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Escrito por Rachel Baker, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Searcy, AR.
“Por su acción todo el cuerpo crece y se edifica en amor, sostenido y ajustado por todos los ligamentos, según la actividad propia de cada miembro.”
Efesios 4:16
Ser parte de una familia de iglesia significa que a menudo escuchas lecciones sobre tu parte en “los unos a los otros”. Se espera que todos ofrezcamos lo que sea que pensamos contribuir cuando se refiere a servir y dar a otros. La iglesia es un cuerpo con muchas partes, ¿verdad?
Como he trabajado con muchas congregaciones y grupos pequeños a lo largo de los años, he notado un área de vulnerabilidad que muchas personas comparten cuando se refiere al aspecto de una vida espiritual. Cualquiera puede encontrar tiempo para cosas como leer la escritura y la oración. Dar un porcentaje de tu ingreso es suficientemente fácil calcular. Pero, ¿qué pasa cuando se espera que des de tus propios talentos? Aquí es en donde las mentiras surgen.
Una de las mentiras más grandes que la gente de iglesia se permite creer es: “Yo no tengo nada que ofrecer.” Es fácil ver las fortalezas, habilidades, y contribuciones de otros que sirven abiertamente y pensar, “Yo no puedo hace algo como eso.” Nosotros no identificamos los dones y talentos que vienen como habilidades dadas por Dios naturalmente que pueden y deben ser usadas para Su gloria.
Así que, ¿cómo combatimos esa mentira cuando surge y nos mantiene lejos de participar como parte del cuerpo? La verdad es que cada una tenemos dones, habilidades y fortalezas específicos para contribuir en el cuerpo de Cristo. Cada miembro es irremplazable. Yo amo la cita de Efesios 4:16 en la versión Nueva Traducción Viviente:
“Él hace que todo el cuerpo encaje perfectamente. Y cada parte, al cumplir con su función específica, ayuda a que las demás se desarrollen, y entonces todo el cuerpo crece y está sano y lleno de amor.”
El cuerpo no puede crecer si cada parte no está haciendo su trabajo especial. Mi oración es que cada una de nosotros reclame audazmente las habilidades y fortalezas que Dios nos ha dado para que Su cuerpo crezca y se vuelva saludable y lleno de amor.
Toma un momento para reflexionar: ¿Cuáles son algunos de tus dones y talentos? ¿Cómo puedes animar a tus Hermanas Rosa de Hierro a utilizar sus dones y talentos para contribuir al crecimiento del cuerpo?
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Todas anhelamos relaciones auténticas. En el mundo “súper-conectado” en el que vivimos por los medios sociales y otra tecnología, muchas veces perdemos el arte de las conexiones profundas en las relaciones.
Nuestra relación con Dios se convierta en un “me gusta” a un meme con un versículo bíblico más que un dejar que esos mismos versículos transformen nuestros corazones.
Nuestras relaciones los unos con los otros se tratan más de las “me gusta” que se envían en vez de la calidad o profundidad de relaciones espirituales.
Hace poco, invité a una amiga preguntarme frecuentemente, “¿A qué estás diciendo que “no”?”. Al darle ese permiso para cuestionarme, le mostré cómo estaba trabajando para eliminar una espina que ha impedido mi crecimiento. En cambio, ella pudo ser vulnerable conmigo y compartir como ella lucha con el mismo problema. Ahora servimos como hierro afilando a hierro, Hermanas Rosa de Hierro, animándonos y haciéndonos responsables en esa área.
Otra amiga me mandó un mensaje de texto una mañana después de una conversación difícil la noche anterior: “¡Epa! ¿Necesitas ese hierro hoy? ¡Yo también!” Nuestra relación de hierro afilando a hierro es de doble vía con palabras de ánimo y de verdad, con amor (Ef. 4:15).
Una Hermana Rosa de Hierro…
• puede ser joven o vieja, una cristiana nueva o madura, en el mismo pueblo o al otro lado del país,
• tiene la fuerza del hierro y la delicadez de una rosa,
• trae sus talentos y dones únicos al jardín de Dios y a la iglesia de Cristo.
Cuando el hierro se afila con el hierro, salen chispas. Pero, es cómo una se mantiene afilada y lista para la batalla. Sólo las ramas que dan fruto se podan (Jn. 15:2). Y una de las maneras en las que Dios, como Jardinero Divino, nos ayuda con el podar es a través de las relaciones entre Hermanas Rosa de Hierro.
Gracias a las Hermanas Rosa de Hierro en mi vida que me animan a ser tan bella como rosa, a pesar de las espinas.