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Escrito por Melanie Curtis, asistente de oficina del Ministerio Hermana Rosa de Hierro, en Searcy, AR
Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense! Que su amabilidad sea evidente a todos. El Señor está cerca. No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús. Por último, hermanos, consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio. Pongan en práctica lo que de mí han aprendido, recibido y oído, y lo que han visto en mí, y el Dios de paz estará con ustedes. (Filipenses 4:4-9)
Recientemente, he podido pasar tiempo con mi vecina, quien tiene 91 años de edad. Ella vivía en Austria cuando niña, y era una adolescente durante la Segunda Guerra Mundial. ¡Ella estaba muy feliz y agradecida por la visita! Me recordó que un poco de gratitud puede hacer una gran diferencia. Cuando le dije que yo trabajo con dos ministerios distintos, ella empezó a hablar de Dios en una manera emocionada y apasionada. Yo me doy cuenta de que hay mucho estrés y sucesos negativos en el mundo actual, pero todavía agradezco a Dios porque vivo en los Estados Unidos, donde yo puedo hablar de Él libremente sin miedo de encarcelamiento o castigo del gobierno. ¿Cómo puedes estar agradecida cada día cuando miras las cosas positivas alrededor de ti? Permíteme dar unos ejemplos de mi propia vida:
1. Me levanto en la mañana. Tengo agua tibia para ducharme. Tenemos fontanería interior. Tengo un cepillo de dientes y pasta de dientes, y ¡he sido enseñada a cómo usarlos! (Esta bendición es algo sencillo que muchos estadounidenses damos por hecho.)
2. Tengo un carro cómodo para manejar hacia mi trabajo.
3. Vivo y trabajo en una casa cómoda. Tengo bastante tecnología (pero a menudo, demasiada tecnología puede distraernos de nuestras bendiciones).
4. El refrigerador y los gabinetes tienen bastante comida.
5. Tengo suficiente para compartir. (Cuando compartes, ¡tienes aún más gratitud!)
6. Cuando recojo a mi padre para ir a la iglesia cada domingo, estoy agradecida porque tengo la oportunidad de alabar a Dios con otros cristianos, aunque tenemos que practicar el distanciamiento social y usar máscaras.
7. Estoy agradecida por los bebés de mis amigos, porque comienzan nuevos capítulos en sus vidas. ¡La vida nueva es un regalo maravilloso! Estoy agradecida porque Dios nos encomienda a ayudar a nuestros hijos a hacerse Sus discípulos.
8. Estoy rodeada por seres queridos, mis amigos y mi familia. Disfruta el tiempo que tienes con tus seres queridos. Mi amiga Stacey Rodenbeck dijo recientemente, “No trates de meter el trabajo de toda una vida en un día porque has oído de la tragedia de otra persona y tienes miedo. Sólo sigue viviendo.”
9. Estoy agradecida porque el perdón viene por Cristo. Tengo una amiga que pasa tanto tiempo preocupándose y sintiéndose culpable por el pasado, el presente, o el futuro, y le roba su alegría. 1 Juan 4:17b-19 dice, “En el amor no hay temor, sino que el amor perfecto echa fuera el temor. El que teme espera el castigo, así que no ha sido perfeccionado en el amor. Nosotros amamos porque él nos amó primero.” Este amor nos salva. Recibimos perdón por Cristo cuando creemos en Él (Juan 3:16), cuando nos arrepentimos de nuestros pecados y somos bautizados por el perdón de nuestros pecados (Hechos 2:38), y cuando obedecemos todo que Él nos ha mandado (Mateo 28:19-20).
Debemos sentir gratitud y olvidar lo que queda atrás (Filipenses 3:13), pidiendo la ayuda de Dios porque es demasiado difícil para nosotras solas. Enfócate en el amor de Dios por ti, el sacrificio de Su Hijo para limpiarte de tus pecados, y la vida eterna que Él te ofrece por Su sangre. Entonces tu gratitud se manifestará en amabilidad hacia otros alrededor de ti.
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Escrito por Johana Batres, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Colorado Springs, CO
“...Tú eres el dueño de todo, y lo que te hemos dado, de Ti lo hemos recibido.” (1 Crónicas 29:14)
Les invito a leer 1 Crónicas 29:1-14:
“Ofrendas para el templo
1 El rey David le dijo a toda la asamblea: «Dios ha escogido a mi hijo Salomón, pero para una obra de esta magnitud todavía le falta experiencia. El palacio no es para un hombre, sino para Dios el Señor. 2 Con mucho esfuerzo he hecho los preparativos para el templo de Dios. He conseguido oro para los objetos de oro, plata para los de plata, bronce para los de bronce, hierro para los de hierro, madera para los de madera, y piedras de ónice, piedras de engaste, piedras talladas de diversos colores, piedras preciosas de toda clase, y mármol en abundancia. 3 Además, aparte de lo que ya he conseguido, por amor al templo de mi Dios entrego para su templo todo el oro y la plata que poseo: 4 cien mil kilos de oro de Ofir y doscientos treinta mil kilos de plata[a] finísima, para recubrir las paredes de los edificios, 5 para todos los objetos de oro y de plata, y para toda clase de trabajo que hagan los orfebres. ¿Quién de ustedes quiere hoy dar una ofrenda al Señor?»
6 Entonces los jefes de familia, los jefes de las tribus de Israel, los jefes de mil y de cien soldados, y los encargados de las obras del rey hicieron sus ofrendas voluntarias. 7 Donaron para las obras del templo de Dios ciento sesenta y cinco mil kilos y diez mil monedas de oro, trescientos treinta mil kilos de plata, y alrededor de seiscientos mil kilos de bronce y tres millones trescientos mil kilos de hierro.[b] 8 Los que tenían piedras preciosas las entregaron a Jehiel el guersonita para el tesoro del templo del Señor. 9 El pueblo estaba muy contento de poder dar voluntariamente[c] sus ofrendas al Señor, y también el rey David se sentía muy feliz.
Oración de David
10 Entonces David bendijo así al Señor en presencia de toda la asamblea:
«¡Bendito seas, Señor,
Dios de nuestro padre Israel,
desde siempre y para siempre!
11 Tuyos son, Señor,
la grandeza y el poder,
la gloria, la victoria y la majestad.
Tuyo es todo cuanto hay
en el cielo y en la tierra.
Tuyo también es el reino,
y tú estás por encima de todo.
12 De ti proceden la riqueza y el honor;
tú lo gobiernas todo.
En tus manos están la fuerza y el poder,
y eres tú quien engrandece y fortalece a todos.
13 Por eso, Dios nuestro, te damos gracias,
y a tu glorioso nombre tributamos alabanzas.
14 »Pero ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que podamos darte estas ofrendas voluntarias? En verdad, tú eres el dueño de todo, y lo que te hemos dado, de ti lo hemos recibido».”
Aunque Dios no eligió al rey David para construir su templo, David invirtió todos sus recursos en el proyecto (1 Crónicas 29:1-5). Los otros líderes y el pueblo también dieron con generosidad (vv. 6-9). El rey reconoció que todo lo que habían ofrendado, Dios—el Creador, Sustentador y Dueño de todo—se lo había dado primeramente a ellos (vv.10-16).
Dios da primero, y siempre supera a sus dadores más generosos. Cuando reconocemos que Dios es el Dueño de todo, podemos comprometernos a dar con gratitud, generosidad y fidelidad. Y podemos confiar en que el Señor nos proveerá, incluso mediante la generosidad de otros.
Pidámosle a Dios que nos ayude a dar, con disposición y sin egoísmo, nuestro tiempo, consejos y recursos.