Confieso que cuando toca leer los pasajes que incluyen una genealogía, no leo todas las palabras ni todos los nombres. Como no los puedo pronunciar bien y no los conozco, me parece un poco aburrido en la lectura bíblica. Hasta que paso por un nombre conocido, o veo el nombre de una mujer, por ejemplo, no me paro para considerar las vidas que llevaron cada persona enlistada.
En la genealogía en Mateo, se menciona a cinco mujeres (cuatro por nombre: Tamar, Rajab, Rut y María, y a Betsabé por referencia). Pero ¿qué tal si uno de esos hombres o mujeres mencionados en la genealogía no viviera su vida?
Mateo habla de las catorce generaciones entre Abraham y David, las catorce entre David y la deportación a Babilonia y las catorce desde la deportación hasta el Cristo. ¿Llegaríamos a Jesús sin la vida de Naasón, padre de Salmón? ¿Qué tal si Eleazar no fuera padre de Matán? Salmón era el padre de Booz, quien conocemos bien por la historia de Rut. Matán fue el papá de “Jacob, padre de José que fue el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado el Cristo” (Mt. 1:16).
Cada uno de estos personajes eran reales en la historia bíblica. Vivieron aquí en la tierra y tuvieron su parte en la historia de Cristo. Si no fuera por ellos, no tendríamos la oportunidad de conocer a Cristo y tenerlo como Salvador y Señor. Cada uno tenía su parte que ahora celebramos como parte de la gran historia.
A veces uno quisiera tener una gran historia de impacto. La recién graduada quiere conseguir un trabajo que le permite hacer grandes cosas. El predicador quiere poder preparar grandes sermones que trae a muchas personas a Cristo.
Pero no todos tenemos una parte tan “grande,” ni podemos, ni debemos.
17 Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿qué sería del oído? Si todo el cuerpo fuera oído, ¿qué sería del olfato? 18 En realidad, Dios colocó cada miembro del cuerpo como mejor le pareció. 19 Si todos ellos fueran un solo miembro, ¿qué sería del cuerpo? (1 Cor. 12:17-19)
Dios coloca cada miembro del cuerpo como mejor le parece. Escogió a cada persona en la genealogía para que, a través de ellos, llegara Su hijo.
Dios tiene un plan y una perspectiva mucho mayor que los que tenemos nosotros. Y ¿quiénes somos nosotros para cuestionarle?
A pesar de todo, Señor, tú eres nuestro Padre;
nosotros somos el barro, y tú el alfarero.
Todos somos obra de tu mano. (Is. 64:8)
¿No tiene derecho el alfarero de hacer del mismo barro unas vasijas para usos especiales y otras para fines ordinarios? (Rom. 9:21)
Demos gracias a Dios, el Gran Alfarero, por hacernos parte de Su cuerpo. Demos gracias a Dios por ser parte de Su gran historia, especialmente cuando sentimos que nuestra parte no es tan grande ni importante como quisiéramos. Sin tu parte, no se cumpliría el todo de lo que Dios quiere hacer en Su cuerpo. Sin las partes que tienen otros, tampoco se cumpliría el plan de Dios.
No sabemos lo que Dios hará con cada parte, pero luego entenderemos mejor. Mientras tanto, confiamos en Él y ¡celebramos las partes que todos tienen!
P.D. Felicidades a todos los padres por la parte que tienen en la gran historia de Dios en nuestras vidas en el reino. Que Dios les bendiga.