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Escrito por Francia Oviedo, Asistente creativa del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Honduras
Recuerdo estar sentada en un parque con todos mis amigos. Era común sentarnos allí para charlar, reírnos y aunque pareciera inocente, a veces reírnos de otros. Solíamos tener conversaciones poco útiles o provechosas. Pero ese día pasó algo diferente, yo ya era cristiana, había entregado mi vida a Dios y estaba unida en yugo desigual.
Pero, para empezar, ¿qué es un yugo? Imagínate una pieza de madera con dos arcos en medio, en este arco se pone la cabeza de algunos animales, generalmente bueyes, y al estar sujetados por el timón del arado, ellos tirarán de él para arar el campo y crear surcos en los cuales se pondrá la semilla. Estos surcos deben estar hechos de la misma manera porque sin ellos la semilla no podrá crecer correctamente. Por esto es importante que los dos animales que se ponen en el yugo sean de igual tamaño porque si esto no es así, el trabajo no quedará bien hecho y, sobre todo, ellos podrían lastimarse uno al otro porque uno de ellos podría jalar el yugo con más fuerza que el otro. En el Antiguo Testamento encontramos este versículo, “No ararás con buey y con asno juntamente” (Deut. 22:10).
Pero entonces ¿a qué le llamamos una relación de yugo desigual? Comúnmente se le llama unión en yugo desigual a relaciones de matrimonio cuando una de las partes no es cristiana, pero yo creo que va mucho más allá de eso. Creo que es un tema al que debemos estar constantemente prestándole atención. Estar en yugo desigual puede aplicarse también cuando en nuestra vida estamos siendo influenciados por las creencias, culturas, ideas o ideologías, etc. mundanas, donde no reina la voluntad y santidad de Dios. Muchas veces dejamos que estas cosas guíen nuestra forma de pensar y de comportarnos y terminamos unidas en yugo desigual, olvidando la voluntad de Dios para nosotros.
Volviendo a mi historia, después de entregarle mi vida a Dios y decidir cambiar mi manera de vivir, mi forma de hablar y de expresarme, seguía andando de un lado a otro con mis amigos, quienes seguían haciendo las mismas cosas que yo ya no quería hacer. Ese día en el parque, mientras todos tenían una conversación riéndose de un chico que pasaba y hablando cosas sin propósito para mí, entendí que ese ya no era mi lugar y decidí dejar este ambiente y estas compañías. Y como dice 1 Corintios 15:33, “¡No se dejen engañar! Bien dice el dicho, que «Las malas amistades echan a perder las buenas costumbres.»” Realmente me gustaba compartir con mis amigos, pero ya no era un lugar para mí.
Con esto no digo que tenemos abandonar a su suerte a amigos, pareja, un trabajo o proyecto, pero se trata de entender y respetar nuestro propósito de mantenernos haciendo la voluntad de Dios. Creo que cuando demostramos esta firmeza, que por supuesto se debe hacer con mucho amor y respeto por los otros que no piensan y creen en Dios, podemos mostrar también la luz de Jesús y podremos llegar a ser referentes para ellos cuando necesiten de Dios.
En cuanto a mis amigos, puedo decir que, aunque me alejé un poco de ellos y de ese ambiente poco saludable, seguí en contacto regular con ellos, ya que también sé que mi propósito es compartir el mensaje de Dios, intentando ser luz para ellos, pero guardando siempre mi corazón.
Y bueno, yo ya te conté a lo que tuve que renunciar y te aseguro que esto es algo que debo estar evaluando constantemente en mi vida, ¿qué conversaciones tengo, qué música escucho, qué videos o series estoy viendo? Constantemente debo revisar mi corazón y analizar hacia qué me estoy uniendo en yugo desigual.
Y tú, ¿a qué relaciones, conversaciones, películas, libros, o __________ (espacio en blanco para tú lo nombres) te estás uniendo en yugo desigual? Te animo que en oración con Dios pongas eso en Sus manos y que Él te ayude siempre a guardar tu corazón y a no estar unida en yugo desigual.
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Escrito por Beliza Patrícia, Coordinadora de Brasil para el Ministerio Hermana Rosa de Hierro
Hay un dicho común en la mayor parte de Brasil: "Dime con quién caminas y te diré quién eres". Repetido por madres, abuelas y docentes, este dicho tiene un significado muy claro: somos como las personas con las que pasamos el tiempo. Pero esta comprensión no es nueva. Amós 3:3 dice: “¿Pueden dos caminar juntos sin antes ponerse de acuerdo?” (NVI)
Los jóvenes cristianos escucharán 2 Corintios 6:14 en innumerables clases y estudios bíblicos. “No formen alianza con los incrédulos. ¿Qué tienen en común la justicia y la maldad? ¿O qué comunión puede tener la luz con la oscuridad?” Un yugo es un trozo de madera que conecta a los animales permitiéndoles trabajar juntos, tirando de un carro, por ejemplo. De esta forma, el peso se reparte equitativamente entre ambos. Sin embargo, si los animales son demasiado diferentes, el yugo distribuirá el peso de la madera de manera desigual, provocando que uno de ellos lleve una carga demasiado pesada. En otras palabras, el yugo será desigual.
Esta ilustración se utiliza a menudo como una alerta sobre las dificultades de un cristiano para casarse con un no cristiano. Y esto tiene mucho sentido: ¡la unión matrimonial no es sólo física! ¡También es una unión espiritual! Pero ¿se aplica este ejemplo sólo al matrimonio? ¡No! Ya sea que nos casemos o no, tenemos relaciones con otras personas que participan e influyen en nuestras vidas. Por eso, debemos estar atentos y tener criterios claros a la hora de elegir con quién caminaremos. ¿Pero por qué?
Quizás pienses: “¡Soy fuerte! ¡Puedo llevar el yugo! Veamos la explicación que brindan las Escrituras sobre por qué no debemos ponernos en la posición de estar en yugo desigual, mostrando las diferencias que hacen que un cristiano sea incompatible con el pecado del mundo que 1 Juan 5:19 nos dice que está controlado por el malvado.
¿Qué armonía tiene Cristo con Belial? ¿Qué tiene en común un creyente con un incrédulo? ¿En qué concuerdan el templo de Dios y los ídolos? Porque nosotros somos templo del Dios viviente. Como él ha dicho: «Viviré con ellos y caminaré entre ellos. Yo seré su Dios
y ellos serán mi pueblo»”. (2 Cor 6:15-16)
- Justicia versus maldad: Jesús vino a justificar, quitando el pecado; ahora quien cree en Jesús vive para la justicia, no para el mal.
- Luz versus oscuridad: El pecado y las mentiras del mundo son oscuridad, pero la verdad de Jesús ilumina la vida del creyente.
- Cristo versus Belial: El término Belial se asoció con Satanás, ya que la expresión en hebreo significa inútil; en otras palabras, el adversario de Cristo. El creyente vive para Cristo y es enemigo del diablo.
- Creyente versus no creyente: El creyente cree en Jesús y no lo rechaza.
- Templo de Dios versus ídolos: El creyente tiene a Jesús viviendo dentro de ellos, por eso son templo de Dios; por lo tanto, no pueden adorar a otros dioses.
Este pasaje bíblico enfatiza todas las cosas con las que nosotros como cristianos no debemos asociarnos. Nota que la Palabra dice “No formen alianza”; en otras palabras, podemos ser nosotros quienes nos pongamos en situaciones como ésta y decidamos vivir en yugo desigual. Sin embargo, es importante aclarar que el pasaje no se refiere al aislamiento. Evitar un yugo desigual no significa distanciarnos de las personas que no son cristianas, sino de las cosas malas que hacen.
Estamos llamadas a construir amistades reales y profundas con los no creyentes, difundiendo el amor de Cristo, pero no podemos estar de acuerdo con el pecado, ni participar en él (Juan 17:15-18). Cuando estamos entre personas que no son cristianas debemos dar testimonio de Jesucristo, y muchas veces esto implica saber decir no en muchas situaciones. Jesucristo siempre caminaba entre corruptos y gentiles, pero nunca se contaminó con sus pecados, no aceptó ni se conformó con su comportamiento y les mostró el camino de la luz predicando el evangelio y el arrepentimiento.
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