Nos encanta construir relaciones. Suscríbete a nuestro blog para recibir ánimo semanal en tu bandeja de entrada de correo electrónico.
Etiquetas
Búsqueda
Compras en línea
Nuestros libros, recursos gratis, tarjetas, botellas de agua, y más
Blog
Más entradas del blog abajo
- Detalles
Escrito por Deanna Brooks, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Arkansas
A menudo cantamos:
Fija tus ojos en Cristo,
Tan lleno de gracia y amor,
Y lo terrenal, sin valor será
A la luz del glorioso Señor.
Estas palabras escritas por Helen Lemmel hablan de las Escrituras, escritas hace mucho tiempo, sobre nuestro enfoque en la vida.
El autor de Hebreos escribe: "...Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe…” (Heb 12:2a NVI).
Otras versiones se refieren a Jesús como "autor y consumador" (LBLA, RV1960), o "origen y plenitud" (BLP).
Mi papá, que creció en una granja, usó el ejemplo de un granjero arando con un arado manual anticuado. Sus filas eran rectas porque se enfocaba en un poste o árbol en la distancia mientras araba en lugar de mirar hacia el suelo o alrededor del paisaje.
Pablo escribió: "Concentren su atención en las cosas de arriba, no en las de la tierra" (Col 3:2).
Nuestra vida cotidiana tiene cosas que nos distraen. Pueden ser necesidades como el trabajo o la familia, o estar enfocados en los placeres de la vida.
Cuando Mateo habla de Pedro caminando sobre el agua, escribe: "... Pedro bajó de la barca y caminó sobre el agua en dirección a Jesús. Pero al sentir el viento fuerte, tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó: ¡Señor, sálvame!” (Mt 14:29-30).
Mira lo que dice Mateo:
1. Pedro había pedido ir a Jesús (Mt 14:28).
2. Pedro bajó de la barca (Mt 14:29).
3. Pedro caminó sobre el agua (Mt 14:29).
4. Entonces, Pedro comenzó a mirar a su alrededor a la tormenta... los vientos y las olas... se asustó... y comenzó a hundirse (Mt 14:30).
Pedro quitó los ojos de Jesús y comenzó a observar la tormenta. Fue entonces cuando tuvo problemas.
Hacemos lo mismo cuando nos encontramos con las dificultades de la vida, ya sean las relaciones, las finanzas, la salud u otra cosa. Eso es lo que deleita al maligno: que olvidemos que Jesús es nuestra Roca.
David escribió: “Solo en Dios halla descanso mi alma; de él viene mi salvación. Solo él es mi roca y mi salvación; él es mi refugio, ¡jamás caeré!” (Sal 62:1-2).
Volviendo a Pedro, los versículos que siguen a su grito de auxilio nos dicen que Jesús extendió su mano y tomó a Pedro y juntos regresaron a la barca. Esto significa que Pedro caminó sobre el agua por segunda vez... con Jesús a su lado. La redención hace esto por nosotros cuando miramos a Jesús como lo hizo Pedro.
Jesús hace lo mismo por nosotros cuando le miramos a Él: Él nos guiará a un lugar seguro.
Hay una cita que me da paz sobre las tormentas de la vida:
"A veces Dios calma la tormenta, pero a veces Dios deja que la tormenta se desasiente y calma a su hijo".
Cuando nos enfocamos en Jesús, confiando en que Él cumplirá Sus promesas y siempre estará con nosotros, las tormentas de la vida tienen menos poder sobre nosotros.
Hace mucho tiempo, Moisés escribió: “Sean fuertes y valientes. No teman ni se asusten ante esas naciones, pues el Señor su Dios siempre los acompañará; nunca los dejará ni los abandonará” (Dt 31:6).
Isaías reafirmó esa promesa con diferentes palabras:
No temas, que yo te he redimido; te he llamado por tu nombre; tú eres mío. Cuando cruces las aguas, yo estaré contigo; cuando cruces los ríos, no te cubrirán sus aguas; cuando camines por el fuego, no te quemarás ni te abrasarán las llamas. Yo soy el Señor tu Dios, el Santo de Israel, tu Salvador. (Isaías 43:1b-3a)
Fijar nuestros ojos en Jesús significa que lo buscamos en los eventos cotidianos de la vida, tratando de hacer Su voluntad. Significa confiar en que Él intercede por mí cuando no sé cómo orar, cuando la vida se derrumba y las palabras no llegan.
La pregunta que me hago es: ¿Qué hay en mi vida que me impide enfocarme en Jesús, mi Redentor?
- Detalles
Escrito por Lisanka Martínez, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Venezuela
“Todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su tiempo, todo tiene su tiempo, todo tiene su hora” (Ec 3:1 NRV2000)
El saber esperar en Dios, confiando en que Él siempre nos dará lo que sabe que necesitamos, en su tiempo y que nos indica lo que debemos o no hacer, tiene su preparación y conlleva nuestro compromiso firme.
En mis inicios en la vida cristiana, no tenía sino una leve idea de cómo hablar a otros acerca de Jesús, también me costaba ofrecerme a orar públicamente por temor a equivocarme y dar un mal testimonio (más que por miedo escénico). Aun cuando siempre estaba dispuesta para servir y ayudar en lo que me pidieran o donde se necesitara, sabía que no estaba dando todo de mí ya que en mi hogar dedicaba muy poco tiempo a la oración o estudio de la Palabra. No obstante, seguía leyendo ocasionalmente la Biblia, asistiendo a las charlas, clase de damas, servicio dominical y daba clases a los niños.
Como todas sabemos, Dios nos va moldeando paso a paso, a través de buenos y malos momentos, acumulando experiencia de ellos. En mi caso, hubo momentos donde fallé y dudé de mi fe, del afecto e interés de los hermanos y hasta del sentido de la vida del ser humano, lo cual me avergüenza confesar. Sin embargo, seguí asistiendo, seguí sirviendo, seguí intentando comprender, seguí llevando a mi familia a las actividades de la iglesia hasta que entendí que es el compromiso con Cristo.
Ahora el contraste es más fácil para ver. Antes si alguien solicitaba oración yo pensaba “oremos ahora”, actualmente también oro, aunque no lo pidan y sigo haciéndolo hasta que veo respuesta a esa petición. Cuando alguien necesitaba consuelo, yo estaba allí, aunque solo repetía las frases de costumbre y me costaba expresarme. Ahora, si veo que alguien necesita consuelo mediante un abrazo o una palabra amable, voy a dárselo y si estoy lejos, me comunico con frases sentidas mostrando empatía y amor. Si se necesitaba trabajar en algo que requería esfuerzo físico, lo hacía mecánicamente. En mi condición actual de salud, si hay que apoyar con alguna actividad que requiera esfuerzo físico, más allá de mi capacidad, procuro conseguir ayuda de otros y estoy allí colaborando en todo lo que pueda. Cuando se trataba de tocar puertas para invitar a una campaña o actividad de la iglesia, yo iba animada. Ahora voy con entusiasmo y amor a buscar a los perdidos. Mi compromiso se fue haciendo más fuerte.
Saber con exactitud cuándo aumentó mi compromiso con Cristo es algo difícil, pudo haber sido cuando fui incapacitada de mi empleo como profesora de preescolar. Sin embargo, en esa época incrementé mi trabajo en la escuela dominical. También pudo haber sido cuando mis chicas dejaron el nido, lamentablemente, porque pude haber sido un mejor ejemplo para ellas. Pero ese tiempo mi salud me mantuvo muy ocupada y mayormente enfocada en la oración. Luego vino el tiempo de la pandemia donde, gracias a Dios, pudimos dedicarnos mi esposo y yo a leer y estudiar diariamente la Palabra, contactar con hermanos de otras latitudes gracias a los recursos tecnológicos inspirados por Dios, aprender y tener el anhelo de estudiar cada día más, practicar lo aprendido y compartirlo con otros.
Ahora entiendo que el comprometerse con Cristo es un placer, que debemos sentir amor, tener responsabilidad, entusiasmo, dedicación, deseos de aprender y sentirnos muy bien con cada paso que damos en ese sentido. También sé que dicho compromiso en ocasiones nos llevará a esforzarnos, a superar obstáculos y vencer el cansancio o el desánimo que pueden presentarse. Es una tarea que nos prueba muchas veces y que no siempre da los resultados que esperamos.
Si dedicamos nuestro tiempo a trabajar por y para el Señor, El hará. En mi mente tengo el pensamiento de que no debo desistir por ninguna situación adversa que se presente. Mi salud está pasando rudos momentos, oro mientras lloro por el dolor, también alabo muy fuertemente. Cuando deseo asistir a alguna actividad, pero mi situación económica me lo impide, entonces solicito a quienes asisten que me envíen fotos, audios o videos de dicha actividad y la comparto sintiéndome agradecida por la tecnología. Cada día comparto con alguien acerca de Dios y del evangelio de salvación.
¿Crees que debemos comprometernos solo cuando estamos bien física y emocionalmente? O, por el contrario, ¿debemos hacerlo cuando estamos en los momentos malos? ¿Influye tu situación económica en tu trabajo para el Señor?