sufrir y enfrentar dificultades por el bien de Cristo. Tomar nuestra cruz diariamente implica vivir una vida de disciplina espiritual, rechazando el pecado y buscando la santidad. Significa aceptar los desafíos y adversidades que surgen en nuestro caminar cristiano con la misma disposición y valentía que Jesús tuvo al cargar Su cruz. Es un llamado a una vida de dedicación y compromiso inquebrantable con Cristo.
Y finalmente, “seguir a Jesús" significa imitar Su ejemplo, vivir de acuerdo con Sus enseñanzas y caminar en el camino que Él nos muestra. Seguir a Jesús es un llamado a vivir en obediencia y fidelidad. Es permitirle que guíe nuestras vidas y transforme nuestros corazones.
Imitar a Jesús implica conocer profundamente Sus enseñanzas y aplicar estos principios en nuestra vida diaria. Esto requiere un compromiso continuo de estudiar la Biblia, orar y buscar comunión con otros creyentes. Es a través de esta dedicación que podemos entender mejor la voluntad de Dios y alinear nuestras vidas con Sus propósitos.
En Mateo 4:19, Jesús dice: "Vengan, síganme, y los haré pescadores de hombres". Esta frase de Jesús llama a los hombres a ser Sus discípulos, y como discípulos de Jesús, a difundir Su palabra. Es un llamado a evangelizar y difundir las buenas nuevas de la salvación en todo el mundo. Y algo que me parece maravilloso es que podemos hacer esto sin tener que salir de casa. Cuando hablas de Jesús a tu familia, estás evangelizando. Y no te preocupes, Jesús dijo: "Yo te haré". El conocimiento viene de Él, las palabras vienen de Él. Solo necesitamos rendirnos a Su voluntad y estar listos para hacer lo que podamos.
Por lo tanto, hermanas, que estemos dispuestas a renunciar a todo control y a nuestros propios deseos para dejar que Cristo nos guíe por el mejor camino. Y que nuestras vidas sean un ejemplo de fe, para que, a través de nuestra renuncia y rendición, Cristo sea exaltado.
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Escrito por Liliana Henríquez, voluntaria para el Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Colombia
Una de las tareas más difíciles del ser humano es dejar el egocentrismo y entrar en una posición de rendición total ante Dios. Tenemos la falsa creencia de que somos superpoderosas y la verdad es que nada se mueve si no es por la voluntad de Dios.
Si vemos la vida de Jesús, podemos notar que Él fue obediente en todo a pesar de que, humanamente hablando, iba a pasar por un dolor tan intenso como lo era el de la crucifixión. ¿Quién de manera voluntaria se ofrecería a pasar por un dolor físico tan grande como el de morir en una cruz? ¡Jesús lo hizo! Y gracias a eso, tú y yo no tenemos que pagar por nuestras faltas y tenemos vida eterna. En el momento crucial de Su muerte, Jesús se rindió completamente a Dios y a Su Voluntad diciendo: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc 23:45 RV1960).
En nuestra vida diaria, tenemos que “crucificarnos” varias veces, o dicho de otro modo, tenemos que dejar nuestros deseos a un lado y sacrificarnos por un bien superior.
Dejamos a un lado nuestros deseos y priorizamos los de nuestra pareja…
Dejamos a un lado nuestro descanso y escogemos jugar con nuestros hijos…
Dejamos a un lado nuestra comodidad y decidimos servirle con amor al prójimo…
Dejamos a un lado lo que queremos y nos enfocamos en cumplir el llamado de Dios para nuestras vidas.
En el mundo espiritual las cosas funcionan bajo el principio de la rendición total a Dios. Las que hemos aceptado a Cristo como Señor, tenemos claro que ya no vivimos para satisfacer nuestros deseos sino los de Cristo (Gá 2:20) Sabemos que la que quiera ser exaltada, tiene que humillarse. La que quiera ser servida, tiene que servir. La que quiera ser amada, tiene que amar. La que quiera recibir, tiene que dar.
Esto no significa que siempre estemos de acuerdo con los planes de Dios; algunas veces no lo estamos. En realidad, muchas veces nos enojamos porque no entendemos por qué nos pide cosas “ilógicas” o fuera de nuestra zona conocida; sin embargo, una verdadera sierva de Dios, se rinde porque sabe a QUIÉN está sirviendo e imita el ejemplo de Jesús en la cruz diciendo: “Padre, si quieres pasa de mi esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lc 22:42)
Una verdadera sierva, hace su parte, con un corazón rendido y en obediencia total a Dios; y deja a Dios ser Dios. No tenemos por qué comprender todo lo que Dios hace, pero sí debemos hacer todo lo que Dios nos llama hacer porque a eso nos comprometimos cuando decidimos ser Sus discípulos.
¿Está tu vida rendida completamente a la voluntad de Dios?