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Escrito por Ana Carolina Mourão, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Campo Grande, Brasil
Ya que han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios. Concentren su atención en las cosas de arriba, no en las de la tierra, pues ustedes han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, que es la vida de ustedes, se manifieste, entonces también ustedes serán manifestados con él en gloria. (Col 3:1-4 NVI)
Me pareció interesante que Colosenses 3:2 fuera el versículo sugerido para este blog: pon tu mente en las cosas de arriba. Esta es una lucha que tengo con mi mente y que se ha estado desarrollando durante algún tiempo. Creo que todos nos enfrentamos a esta batalla. Y luego, reflexiono sobre este versículo y pienso: "Si mi mente se queda y trabaja en las cosas que son de arriba, entonces está llena de lo que es bueno y no queda tiempo para las cosas del mundo".
Toda nuestra vida es para el honor y la gloria del Señor. A veces fallamos, a veces juzgamos, pero solo Dios es el verdadero juez, y este Juez nos dio tanta gracia al enviar a Jesús a morir en la cruz en nuestro lugar.
Esta es mi oración: Padre, te pido perdón porque peco, pero te agradezco tu misericordia, Señor. Te doy mi vida. Agradezco llegar a tantas hermanas y, mientras viva, creo en Tu sanidad. Te doy gracias por las hermanas que oran por mí, Señor, porque creo en el poder de la oración. En el nombre de Jesús, amén.
Una buena manera de ocupar tus pensamientos con las cosas de arriba es preguntarte: ¿Qué es lo que me gusta hacer por el Señor? En mi caso, es trabajar para los más pequeños, jugar con ellos, hacer teatro y hacer clases divertidas. ¿Y tú? ¿Cuál es tu don? Invierte en ello. Ese es tu TALENTO. ¿Te acuerdas de esta hermosa parábola? A cada uno se le da su talento, y el que lo multiplica oye: "¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! En lo poco has sido fiel; te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!" (Mt 25:21).
Que nuestros pensamientos permanezcan en las cosas de arriba. ¿Y qué son estas cosas? Estas serían cosas que involucran al Señor, a su iglesia, a los hermanos y hermanas, a las viudas y a los huérfanos, ya que esta es la verdadera religión (St 1:27). Cuando ayudamos con las visitas, con las clases para mujeres, con los eventos de la iglesia con café y té, con la preparación de la Cena del Señor, estos son detalles de cuidado para nuestros hermanos. Estamos cuidando las cosas de arriba.
" En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas” (Ga 5: 22-23). Me gustaría destacar uno de los frutos del espíritu, la bondad, y hablar de un hermano, Fonseca, el mayor ejemplo de bondad que he visto en la tierra. Peleó la buena batalla y dejó un legado, tres hijas y su esposa, con el mismo buen corazón. Con mis propios ojos, lo vi comprar una bolsa de comida y dársela a una familia que la necesitaba. Su bondad siempre fue inmensa. Cualquiera que lo haya conocido tiene que contener las lágrimas cuando habla de él. " No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos. Por lo tanto, siempre que tengamos la oportunidad, hagamos bien a todos y en especial a los de la familia de la fe” (Gá 6: 9-10).
Siempre debemos hacer el bien a todos, especialmente a los que están en la familia de la fe (Gá 6:10). De hecho, es algo que no siempre debería ni siquiera tener que decirse que hay que hacer; debería ser inherente a cómo somos, como en los estadios donde los japoneses recogen la basura sin que nadie pregunte.
¿Y Jesús, que tenía todo el fruto del Espíritu? Con su bondad y misericordia, después de cada sacrificio, murió por mí y por ti. ¡Mantengamos nuestras mentes en las cosas de arriba en preparación para Su regreso!
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Escrito por Naijuvelin Diaz, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Venezuela
Yo conozco que todo lo puedes, y que no hay pensamiento que se esconda de ti. (Job 42:2, RVR 1960)
Muchos pensamientos hay en el corazón del hombre; Mas el consejo de Jehová permanecerá. (Pr 19:21)
El consejo de Jehová permanecerá para siempre; Los pensamientos de su corazón por todas las generaciones. (Salmo 33:11)
Reconocer el poder y dominio absoluto de Dios sobre la humanidad nos afirma Su magnificencia y soberanía, ningún pensamiento se esconde de Él.
La Palabra dice que lo que Dios quiere, hace; y todas las cosas ayudan a bien.
Reconocer que Dios tiene el control sobre todas las cosas, nos afirma que nada está fuera de Su alcance. Cuando reconocemos Su dominio, el cual lo llena todo, activamos humildemente la obediencia que nos moldea y ordenamos nuestros pasos clarificando Su propósito en nosotros. Podemos discernir Su propósito y definir el nuestro, pues es Él quien pone el querer y el hacer en nuestra línea de tiempo. Consideremos la actitud de María, la madre de Jesús, como se muestra en Lucas 1:38 cuando ella dijo: ‘—Aquí tienes a la sierva del Señor —. Que él haga conmigo como me has dicho.”, aceptando Su dominio y consejo. A través de su ejemplo, aprendo que para que Dios defina Su propósito es necesario aceptar Su voluntad.
Para que pudiéramos gozar de una salvación tan grande, María tuvo que tomar una decisión firme y positiva en respuesta al plan divino. Ella dijo sí, abriendo la posibilidad de que se cumpliera en ella ese propósito eterno. Cuán importante es abrir el camino para que Dios actúe a nuestro favor. (Sal 138:8). Es una forma de involucrarnos al compromiso que hemos adquirido.
‘’Dios no es Dios de despropósitos”, me recalcaba una hermana amiga con la que compartí gratos momentos meditando y orando, “porque lo que Dios quiere, Él hace” es la frase que más me impacta. Cuando experimenté la partida de mi madre de esta tierra, me aferré mucho a la cita de Romanos 8:28, cuando en mi mente surgían los porqués, y la Palabra me reconfortaba con esto: “todas las cosas nos ayudan a bien”. En ese tiempo, aún no comprendía cuál era ese bien. Personalmente. entendía que para ella el haber partido con la fe puesta en el Señor era de gran ganancia y que, para mí y el resto de la familia, era de fortaleza y consuelo porque nos arraigamos en la fe y esperanza de los que parten con Dios. Dios se glorificaba; pude verlo cuando algún miembro familiar se convertía a Él; comprendí entonces cómo Dios trabajó Su propósito en medio de la tristeza y del consuelo.
Otro ejemplo a considerar es que Dios estableció un propósito cuando nos creó a Su imagen y semejanza. Sin embargo, queda en cada persona reconocerlo y actuar en ello. Puedo definir el propósito de Dios cuando soy reflejo de disposición y sujeción a Él, me abandono en Sus manos, confío y le obedezco.
Su consejo por la eternidad es inmutable. Confiar en Su plan divino puede ayudarte a fortalecer tus áreas en toda situación. Esperar en Su promesa puede transformar la oscuridad en luz. El salmista nos sugiere encomendar el camino a Jehová, los anhelos, los pensamientos y esperar en Él confiando que la mejor respuesta es la que Él ha definido.
Tenemos la libertad de trazar planes y metas, incluso sin considerar lo que Dios haya establecido o simplemente no buscar Su orientación, ¿me conviene o no? ¿Estará Dios de acuerdo? ¿Cómo ve esto Dios dentro de Sus planes? ¿Le agradará?
Encomendar a Jehová todos tus planes traerá resultados positivos a tu vida. Es Él quien afirmará tu pensamiento, es decir, confirmará lo que bien debes hacer. Cuando tenemos una estrecha relación con Dios nos acercamos a Sus propósitos y podemos descubrir cuáles son. No obstante, tienes que considerar buscarlo continuamente, y Él te hará entender el camino en que debes andar (Sal 32:8).
Es a través de esa búsqueda profunda en la oración y meditación de Su Palabra que podemos descubrir y definir Su propósito. ¿A través de qué formas puedes definir el Propósito de Dios en ti?