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miercolesdemotivacion03 2021 07 21Escrito por Michelle J. Goff

Soy una persona bastante torpe. Me puedo tropezar con el aire. Durante ciertos momentos hormonales, mi orientación espacial está distorsionada, me tropieza aún más. Se me caen las llaves. Se me derrame el café. Los muebles se me mueven para impedir mi paso y machucar mi dedo de pie. Y la cubierta donde me iba a apoyar termina a unos centímetros más lejos de lo calculado. Me han asegurado que no soy la única.

De similar manera, tengo días cuando mi hablar es más trabado y falta de consideración. Se me caen las gracias de mis frases. Se me derramen palabrotas de mi boca. Las pequeñas frustraciones del día me impiden por un camino sin tropiezo por mi lista de quehaceres. Y el versículo bíblico en el que me iba a apoyar durante el día se siente muy lejos de mi memoria. Me han asegurado que no soy la única.

En esos días no tan perfectos, mi nivel de frustración interna está alta. Mi auto hablar es negativo y me lleva a una espiral destructiva, trampa de Satanás. Sin embargo, a Dios no le sorprenden mis fallas. La palabra amable de gracia que me ofrece me provee una salida de la trampa espiral. Y mujeres, no soy la única que beneficia de esta promesa. Nos basta Su gracia, pues Su poder se perfecciona en la debilidad (2 Cor. 12:9).

Cuando acepto la palabra amable de la gracia de Dios, estoy más lista para extender una palabra amable de gracia a otros. Una palabra amable, a nosotras mismas y a otros, puede marcar tremenda diferencia en cómo nos va el resto del día.

Aceptar la amabilidad de Dios puede ser el primer paso en extender esa amabilidad a otros (Mt. 18:21-35). La amabilidad es una invitación a una relación. Nos atraen las personas amables. La amabilidad constante atraemos a otros y nos provee la oportunidad de compartir la fuente de nuestra amabilidad.

Una palabra amable a nosotras mismas puede disipar la ira, la frustración, la impaciencia y hasta un sentido de culpa. Una palabra amable a otros permite que el Espíritu fluya por nosotras para llevar a cabo Su trabajo para guiar y consolar. Recuerda, la amabilidad es una de las facetas del fruto del Espíritu (Gál. 5:22-23).

¿Cuál es una palabra amable que podemos compartir con nosotras mismas y con otros? ¿Qué diferencia has notado por una palabra amable en la vida de alguien?

 

“La respuesta amable calma el enojo, pero la agresiva echa leña al fuego” (Prov. 15:1).

2021 07 19 El protocolo para comunicarse con DiosEscrito por Katie Forbess, presidenta de la Junta Directiva del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Arkansas

“Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará.” 2 Corintios 3:16 (RVR1960)

Cuando Jesús vino al mundo cambió todo por completo con una visión mundial que no tenía nada que ver con una perspectiva humana sino más bien vio las cosas según el criterio de Dios, Su padre. Y Dios el Padre vio las cosas por medio de Su Hijo Jesucristo. Anteriormente, el protocolo correcto era dirigirse a los sacerdotes para toda comunicación y ellos se encargaban de todo. ¿Pedir perdón?, se iba al sacerdote. ¿Dar gracias?, al sacerdote. ¿Problemas en el matrimonio?, al sacerdote también. Jesús cambió el protocolo para comunicarse con Dios.

Aún antes de rasgar el velo en Mateo 27:51, Jesús reformuló quién merece la presencia, el amor y la atención de Dios. Jesús hizo lucir a los que el mundo había categorizado como personas inútiles y olvidados por Dios, particularmente cuando ellos mismos entendieron lo que Jesús hacía mucho antes de los demás.

Juan 14:6 - “Nadie viene al Padre sino por mí.” (RVR1960)

Creo que se puede observar este cambio drástico en Lucas 17, cuando el leproso volvió para agradecerle al Señor. Jesús les había pedido presentarse ante los sacerdotes y mientras iban en camino, se sanaron. El que volvió se dio cuenta de que el poder vino de Jesús mismo y que Dios sería glorificado una vez que había vuelto para darle las gracias y adorarle, y no por ir a los sacerdotes. Posiblemente alguien piense que, como samaritano, él no podía entrar al templo de todas maneras, pero los samaritanos tenían su propio templo y sus propios sacerdotes. En realidad, ellos también intentaban adorarle a Dios de la mejor manera que podían.

Este hombre es un ejemplo de cómo dar las gracias, y Jesús dice que, al dar gracias, damos la gloria a Dios. Él volvió, dio gracias a Dios en voz alta, se postró a Sus pies y Jesús sanó su espíritu. ¡Me parece un ejemplo muy hermoso de comunicación!

En mi vida he batallado con muchas cosas. Durante uno de los momentos más difíciles y lidiando con un espíritu de mucho enojo, oré en voz alta muchas veces y pedí a otros para que oraran por mí, incluso a mis propios hijos. Mi comunicación estaba totalmente alterada y mi corazón necesitaba un ajuste para poder hablar y responder con amor en vez de enojo. Dios contestó nuestras oraciones, pero no de inmediato. Requirió un autoanálisis profundo de mi ser y la sanación que sólo ofrece Jesús. El resultado es un corazón que puede lidiar con el enojo de los demás e interpretar lo qué pasa en esta vida desde una perspectiva más espiritual. Trabajé durante dos años con preadolescentes y adolescentes en la escuela, y algunos de ellos eran personas muy enojadas. Por medio de mi propia experiencia, yo pude discernir las heridas escondidas en el enojo y la inseguridad disfrazada como falta de respeto. Dios redefinió aquellas clases de comunicación en mi vida para que yo pudiera reconocer las mismas formas de comunicación en las vidas de los demás.

¿Estás batallando hoy para poder comunicarte con alguien? ¿Le has pedido a Dios que te ayude? ¿Te has acercado a Dios dándole gracias por las maneras en las cuales ya te ha sanado para permitirle

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