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Michelle Escrito por Michelle J. Goff, Fundadora y Directora ejecutiva del Ministerio Hermana Rosa de Hierro

Jesús instruyó a Sus discípulos y a la gente desde la ladera de una montaña: “Ustedes deben orar así…” (Mt. 6:9a). Después de haberles advertido a no ser como los hipócritas que oraban para ser vistos, les guio sobre la naturaleza relacional de la oración.

Nuestro Padre sabe lo que necesitamos, así que no necesitamos hablar por solo hablar para llegar a una cantidad mínima de palabras. Al contrario, la oración del Señor expresa alabanza, petición, confesión y sumisión a que se haga la voluntad de Dios. En otros pasajes bíblicos, vemos la vitalidad del agradecimiento como otro elemento esencial de la oración (Ps. 118:1; Fil. 4:6).

Aun cuando Jesús, en el sermón del monte, hace la transición de enseñar sobre la oración a instruir sobre el ayuno, vemos a lo largo de las Escrituras que esas dos prácticas se presentan en conjunto (Mt. 6: 5-18; Is. 58; Lc. 4:1-13).

Juan 17 es el único lugar en donde vemos el transcrito de una de las oraciones de Jesús. Él ora por sí mismo, por Sus discípulos y por todo creyente. Aquí, otra vez, Jesús afirma la naturaleza relacional de la oración, la relación que Él tenía con el Padre y la relación que el Hijo anhela facilitar entre el Padre y los que en Él creen.

Por los evangelios, deducimos del ejemplo de Jesús la importancia de la oración a través de Su dedicación a esa práctica. Su nivel de compromiso a esta disciplina espiritual es indudable. Jesús se aísla de Sus discípulos, toma un tiempo a solas y en Lucas 6, hasta dedica una noche entera para comunicarse con Su Padre.

Por aquel tiempo se fue Jesús a la montaña a orar y pasó toda la noche en oración a Dios. (Lc. 6:12)

Cuando vivía en Venezuela, recuerdo varias vigilias de oración cuando cantábamos, leíamos las Escrituras, orábamos a solas o en grupos, escuchábamos a otros orar en voz alta, alabábamos y disfrutábamos la comunión con nuestro Padre y con nuestros hermanos en Cristo.

Lamentablemente, he abandonado esa práctica. Me regocijo más al recordar lo que significaba compartir ese compromiso a la oración juntos. Jesús mismo pidió a Su círculo íntimo de tres (Pedro, Jacobo y Juan) a que le acompañara en oración la noche en que fue traicionado.

Desde nuestro inicio, el Ministerio Hermana Rosa de Hierro ha dedicado febrero como nuestro mes de oración. Oramos individualmente y en comunidad. Oramos en voz alta y en silencio. Oramos por las Escrituras e inspirados por el Espíritu Santo. A través de la oración, profundizamos nuestras relaciones con Dios y los unos con los otros.

Comprometidas a Cristo 24x7 en el 2024 significa que estamos comprometidos a orar como Él oró, especialmente este mes. Tenemos calendarios de oración disponibles con versículos bíblicos y apuntes para cada día en español, inglés y portugués.

Este sábado, 3 de febrero, tendremos un evento virtual trilingüe. Por favor, inscríbete por nuestra página web para recibir el enlace de Zoom y coordinar la hora de inicio (10am central).

Finalmente, el 24 de febrero, haremos la maratón de oración de 24 horas con gente alrededor del mundo orando con nosotros. Nos encanta ver desde dónde están orando, así que, por favor, anótate para orar en segmentos de 30 minutos para orar e incluye tu ciudad local.

Mientras tanto, ustedes nos ayudan orando por nosotros. Así muchos darán gracias a Dios por nosotros a causa del don que se nos ha concedido en respuesta a tantas oraciones. (2 Co. 1:11)

 

Kara BensonEscrito por Kara Benson, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Alabama

Maltratado y humillado, ni siquiera abrió su boca, como cordero fue llevado al matadero,
como oveja que enmudece ante su trasquilador, ni siquiera abrió su boca. (Is. 53:7 NVI)

Sabiendo que su traición y arresto eran inminentes, Jesús estaba angustiado. Su sudor se convirtió en gotas de sangre cayendo al suelo. Había llegado el momento. La muerte ya no estaba a lo lejos; había llegado a la puerta de Su casa. ¿Cómo podría llevarlo a cabo? ¿Cómo pudo Jesús sufrir no solo el abandono, la humillación, la tortura y la crucifixión, sino también cargar con los pecados y las penas de la humanidad? Cristo pudo ser entregado hasta la muerte debido a Su humildad, confianza en Dios y amor por nosotros.

Humildad


[Jesús] quien, siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse. Por el contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos. Y al manifestarse como hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz!! (Fil. 2:6-8)

Jesús quería que la copa pasara de Él y oró para que así fuera, pero se humilló y aceptó el plan de Dios (Mt. 26:39). El divino Hijo de Dios asumió voluntariamente el estatus social más bajo, sirvió, se sacrificó y sufrió para poder simpatizar con nosotros y asegurar un medio de salvación. De acuerdo con el versículo anterior en Filipenses 2, ¡estamos llamados a tener la misma mentalidad y actitud de humildad que Cristo (v. 5)!

Confianza en Dios
Porque Cristo se humilló a sí mismo y se sometió a la muerte,


Dios lo exaltó a lo más alto y le dio el nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. (Fil. 2:9-11)

Jesús confiaba en que Dios cuidaría de Él y lo glorificaría en el momento apropiado. Su fe era más grande que Su confusión. "Como estaba angustiado, se puso a orar con más fervor ..." (Lc. 22:44). Jesús derramó Su corazón en oración. Él no reprimió Sus emociones ni su dolor. Tampoco se contuvo; Él obedeció plenamente a Su Padre y dio Su vida (Jn. 10:17-18). La profunda confianza de Cristo en el Padre le permitió comprometerse con la muerte.

Amor por nosotros
Si bien es posible que alguien se atreva a morir por una persona justa, morir por una persona injusta generalmente se consideraría absurdo. Sin embargo, Cristo murió por nosotros cuando aún éramos pecadores: “A la verdad, como éramos incapaces de salvarnos, en el tiempo señalado Cristo murió por los impíos" (Ro. 5:6). Además de crearnos, darnos el aliento en nuestros pulmones y mantener todas las cosas juntas en el Hijo, Romanos 5:8 identifica cómo Dios demuestra Su amor por nosotros: "Siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros". Verdaderamente Cristo es el Buen Pastor que da Su vida por Sus ovejas (Jn. 10:14-15).

El compromiso de Cristo con la muerte fue más que un compromiso con Su propia muerte; fue también un compromiso con nuestra muerte.

El amor de Cristo nos obliga, porque estamos convencidos de que uno murió por todos y por consiguiente todos murieron. Y él murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió por ellos y fue resucitado. (2 Co. 5:14-15)

Como discípulos de Cristo, debemos seguir Su ejemplo. Debemos estar dispuestos a morir por nuestro Señor.

En lugar de un sacrificio monumental que podríamos hacer en el futuro, nuestro enfoque debe estar en la devoción diaria: “Si alguien quiere ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga. Porque el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará” (Lc. 9:23-24). Ese llamado viene con una promesa: "... sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida” (Ap. 2:10).

Estamos llamados, comprometidos, a morir a nosotros mismos y a vivir en Cristo, para Cristo, por Cristo y con Cristo en nosotros.

Yo, por mi parte, mediante la Ley he muerto a la Ley, a fin de vivir para Dios. He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí. (Gá. 2:19-20)

A la luz del compromiso de Cristo con la muerte y de nuestro llamado a seguir Sus pasos, “fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios” (Heb. 12:2).

Al igual que nuestro Señor, practiquemos la humildad, la confianza en Dios y el amor. ¿Cómo puedes destacar aún más en cada una de estas áreas?

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