Por Wendy Neill, Embajadora de Socios del MHRH
Después de vivir nuestras vidas como mujeres sabias siguiendo a nuestro Salvador, seremos invitadas al evento más grandioso de toda la historia: la segunda venida de Cristo. Me encanta visualizar ese día. Pienso en él como tres eventos en uno:
- La boda real definitiva
- La fiesta del Maestro
- Una celebración victoriosa
La boda real definitiva
Todas las bodas reales, las bodas de celebridades y las bodas de películas palidecen en comparación con la boda que esperamos en el cielo. Sabemos que el novio es nuestro precioso Salvador, Jesucristo. ¿Quién es la novia? Tu respuesta inicial podría ser "¡Yo!", pero busquemos en la Biblia para tener una visión más amplia.
Esposos, amen a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella para hacerla santa. Él la purificó, lavándola con agua mediante la palabra, para presentársela a sí mismo como una iglesia radiante, sin mancha ni arruga ni ninguna otra imperfección, sino santa e intachable. (Ef 5:25-27, NVI)
Jesús lava a Su esposa, la iglesia, limpiándola de todo lo impuro para "presentársela a sí mismo”. En Apocalipsis 19, Juan nos dice que nuestras buenas obras son el lino limpio que compone el vestido de la novia.
«Ya ha llegado el día de las bodas del Cordero. Su novia se ha preparado y se le ha concedido vestirse de tela de lino fino, limpio y resplandeciente». (El lino fino representa las acciones justas de los creyentes). El ángel me dijo: «Escribe: “¡Dichosos los que han sido convidados a la cena de las bodas del Cordero!” (Ap 19:7-9)
No puedo esperar para participar en la boda de todos los tiempos y disfrutar de la cena de bodas del Cordero.
La fiesta del Maestro
Mira a ver qué piensas de este lenguaje vívido en Isaías con respecto a la fiesta que Dios prepara:
Sobre este monte el Señor de los Ejércitos preparará para todos los pueblos un banquete de manjares especiales. Un banquete de vinos añejos, las mejores carnes y vinos selectos. Sobre este monte rasgará el velo que cubre a todos los pueblos, el manto que envuelve a todas las naciones. Devorará a la muerte para siempre. El Señor y Dios enjugará las lágrimas de todo rostro y quitará de toda la tierra la deshonra de su pueblo. (Is 25:6-8)
Cuando enseñé esta lección en nuestra clase de damas, me alié con nuestras mayores para sorprender a mi clase con un banquete celestial. Algunas trajeron dulces caseros, otras me dieron dinero para comprar lo que necesitaba y algunas se adelantaron unas horas para decorar la mesa con flores frescas, cubiertos elegantes y copas pequeñas. Con el dinero, compré una fuente de chocolate y puse varias frutas y otros alimentos para mojar a su alrededor. Fue una noche para recordar. Dejamos un asiento a la cabecera de la mesa para Cristo, anticipando deleitarnos con Él en el cielo.
Una celebración victoriosa
En los Estados Unidos, tenemos un torneo nacional de baloncesto universitario llamado "March Madness". Los "no favoritos" (equipos que no han ganado tantos partidos) a menudo vencen a los equipos favoritos. En 2021, la universidad a la que había asistido logró entrar en el torneo. A pesar de que no eran favoritos, yo quería que ganaran, por lealtad. Así ocurrió, ¡vencieron a la Universidad de Texas por un punto! Te puedes imaginar la celebración en esa cancha. Todos saltaban como locos y se abrazaban chocando los cinco.
Como cristianos, a veces sentimos que somos los desvalidos. Satanás parece estar ganando. Pero a diferencia de los equipos deportivos, sabemos que vamos a ganar, y Satanás perderá.
El diablo, que los había engañado, será arrojado al lago de fuego y azufre, donde están también la bestia y el falso profeta. Allí serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos. (Ap 20:10)
No somos los únicos que celebraremos la victoria. En Apocalipsis 5:11-14, vemos "millares de millares y millones de millones" de ángeles y toda criatura en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra y en el mar cantando a nuestro digno campeón: el Cordero. Imagínate a todos esos ángeles y animales cantando en una marea de sonido que no lastima tus oídos, sino que es absolutamente emocionante.
¿Estás esperando ansiosamente el gran evento: la boda real definitiva, la fiesta del Maestro y una celebración victoriosa?