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(escrito originalmente en el año 2015)
Siempre la social y extrovertida, mi aspecto introvertido ha dominado en los últimos años. Puede que no ha sido muy obvio o evidente para quienes no me conocen bien.
Antes del trauma emocional de la rotura de la relación por mi prometido, nunca había experimentado la ansiedad social ni un ataque de pánico. Sin embargo, en los meses y años después de ese suceso, me sentí como una extensión de mi misma o alguien que estaba pasando por las mociones de ser quien verdaderamente soy.
No era una máscara. Se podría decir que estaba fingiendo para poder realizarlo… porque sabía que la versión verdadera de mi misma seguía allí, esperando despertarse y volver a la tierra de los vivos.
La depresión severa te puede llevar a ese extremo. Y es un proceso por el cual uno tiene que pasar. No es uno sale de allí porque es una lucha continua para quienes sufren de depresión.
Los últimos tres años han sido muy estresantes e intensamente emocionales por razones y en maneras que no valen la pena explicar. No voy a detallarlas porque mi enfoque actual es el de agradecimiento.
Conversación abierta, honesta, y auténtica ha caracterizado mi interacción con muchos sobre los desafíos que he enfrentado. Y por lo tanto, me emociona poder decirte que en los días recientes, me complace poder ver mi cabeza salir de la neblina que se me ha rodeado.
Esta noche fue la primera vez en mucho tiempo que he querido participar en la reunión de la iglesia fuera del domingo por la mañana. Canté con convicción, oré con pasión, y saludé a otros con interés genuino.
¿Eso significa que lo que he hecho en los últimos tres años ha sido insincero? ¿Lo hacía para gloriarme o cumpliendo con las mociones por hacerlas? De ninguna manera.
Todo fue hecho por fe. Fe en Dios de redimirme y restaurar mi primer amor. Fe en Dios de seguir guiando mis pasos y aclarar mi llamado. Fe en otros de ser pacientes conmigo durante el proceso. Fe a pesar de las lágrimas, pesadillas, ansiedad, depresión, dolor, frustración, y estrés…
Y ahora, si esta emoción me dura sólo un día más o una semana, doy gracias a Dios que, por fe, he llegado a un momento en que quería ir a la iglesia esta noche – no para cumplir con mis responsabilidades, sabiendo que, al llegar, encontraría gozo. Esta noche, por fin, quería ir a la iglesia para ser la iglesia y estar con la iglesia, adorar con otros cristianos y a celebrar nuestra fe al hacer y ser lo que define la iglesia.
Porque la fe no se basa en una emoción. Se basa en la obediencia y el confiar en quien nos puede devolver a la versión verdadera de nosotros mismos y transformarnos más y más en la imagen de su Hijo.
Entonces, te invito a regocijarte conmigo en el poder de la fe. Te animo a perseverar en fe y esperanza. Y le pido a Dios que te fortalezca para seguir obedeciendo por fe, aun si pasa un día, una semana, un mes, o unos años sin “sentirlo.”
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“Me deleito en hacer Tu voluntad, Dios mío;
Tu ley está dentro de mi corazón.” (Salmo 40:8)
Las palabras fluyen con facilidad por mis labios, pero mi mente titubea preguntándose, analizando el Salmo de pies a cabeza….
Tu ley está dentro de mi corazón
Escudriño mi corazón y encuentro muchas cosas: sentimientos de cariño para personas, lugares y recuerdos. Y sí, encuentro la Palabra de Dios, un amor y respeto profundo por lo que está escrito, una expresión del deseo que tiene Él para con nosotros. Encuentro conocimiento de Sus leyes: como me debo comportar para ser más como Él, bondad, paciencia, perdón. He leído Su Palabra y mi mente y corazón descansan sobre sus mandamientos, completamente conscientes de Su presencia y aplicación en mi vida.
Dios mío
Pero me pregunto, ¿realmente estoy consciente de quién es cuyas leyes están en mi corazón? No son las leyes de un país que exige que obedezcas o te enfrentarás las consecuencias. No son las leyes de un padre o madre que merece respeto por el tiempo y amor que han derramado sobre nosotros a través de los años. Son las leyes del Creador del Universo quien ha encomendado una parte de la eternidad en nuestras manos. No pide mucho, pero merece todo. Nada de lo que tenemos o hacemos es gracias a nosotros. Todo es gracias a Él.
Me deleito en hacer Tu voluntad
Esta es la parte que me detiene para echar un vistazo honesto a la motivación detrás de mis acciones. Sí, hay partes de la voluntad de Dios que provocan deleite. El ser parte de Su cuerpo, animándonos unos a otros con creyentes en todo el mundo, luchando por ser como Cristo al lado de hermosas amigas y hermanas… ¡esto sí es un deleite! Pero, ¿que de las veces cuando la obediencia no es tan divertida? ¿Sigo deleitándome?
¿Me deleito cuando debo portarme con bondad ante alguien que me ha tratado mal? ¿Me deleito cuando soy llamada a servir a alguien que me ha lastimado profundamente? ¿Me deleito cuando el obedecer un mandamiento pueda traerme algún daño físico?
Santiago 1:2-3 dice “Tengan por sumo gozo, hermanos míos, cuando se hallen en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de su fe produce paciencia.”
¿Gozo en las pruebas? Sí. Si son pruebas de obediencia, hará gozo cuando perseveramos. No una felicidad circunstancial efímera, sino un gozo profundo, duradero que viene al saber que hemos recibido misericordia y gracias del que ha conquistado el dolor, la tristeza, el pecado y la muerte.
Anhelo clamar este Salmo como el canto de mi corazón. Anhelo hallar gozo puro al hacer la voluntad de Dios, sin importar lo que esa sea.
Quiero que las siguientes frases sean el coro reflejado en mis acciones:
Cuando el obedecer a Dios parezca ilógico y arduo…
“«Maestro, hemos estado trabajando toda la noche y no hemos pescado nada, pero porque Tú lo pides, echaré las redes».” (Gracias por tu ejemplo, Pedro… Lucas 5:5)
Cuando el obedecer a Dios pueda traer acusaciones y juicio del mundo que me rodea…
“«Aquí tienes a la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra».” (Gracias por tu ejemplo, María… Lucas 1:38)
Cuando el obedecer a Dios significa enfrentar angustia, dolor y temor…
“«Padre, si es Tu voluntad, aparta de Mí esta copa; pero no se haga Mi voluntad, sino la Tuya».” (Gracias por Tu ejemplo, Jesús… Lucas 22:42)
Entonces podré decir que verdaderamente me deleito en hacer Tu voluntad, y encuentro el GOZO en la OBEDIENCIA.