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Escrito por Alina Stout, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Arkansas
No me di cuenta de cuánto necesitaba Hermanas Rosa de Hierro en mi vida. No me di cuenta de cuánta fuerza, aliento, verdad, fe y amor serían parte de una relación con una Hermana Rosa de Hierro. No me di cuenta de lo importante que serían para mí las Hermanas Rosa de Hierro hasta que me di cuenta de que Dios me dio a estas hermanas en Cristo como un salvavidas espiritual que me ayudan a mantenerme conectada con Él. Además, parte de mi comprensión es que Dios me ha dado como una Hermana Rosa de Hierro a otras para ayudarlas a mantenerse conectadas con Dios también.
Hay muchos tipos de temporadas que involucran cambios y desafíos, y todas pasamos por ellas de una forma u otra. Me he encontrado en una de esas temporadas ya que estoy recién casada, actualmente soy estudiante de magisterio en la universidad, estoy a punto de graduarme y anticipo una mudanza. He descubierto que la mayoría de las veces, mi día más difícil de la semana o mi mejor día de la semana “sucede” en el día de la semana en que me reúno con mis Hermanas Rosa de Hierro. Esto significa que mis desafíos aumentan el día que tengo la oportunidad de llorar con mujeres que me aman, de escuchar a mujeres que me llenan con la verdad de Dios y de recibir oración de mujeres que son guerreras de oración. He visto, una y otra vez, cómo Dios ha respondido directamente e incluso con prontitud las oraciones de mis Hermanas Rosa de Hierro. En mis mejores días, puedo compartir mi fuerza y tranquilidad con mis Hermanas Rosa de Hierro que están luchando. Tengo la oportunidad de escucharlas, de llorar con ellas, de ofrecerles esperanza y de orar por ellas. Esta relación mutua es verdaderamente una tremenda bendición de Dios.
El compromiso que podemos hacer con nuestras hermanas en Cristo me recuerda el compromiso que hizo Rut con Noemí. Rut y Orfa eran moabitas que se casaron con una familia israelita que vivía en Moab durante una hambruna en Israel. Experimentaron con su suegra, Naomi, una temporada de cambio y desafío cuando todas perdieron a sus esposos y se vieron obligadas a encontrar una manera, como mujeres, de mantenerse sin tener otra familia cerca. Tanto Rut como Orfa fueron un apoyo increíble para Noemí mientras estuvo separada de sus parientes. Cuando la hambruna estaba remitiendo y Noemí finalmente pudo regresar a su hogar en Belén, les dijo a sus nueras que podían regresar a sus propios hogares en Moab. Después de mucho convencimiento, Orfa se fue. Pero, ¿qué pasa con Rut? Rut “se aferró” a Noemí (Rut 1:14, NVI). No sólo se aferró a ella físicamente, sino que también eligió aferrarse a Noemí de por vida. Ella eligió la patria de Noemí como propia. Ella eligió la voluntad de Noemí como propia. Ella eligió a la familia de Naomi como propia. Y ella escogió al Dios de Noemí como propio.
Cuando nos aferramos a nuestras hermanas en Cristo, la familia que elegimos como nuestra es la familia de Dios. La patria que estamos eligiendo es el reino de Dios. La voluntad que estamos eligiendo es la voluntad de Dios. La vida que elegimos es la buena vida que proviene de ser parte de la familia de Dios. Cuando nos aferramos a nuestras Hermanas Rosa de Hierro, estamos eligiendo mantenernos cerca del refugio de Dios.
Estar comprometida con otra hermana en Cristo es un compromiso que Dios ama y bendice. ¡Después de todo, amar a las demás tan profundamente está cerca del corazón de Dios! Booz, un hombre de Dios y pariente de Noemí, notó a Rut y su increíble apoyo a Noemí. Booz dirigió una oración de bendición a Rut, diciendo: “¡Que el Señor te recompense por lo que has hecho! Que el Señor, Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte, te lo pague con creces” (Rut 2:12, NVI). Rut también asombró a las mujeres de Belén. ¡Reconocieron a Rut por su amor por Noemí y la consideraron para Noemí mejor que siete hijos! En un día en que los hijos llevaban el nombre de la familia, ¡esto habla del gran impacto que tuvo Rut en la vida de Noemí! (Rut 4:15, NVI).
¡Ahora, no debemos pasar por alto que el apoyo de Rut a Noemí fue mutuo! Mientras Rut cuidaba a Noemí, Noemí encontró una manera de cuidar de Rut al encontrarle un hogar donde sería amada y bien provista a través del matrimonio de Rut con Booz. Rut, después de todo, estaba enfrentando sus propias luchas como mujer viuda.
Nuestras relaciones con nuestras Hermanas de la Rosa de Hierro son relaciones mutuas de amor y cuidado. Nos enfrentamos a nuestros propios desafíos y, a pesar de todo, dependemos unas de otras. Nos vertemos la una a la otra. Nos llevamos unas a otras a Dios. Nos aferramos unas a otras a través de los altibajos de la vida, y Dios bendice nuestro compromiso mutuo de maneras increíbles.
¿Cuáles son algunas formas en las que has visto a Dios bendecir tus relaciones con tus Hermanas Rosa de Hierro?
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Escrito por Michelle J. Goff, Directora del Ministerio Hermana Rosa de Hierro
“Siempre me gustaron los acentos de extranjeros. Pero el acento de Majlón era distinto. Y su familia era distinta. Yo había conocido a pocos israelitas antes de la llegada de la familia de Majlón y ninguno se había quedado para vivir. Mi desconocimiento de los israelitas, fuera de las historias de su dios poderoso, se reveló más entre más llegué a conocer la familia."
Les conocí poco después de su llegada a mi tierra Moab. Y comencé una amistad con la mamá de Majlón, Noemí, dado que íbamos al mismo mercado. Llegaron a la tierra Moab debido a una época de hambre en Israel.
Elimeléc y Noemí hablaban mucho del dios de Israel. Lo llamaban Jehová. Contaban historias de cómo su dios salvó a su pueblo de esclavitud bajo los egipcios y que separó las aguas del Mar Rojo para que pudieran pasar por tierra seca. Cada historia que oí de la provisión y el poder de su dios, me maravilló de ese Dios Jehová y me acercó más a esa familia de Judá.
Como resultado natural de nuestra nueva amistad, me entristeció la muerte súbita e inesperada de Elimeléc. Mi amistad con Noemí creció aún más después de la muerte de su esposo, Elimeléc. Yo nunca había perdido a alguien de mi familia cercana, pero al ver el dolor de Noemí y poder caminar con ella en su tiempo de dolor, tan lejos de casa… Fue un honor acompañarla en el duelo…”
¿Alguna vez de has insertado en una historia bíblica de tal manera que te imaginas cómo alguien se sentía? ¿Qué estaba pensando? Es un momento para “andar en sus sandalias llenas de polvo” y descubrir la profundidad de las verdades relacionales tras bastidores de las historias de la Biblia.
La narrativa compartida, desde la perspectiva de Rut, es el inicio del estudio ePétalo, Hermanas Rosa de Hierro: Una vista más profunda de Rut y Noemí. Tomo ciertas libertades creativas al principio del estudio, presentando un monólogo que pudiera haber compartido Rut. Luego, entramos a libro del Antiguo Testamento que tiene apenas cuatro capítulos, para reflexionar sobre la historia de Rut y las relaciones que en él se encuentran.
¡Te invito a leer el estudio ePétalo y a invitar a una amiga a leerlo contigo! Es una sola lección del libro de Rut, invitando a hermanas en Cristo a servir como Hermanas Rosa de Hierro, hierro afilando a hierro mientras se animan a ser tan bellas como rosas a pesar de las espinas. Rut y Noemí turnaron en ser la Hermana Rosa de Hierro más fuerte para la otra. Así como nosotras pasamos por etapas en las que necesitamos a Hermanas Rosa de Hierro en nuestras vidas. Hay otros momentos en los que Dios nos ha fortalecido para que seamos esas mujeres para otras, servir como las manos, pies, oídos y hombros de Dios para otras.
Aparte de los elementos relacionales entre sí del libro de Rut, aprendemos de la historia del bisabuelo del Rey David. Y cuando conectamos su historia a la gran historia de la Biblia, recordamos que Dios ama y reconoce extranjeros y mujeres, hasta mencionarlas por nombre en la genealogía de Su Hijo (Mt. 1:5).
Es una historia de redención con Booz como la sombra de Cristo quien nos compra como el pariente que nos redime. Nos eleva de un lugar de amargura y pérdida a una de gozo y esperanza. ¡Lee el libro!
Sin embargo, esa redención no hubiera sido posible sin su compromiso a Noemí y a Dios.
El monólogo del estudio ePétalo concluye la narrativa de Rut capítulo 1 de la siguiente manera:
“Anticipé un tercer intento de convencerme a volver, así que preparé mis palabras al responder las súplicas de Noemí: —¡No insistas en que te abandone o en que me separe de ti! Porque iré adonde tú vayas, y viviré donde tú vivas. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios. Moriré donde tú mueras, y allí seré sepultada. ¡Que me castigue el SEÑOR con toda severidad si me separa de ti algo que no sea la muerte!"
Por fin se convenció de mi compromiso y determinación a quedarme consigo. Proseguimos en el camino.
Ya habíamos pasado por tantas cosas juntas. Sentí totalmente comprometida a nuestra relación. Y aunque el camino que travesamos nos llevó a Belén, faltaba mucho por ver y experimentar en el camino de nuestra amistad.
Al principio, no tuve idea de las maneras en las cuales Dios Jehová, a quien ahora sirvo también, me usaría a mí, Rut, su sierva humilde, como instrumento de bendición para Noemí y su familia. Nunca me imaginé como parte del linaje de Cristo, ni las bendiciones abundantes que me vinieron por haber dedicado la vida a Él.”
¿Hay una Hermana Rosa de Hierro con la que puedes comprometerte a andar juntas al andar con Dios? ¿Cómo has visto a Dios bendecir una relación como esta en el pasado? ¿O qué esperanza guardas de que puedas tener una relación de Hermanas Rosa de Hierro a futuro?