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Escrito por Ann Thiede, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Arkansas
Cada día que Jesús vivió en la tierra, durante unos treinta y tres años, eligió no pecar. Podría haberlo hecho, Aquel que era completamente hombre y completamente Dios. Como dice el escritor de Hebreos, “Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado” (4:
Todos conocemos la poderosa atracción de la carne para caer en el pecado, ya sea en nuestras mentes, palabras o acciones. Entonces, ¿cómo lo hizo Jesús, día tras día? Las siguientes escrituras tienen una clave. Pablo habla de Jesús en Colosenses: “Él es anterior a todas las cosas, que por medio de él forman un todo coherente” (1:
Y entonces el Padre le pidió a Su Hijo, en nuestra desesperada necesidad, que entrara en este mundo como dice hermosamente Filipenses 2:6-8:
“quien, siendo por naturaleza Dios,
no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse.
Por el contrario, se rebajó voluntariamente,
tomando la naturaleza de siervo
y haciéndose semejante a los seres humanos
Y, al manifestarse como hombre,
se humilló a sí mismo
y se hizo obediente hasta la muerte,
¡y muerte de cruz!”
No hay duda de que la relación de Jesús con Dios en el ámbito espiritual construyó una base sólida de amor y confianza que fue esencial cuando se hizo hombre. Espero que encuentres algunos tesoros que no solamente ayudaron a Jesús, sino que también pueden ayudarte a acercarte a Dios Padre y alejarte de la atracción del pecado.
Escuchamos las primeras palabras de Jesús cuando tenía doce años cuando Sus padres lo encontraron en el Templo de Jerusalén, asombrando a los rabinos con Sus preguntas, respuestas y comprensión. Él dijo, “—¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar? (Lc. 2: 49-51)
Temprano en Su ministerio alrededor de la edad de treinta años, Jesús llamó a otros a seguirlo, para que pudieran estar con Él, aprender de Él y verlo en acción. ¿Era esto asunto de Dios, llamar seguidores? ¡Un rotundo sí! Jesús estaba con Dios cuando llamó a Abraham, Isaac, Jacob (Israel), Moisés y profetas como Isaías, por nombrar algunos. Todos recibieron el llamado de Dios de diferentes maneras, pero fueron obedientes, yendo a donde Él los llamó a ir, incluso si no estaban seguros del camino, o el camino era difícil y lleno de desafíos. Una cosa hermosa sucedió cuando Jesús le dijo a Felipe, “Sigueme” (Juan 1:43, NVI). Felipe encontró a Natanael de la misma manera que Andrés había encontrado a su hermano, Simón Pedro, y lo llevó a Jesús. Tenían que compartir con alguien; era imposible quedarse con Jesús para sí mismos.
Para Jesús, estar en los asuntos del Padre implicaba una completa dependencia de Dios, ir a donde el Padre quería que fuera, hacer lo que el Padre quería que hiciera con un corazón sumiso. Me encanta lo que dice en Juan 5:19-20a,
“Entonces Jesús afirmó: —Ciertamente les aseguro que el Hijo no puede hacer nada por su propia cuenta, sino solamente lo que ve que su Padre hace, porque cualquier cosa que hace el Padre, la hace también el Hijo. Pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que hace.”
Jesús y Dios tenían una relación de amor maravillosa antes de que comenzara el tiempo; la relación necesitaba nutrirse cuando Jesús caminó en esta tierra, ocupándose de los asuntos de Su Padre: abriendo los corazones de hombres y mujeres a través de Sus enseñanzas, llamando a otros a seguirlo, quienes a Su vez llamaron a otros a seguir a Jesús, y orando a menudo a Su Padre con humildad y sumisión. ¿Su máxima obediencia? La Cruz. ¿Su recompensa? ¡Resurrección y un glorioso reencuentro con Dios!
¿Cómo puedes nutrir tu relación con Dios y ocuparte de Sus asuntos?
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Escrito por Katie Forbess, presidenta de la Junta Directiva del Ministerio Hermana Rosa de Hierro, con la colaboración de Jubilee Forbess, su hija
Finalmente llegué a mi cuarto de armario. Hace años que quería crear allí un lugar de oración. Siempre sentí la necesidad, pero nunca sucedió hasta que me invitaron a pasar 29 días en oración silenciosa, para el Adviento de 2022. Me di cuenta de que dejar todo lo demás fuera es muy importante porque te hace concentrarte en la presencia de Dios. Al repetir, "revélate a mí”, me fortaleció el recordar que la oración es donde estás sola, pero con el Dios Creador. Entonces, al crecer en la iglesia y confiar en Dios a través de muchos momentos difíciles, encontré las siguientes lecciones y estoy ansiosa por compartirlas. Escribí páginas y páginas de anécdotas narrando esta historia, pero, como la oración, esto no tiene por qué ser tan complicado.
La única forma en que realmente puedes aprender a orar es haciéndolo. Jesús le dijo a los discípulos,
“Cuando oren, digan: »“Padre, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Danos cada día nuestro pan cotidiano. Perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos ofenden. Y no nos metas en tentación” (Lc 11:2-4)
¿Por qué? Eran hombres judíos que ya oraban. Sólo necesitaban un pequeño ajuste, porque... El Mesías estaba entre ellos. Necesitaban un poco de perspectiva. Necesitaban un recordatorio de lo que debían pedir, lo que no debían pedir y cómo perdonar a los demás era la clave para ser perdonados. La oración es un mandato.
Mi vida de oración es lo que es debido a todas las oraciones y sermones y canciones y libros que han llegado antes de hoy. Reflexioné sobre una historia corta, “Once”, que habla de ser de todas las edades y me di cuenta de que mi vida de oración son todas las enseñanzas, más la decisión de participar diariamente. Las Escrituras. Las canciones. Las oraciones contestadas de 45 años. Estos fueron mis maestros y mi fundamento, el material puro que ha venido a través de las muchas pruebas de la vida. La oración es como respirar.
Jeff perdió su billetera. Oramos mientras salíamos a hacer mandados. La encontró mientras estábamos fuera. La oración es sencilla.
Dios es fiel cuando damos un paso hacia Él. También creo que el versículo en 2 Corintios 12:10, “cuando soy débil, entonces soy fuerte”, ahora está grabado en mi corazón. Cuando regresamos a los Estados Unidos desde Bolivia, lloré todos los domingos durante los cantos. Con emociones y transformaciones que no puedo explicar bien con palabras, obras del Espíritu, estoy segura, derramé mi alma a Dios en oración. Elegí no limpiar las lágrimas. La oracion es dificil.
Hubo un tiempo en que conducía todos los días después del trabajo para tomar clases universitarias en Greeley, Colorado. De camino allí, escuchaba música rock y leía el NY Times. Fue un tiempo que terminaría en un aborto espontáneo, pero antes de eso, me di cuenta de que necesitaba usar mi tiempo de otra manera y comencé a escuchar puramente KLOVE (radio cristiana). Lo mismo pareció suceder en noviembre de 2022. Las cosas eran muy difíciles y necesitaba estar en oración constante. El fuego nos refina y nos muestra quienes somos en realidad. A veces sólo me calienta, otras veces ilumina el camino. A veces me quema, y otras veces me limpia las impurezas. La oración, entonces, es como el fuego.
Tuve que orar por el enemigo. Guardar silencio y dejar que Dios peleara por nosotros. Tuve que acercarme y contactar a los guerreros de oración y pedirles que oraran por algo de lo que simplemente no podía hablar. Tuve que dar gracias, porque no había duda de que la mano de Dios estaba incluso en esta terrible situación. Tuve que confiar en que Dios cerraría la boca de los leones y parecía rodearme de corderos. La oración es un regalo.
Mirando lo largo de tu vida y las lecciones que Jesús te ha enseñado sobre la oración, ¿Cuáles te sorprenden más durante un tiempo de crisis?