Nos encanta construir relaciones. Suscríbete a nuestro blog para recibir ánimo semanal en tu bandeja de entrada de correo electrónico.
Etiquetas
Búsqueda
Compras en línea
Nuestros libros, recursos gratis, tarjetas, botellas de agua, y más
Blog
Más entradas del blog abajo
- Detalles
Escrito por Deanna Brooks, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Arkansas
“Ven, sígueme.” ¿Qué harías si alguien se te acerca y te dice que dejes todo y vengas?
Los 12 apóstoles hicieron eso. Probablemente no tenían idea de lo que sería una experiencia que les cambiaría la vida. Lucas 6:12-17 da un breve relato de lo que sucedió:
“Por aquel tiempo se fue Jesús a la montaña a orar, y pasó toda la noche en oración a Dios. Al llegar la mañana, llamó a sus discípulos y escogió a doce de ellos, a los que nombró apóstoles: Simón (a quien llamó Pedro), su hermano Andrés, Jacobo, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Simón, al que llamaban el Zelote, Judas hijo de Jacobo, y Judas Iscariote, que llegó a ser el traidor.”
De este pasaje aprendemos:
- Jesús oro toda la noche a Su Padre antes de escoger a Sus apóstoles.
- Jesús ya tenía seguidores... Llamó a los discípulos y escogió a 12 del grupo.
Mira estos 12 hombres:
Pedro- un pescador.
Andrés- el hermano de Pedro. Fue Andrés quien primero le habló a Pedro acerca de Jesús.
Santiago- también pescador y primo de Pedro y Andrés.
Juan- hermano de Santiago y un pescador.
Esos cuatro hombres habían sido parte de un negocio familiar de pesca que incluía a sus padres, que eran Zebedeo y Jonás (o a veces llamado Juan). Vivían en Capernaum cuando conocieron a Jesús.
Felipe- Su ciudad natal fue Betsaida, que también fue el hogar de Pedro y Andrés. En Juan 12:21-22 leemos que unos griegos que habían ido a la fiesta en Jerusalén se acercaron a Felipe pidiendo ver a Jesús.
Bartolomeo- En Juan 1:43-51 se le llama Natanael, y es Felipe quien le dice que habían encontrado a Aquel de quien escribieron los profetas. La respuesta de Natanael fue: “¿Puede salir algo bueno de Nazaret?”
Mateo- También se le llamaba Levi y fue contratado por el Imperio Romano para recaudar impuestos de los judíos en Capernaum. Los recaudadores de impuestos eran conocidos por mentir sobre cuánto debía la gente y embolsarse la diferencia.
Tomas- A menudo se le llama "Tomás el que duda", porque cuando los otros 10 vieron a Jesús después de la resurrección, su respuesta fue: “—Mientras no vea yo la marca de los clavos en sus manos, y meta mi dedo en las marcas y mi mano en su costado, no lo creeré” (Juan 20:25).
Entonces Jesús apareció y se ofreció a dejarlo hacer precisamente eso.
Al ver a Jesús en la carne con sus propios ojos y posiblemente tocar las heridas, Tomás proclamó: “¡Señor mío y Dios mío!” (Juan 20:28). Jesús respondió con una de las declaraciones más poderosas sobre la fe en toda la Escritura:
“—Porque me has visto, has creído —le dijo Jesús—; dichosos los que no han visto y sin embargo creen” (Juan 20:29).
Creo que es importante recordar, NOSOTROS estamos en el grupo que no hemos visto, pero creemos.
Santiago el hijo de Alfeo.
Simón el Zelote- sabemos poco sobre él, pero la descripción "Zelote" indica que pudo haber pertenecido a una secta judía conocida como los Zelotes, que estaban empeñados en la revolución y buscaban un Mesías para derrocar violentamente a Roma.
Judas Iscariote- el único que no era galileo… descrito como ladrón y el que traicionó a Jesús. La palabra Iscariote está vinculada a un pueblo al sur de Jerusalén.
¿Podría Jesús haber elegido algún grupo que fuera más diferente... en personalidad, en creencias políticas, en integridad y honestidad?
Mientras caminaban con Jesús, lo vieron hacer milagros, hablar con personas marginadas, hablar con mujeres… Jesús caminó por un camino diferente al de otros líderes religiosos.
Durante estos más de tres años, Jesús influyó en estos hombres, y 11 de ellos permanecerían fieles, incluso frente a la persecución y la muerte.
Jesús era la AUTORIDAD en el grupo. Desde el principio Sus discípulos sabían que Él era el líder. Lo llamaban “Maestro” según Lucas 8:24, y Juan 13:13-14 nos dice que lo llamaban “Maestro” y “Señor”.
Jesús los responsabilizó cuando discutieron… Lucas 9:46-48. Jesús llamó a un niño para ponerlo de ejemplo, para animarlos a tener un corazón de niño. En Lucas 22:24-29, después de que Jesús les lavó los pies y cenaron juntos, todavía discutían sobre ser el mayor. Jesús una vez más habla de servir, luego les dice que se sentarán a la mesa con Él en Su reino, juzgando a las 12 tribus de Israel.
Jesús era ACCESIBLE… Lucas 11:1-13. Habían escuchado a Jesús orar y le pidieron que les enseñara a orar. Estos son hombres judíos que habrían estado familiarizados con las oraciones judías, pero parece que algo fue diferente cuando escucharon las oraciones de Jesús.
En lo que llamamos la “Última Cena”, comenzando en Juan 13, vemos a Jesús tomando el papel de siervo mientras lava los pies de los apóstoles. Jesús aprovecha este tiempo para hablar con ellos, para darles esperanza y consuelo, para animarlos a amarse unos a otros. Luego en Juan 15:14-17, Él dice:
“Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo siervos, porque el siervo no está al tanto de lo que hace su amo; los he llamado amigos, porque todo lo que a mi Padre le oí decir se lo he dado a conocer a ustedes. No me escogieron ustedes a mí, sino que yo los escogí a ustedes y los comisioné para que vayan y den fruto, un fruto que perdure. Así el Padre les dará todo lo que le pidan en mi nombre. Este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros.”
Horas antes de Su arresto y crucifixión, Jesús llama a Sus apóstoles “amigos”. Esperamos lealtad y compromiso de los amigos, pero esto aún faltaba entre este grupo de hombres hasta después de la resurrección. Los años que pasaron juntos sentaron las bases para una amistad en la que eventualmente la lealtad, la confianza y el compromiso los unieron al Mesías prometido, y estaban ansiosos por llevar Su mensaje de redención al mundo.
[ Todas las escrituras son NVI ]
- Detalles
Escrito por Michelle J. Goff, con su madre, Jocelynn Goff
La hija mayor de un profesor universitario y una maestra para niños de la primaria, mi mamá creció aprendiendo por lo menos dos estilos de enseñanza. No toda enseñanza se impartió formalmente, por supuesto. Mi mamá nunca tomó una clase de discurso del Dr. Brown en el Colegio Comunitario Miami-Dade. Nunca se sentó en el aula de su mamá durante el horario escolar, pero sí pasaba tiempo allí después del día escolar mientras su mamá preparaba las instrucciones para el siguiente día.
No es sorprendente que mi mamá también se hizo maestra. Es una maestra natural y una oradora dotada de historias. Sus estudiantes se sentaban más derechos cuando les ofrecía “una historia lanyapa”. Lanyapa es una palabra francesa que significa “un poco extra o adicional”, es decir que ¡esa historia no se encontraría en el examen!
En contraste, cuando mi abuelo nos acribillaba a las nietas con preguntas de trivia bíblica durante nuestras visitas navideñas, enfatizaba las preguntas de más importancia al decir, “Ésta estará en el examen final”. Lo que más aprendí de esos “exámenes” era su amor por el estudio bíblico y su compromiso diligente a las joyas poco resaltadas en las Escrituras.
Años después, nuestras conversaciones se han hecho más “tocar y sacar”. He compartido joyitas de verdad que he descubierto con una pasión paralela a la suya para compartir con otros. De similar manera, mi mamá y yo hemos hecho la transición de una relación exclusivamente madre e hija a una de hermanas en Cristo y compañeras en el evangelio. El enseñar y el aprender se han madurado y hecho más mutuos.
Como sabes, nuestra enseñanza y aprendizaje no viene exclusivamente por los maestros ni por la familia. Dios mediante, buscamos ser rodeados por los que invertirán en nosotros y por aquellos con quienes podemos formar relaciones. Maestros esenciales pueden transformar nuestra relación con una materia… inspirándonos a perseverar o rendirnos. Amigos cercanos nos enseñan cómo reírnos, al también aprender lo que significa perdonar. Los vecinos nos enseñan la amabilidad al aprender cómo ser buenos vecinos nosotros mismos.
También hay quienes nos enseñan por sus palabras y acciones, inconscientes de cuántos están observando, aprendiendo de su ejemplo. Es especialmente cierto en nuestro andar cristiano. Debemos tener cuidado de practicar lo que predicamos, y que no podemos enseñar lo que aún no hemos aprendido realmente.
Cuando pregunté a mi mamá sobre una relación a través de la cual ha enseñado o aprendido, A. R. Kepple fue el primero que le vino a la mente. Su enseñanza sencilla era una semilla plantada y regada, semana tras semana. Se conocieron en la iglesia de Cristo Downtown en la ciudad de Kansas, Missouri, la nueva congregación que sus padres ayudaron a establecer en los inicios de los años 1960.
Después de enseñar a los niños por 20 o 30 minutos los domingos por la tarde, el hermano Kepple invitaba a la niña Jocelynn de 7 años a sentarse con él en la primera fila durante los cantos y el sermón. Después de recordarle a actuar bien educada, sus padres le daban permiso a sentarse con ese predicador jubilado en los finales de sus 70.
Una vez acomodada con los pies sin tocar el piso, mientras esperaba a que comenzaran los cantos, el hermano Kepple abría su Biblia a Mateo 5 y leía, “Tú eres la sal de la tierra. Tú eres la luz del mundo”, señalando cada frase al leerla.
“Me lo decía cada vez que me sentaba con él y me hizo una gran impresión. Plantaba una semilla en mi mente, mi corazón y mi espíritu”, recordó mi mamá. Él vivía la enseñanza que repetía.
¿Quién es alguien de quien has aprendido lo que significa ser una cristiana? ¿Cómo has podido enseñar a otros lo que significa seguir a Cristo?