El Salmo 119, posiblemente escrito por David, resalta la importancia de una relación con el Legislador o Dador de la ley, no sólo el cumplir con Sus mandatos. Con un discurso poético y elegante en su forma acróstica, el salmista usa las letras del alfabeto hebreo para describir la relación entre el Legislador a través de Sus caminos, decretos, dichos, estatutos, justos juicios, leyes, mandamientos, mandatos, palabra y preceptos.
Las palabras mencionadas en referencia a la ley en Salmo 119 llevan connotaciones diferentes aún si no reconocemos la definición de cada una. En una tierra sin leyes, la ley trae orden y paz. Sin preceptos y estatutos, hace falta una guía. Mandatos y justos juicios posiblemente se sientan pesadas, pero dan seguridad. Caminos, dichos y palabras suenan más suaves o atractivas porque son más relacionales y nos invitan a una historia mayor.
Verdaderamente, toda faceta de la ley es para nuestro bien (Sal. 119:68). Cuando el Legislador pide nuestra obediencia, es para guiarnos, fortalecernos, darnos vida y consuelo. Usando solamente los primeros 80 versículos del Salmo, toma nota del lenguaje usando para narrar las subidas y bajadas de la relación de la ley de Dios. A veces, el salmista hace una declaración definitiva (Salmo 119:9, 30) y en otros momentos clama pidiendo que le recuerde un compromiso (Sal. 119:5, 29, 66) o apela como siervo fiel (Sal. 119:10, 76).
Observa las frases que usa para hablar sobre la relación que el salmista tiene con la ley:
La guardo, la creo, la cumplo, me regocijo en ella, la conozco, la sigo, la considero, la aprendo, la llevo, la proclamo, la canto, medito en ella, la recuerdo, pongo mis ojos en ella, me deleito en ella, la escojo, me apego a ella, corro por ella, no me aparto de ella, la amo…
Usando la lista de verbos en cursiva, ¿cuál frase más te sirve como invitación? ¿Cuál es el mayor desafío?
No son pasos de un camino recto, uno que lleva al otro. Tampoco es una lista exhaustiva. Sin embargo, estas palabras pueden ilustrar dónde nos encontramos en relación con la ley y también con el Legislador. Ahora, leamos la misma lista de frases en el contexto del Legislador en vez de la ley.
Lo guardo, lo creo, lo cumplo, me regocijo en Él, lo conozco, lo sigo, lo considero, lo aprendo, lo llevo, lo proclamo, lo canto, medito en Él, lo recuerdo, pongo mis ojos en Él, me deleito en Él, lo escojo, me apego a Él, corro por Él, no me aparto de Él, lo amo…
¿Ves la correlación entre la ley y el Legislador?
La ley de Dios es un deleite, no una carga; una relación, no una lista de reglas. Y estas expresiones de relación con la ley y el Legislador son parte de nuestra obediencia.
La obediencia es más que una carga que llevamos. Nos deleitamos en obedecer Su ley porque implica una relación con el Legislador, ¡especialmente dado que Él se hizo carne y cumplió la Ley y las Profetas (Jn. 1:14; Mt. 5:17)! ¿Te estás deleitando conmigo?
Te invito a conversar más sobre el Salmo 119, compartiendo estas preguntas y respuestas con una Hermana Rosa de Hierro. Pueden turnar en leer las secciones del Salmo 119 y resaltar las palabras que describen la ley de Dios y cómo el salmista interactúa con ella. Pasen un tiempo en oración juntas sobre el deseo mutuo de deleitarse en Su palabra y Sus caminos, a obedecerle e invitar a otros a una relación con Él.