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Escrito por Michelle J. Goff, directora del Ministerio Hermana Rosa de Hierro
Ester no estaba consciente del impacto que su vida tendría para el pueblo judío, su pueblo. Cuando contestó el llamado de valor y sacrificio, su tío dijo lo siguiente, palabras frecuentemente citadas, “¡Quién sabe si no has llegado a [este lugar] precisamente para un momento como este!”
Cuando Mardoqueo se enteró de lo que había dicho Ester, mandó a decirle: «No te imagines que por estar en la casa del rey serás la única que escape con vida de entre todos los judíos. Si ahora te quedas absolutamente callada, de otra parte vendrán el alivio y la liberación para los judíos, pero tú y la familia de tu padre perecerán. ¡Quién sabe si no has llegado al trono precisamente para un momento como este!» (Est. 4:12-14)
Una joven sencilla, huérfana judía, fue criada por su pariente cercano Mardoqueo. Confiaba en él y entró en la competencia a ver quién sería la próxima reina del Rey Asuero. Sabiamente tomó los consejos del jefe sobre las vírgenes y ganó el favor del rey. Ya era la nueva reina.
Sin embargo, toda buena historia tiene su propio antagonista, un enemigo verdadero. Es el personaje que nos encanta odiar. En el libro de Ester, esa persona es Amán. Es egoísta, siempre busca gloriarse, no tolera los que no están de acuerdo consigo. ¡Qué asqueroso!
El relato de la historia sigue y descubrimos que Amán ha seleccionado a los judíos, el pueblo escogido de Dios, como los recipientes de su ira. Mardoqueo rehusó arrodillarse frente a Amán, así que ya todos los judíos tenían que sufrir.
Cuando ya sabemos cómo termina la historia, es posible que no entendamos el riesgo que tomó Ester al acercarse al rey sin que le había llamado. Ella, sus criadas, Mardoqueo y otros pasaron tres días ayunando y orando antes de acercarse al rey. La tensión sigue amontonando mientras aumenta la ira de Amán. Mientras tanto Dios recuerda al rey del heroísmo no reconocido de Mardoqueo. ¿Se salvará el pueblo de Dios a tiempo? ¿Por qué Ester no le cuenta al rey de una vez lo que de verdad necesita en vez de invitarle a un banquete y luego a otro banquete el siguiente día?
Como niñas, hay cuentos que pedimos una y otra vez. Los padres, con ojos cansados, casi pueden citar cada página mientras que la niña ya esté memorizando la narrativa, aprendiendo muchas verdades a través de la maravilla de las historias al leer. Una de esas lecciones importantes es que podemos confiar en el final de la historia. El final de los cuentos de hadas sí es posible. Los sueños sí se pueden hacer realidad. Se matarán los dragones y los héroes se levantarán.
Las historias de la Biblia están repletas de los mejores héroes y los recuerdos que Dios está en control. Podemos confiar en el final de Sus historias. Te animo a leer toda la historia de Ester esta semana. Intencionalmente seleccionamos esta historia esta semana porque coincide con el festival de Purim, el 16 y 17 de marzo.
Se celebra Purim todos los años (normalmente a mitades de marzo según el calendario griego). Los niños actúan la historia usando disfraces o títeres. El festival es algo que se hace en familia y para toda la comunidad. Se reúnen para recordar la protección de los enemigos y la provisión de Dios (Est. 8-10).
Así como al final de la historia de Ester, para los que están del mismo equipo que Dios, es cierto que ganan los buenos y pierden los malos. Por el camino de la historia, es posible que tengamos nuestras dudas, pero el libro de Apocalipsis nos recuerda que Dios, al fin y al cabo, es victorioso definitivamente.
Cuando se vuelve a contar la historia de Ester como parte de Purim, hay ciertas facetas de participación de la audiencia. Se hace como una comedia. Entonces, cada vez que aparece Amán en la historia, los niños le griten y le ponen mala cara. Las niñas pegan un grito de gozo cada vez que mencionan a Ester. Y los niños, de igual forma, se regocijan con Mardoqueo como el otro héroe de la historia. En las narrativas modernas, es posible que mencionen a la reina Vasti como promotora de la liberación de las mujeres. Se encuentran otros personajes coloridos en la historia también.
La historia de Ester es rica en sus personajes descriptivos, su forma narrativa que sigue el patrón judío de contar historias, y su final redentor. He tomado la práctica de leer la historia bíblica de Ester al menos una vez al año, inspirada por el festival de Purim.
De igual forma, la historia de la Pascua se cuenta una vez al año en su época. Es una historia rica en sus personajes coloridos, su forma narrativa y su final redentor… en la versión de Éxodo y más también como sombra de Cristo como nuestro Redentor eterno.
Le pido a Dios que hayas sido inspirada a leer la historia de Ester esta semana. Deléitate en las verdades de ella y las semillas de fe que hemos celebrado por siglos con los niños judíos durante Purim. ¿Qué parte de la historia más te impacta o re acuerdas? Por favor comparte el por qué también.
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Escrito por Deanna Brooks, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Arkansas
¿Piensas en ser SANTA? ¿Qué significa esto para ti?
Pedro escribe: “Como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra conducta, como está escrito: 'Sed santos, porque yo soy santo'” (1 Pedro 1:15-16 NVI).
Definido de forma sencilla, "santo" significa "apartado para un propósito". La palabra se usa más de 900 veces en las Escrituras. Para mí, eso significa que esto es importante... que Dios está tratando de transmitirnos un mensaje.
En Isaías 6:1-6 leemos de la visión de Isaías y cómo en el versículo 1 las orlas del manto de Dios llenaron el templo. En la antigüedad, la longitud de la cola de la túnica de un rey medía su grandeza. Isaías nos dice que la comitiva de Dios llenó el templo, y la tierra está llena de Su gloria.
Somos templo de Dios, y Su gloria debe llenar nuestra vida.
“Sed santos como yo soy santo” se encuentra varias veces en Levítico y en 1 Pedro 1:16. Otros pasajes como Juan 14:23, 1 Corintios 3:16 y Gálatas 3:20 hablan de Cristo y el Espíritu viviendo en nosotros.
Entonces, si el Santo vive en nosotros, nos hemos convertido en el templo en el que Él reside. ¿Qué significa para nosotros convertirnos en el templo de Dios?
En Juan 17, Jesús oró por nosotras para que vivamos en el mundo, pero que fuéramos separadas del mundo, para que seamos protegidas del maligno. Estamos entre dos lugares... el santo y el común... el limpio y el inmundo... y buscamos diariamente ver la diferencia y tomar decisiones que traen gloria al Padre. Parte de ser santa es tomar una decisión entre lo que Jesús quiere que hagamos y la tentación del mundo que nos rodea.
Cuando somos santas, esto afecta nuestra forma de hablar, nuestra vestimenta, nuestra elección de entretenimiento, cómo pasamos nuestro tiempo, y nuestra actitud hacia los demás. No bromeamos sobre el Santo, pero lo tratamos con reverencia.
Nuestro Padre Celestial exige que lo tratemos como Santo. A Moisés no se le permitió entrar a la Tierra Prometida porque no defendió a Dios como Santo (Números 20:12).
Nadab y Abiú no trataron a Dios como Santo. En Éxodo 24 y Levítico 9 leemos que ellos habían estado entre los elegidos para ir con Moisés y los 70 a ver a Dios… luego en Levítico 10 decidieron “hacer las cosas a su manera”. Dios no se agradó, y murieron. Ellos trataron a Dios casualmente, no como Santo.
En Levítico 10:3 (NVI) leemos: “Esto es lo que ha dicho el Señor: “Entre los que están cerca de mí seré santificado, y delante de todo el pueblo seré glorificado”. Y Aarón guardó silencio.”
Santificado significa: apartado o declarado santo.
Glorificado significa: honrado o exaltado.
Todas llevamos las consecuencias del pecado de Adán y Eva… Ellos exaltaron las palabras de la serpiente y no honraron la santidad de Dios.
Dios demanda que se nos trate como santas y quiere que seamos como Él. Heb 12:14 (NVI): Luchad por la paz con todos, y por la santidad sin la cual nadie verá al Señor.
Así de importante es nuestra santidad para Dios. Si no somos santas, no lo veremos.
Jesús no vino a la tierra y murió por piedad. Él vino a santificarnos y devolvernos a la relación para la cual fuimos creadas.
Como creyentes debemos ser santas no porque queramos ser amadas por Dios sino porque ya somos amadas en Cristo. Amamos porque Él nos amó primero (1 Juan 4:19), y la mejor manera de demostrar que amamos a Dios es procurando ser santas porque Él es Santo.
Una cosa que he hecho al leer la Biblia es escribir los pasajes de las Escrituras que mencionan ser santo o ser como Jesús. Hacer de Jesús nuestro SEÑOR es el camino para ser santas como Él es santo, y lo hacemos mediante la entrega absoluta a Su voluntad
Quiero desafiarte mientras lees las Escrituras para marcar o hacer una lista de las Escrituras que hablan de ser santo. Es posible que no tengan la palabra "santo" en ellas. Puede ser una escritura como Efesios 4:32 que nos dice que seamos bondadosos y tiernos unos con otros.
Recuerda: sin santidad no veremos a Dios. ¡Vivamos nuestras vidas, preguntándonos si lo que estamos haciendo nos hace más como Dios… si nos esforzamos por ser santas como Él es santo!