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Semana 5: Escuchando al Espiritu
El que tenga oídos para oír…no teme el escuchar
Semana 5, Día 6
Se cuenta la historia de un hombre que visitó al médico para pedir consejos sobre su esposa. Quería que la esposa visitara al médico para un chequeo del oído. El hombre estaba frustrado de que la esposa no le prestaba atención cuando hablaba, así que fue a buscar ayuda. El doctor le recomendó que, al volver a casa, se parara a como 5 metros de la esposa para hacerle una pregunta. Si no le contestara, se pararía a como 3 metros para hacer la misma pregunta. Y si siguiera sin responder, una vez más a como 1 metro. Al señor le pareció excelente la idea. “¡Gracias, doctor! Espero traerla para el chequeo esta misma semana.” Cuando llegó a la casa, el esposo saludó a su esposa y luego se paró a cinco metros de ella y preguntó, “Querida, ¿qué vamos a cenar?” Nada. Ahora a tres metros, le volvió a preguntar, “Querida, ¿qué vamos a cenar?” Nada, otra vez. Ahora a un solo metro, después de repetir la pregunta, la esposa volteó y respondió, “Por tercera vez, vamos a cenar arroz y frijoles. ¿Cómo te fue en la cita médica?”
Cuando nos frustramos en la comunicación, reaccionamos pensando que es la otra persona la que tiene problemas con el oído. Leemos los versículos que advierten, “El que tenga oídos para oír, que oiga…” Pero respondemos con, “Ojalá la hermana tal abriera sus oídos para oír.” Al contrario, debemos primero revisar nuestros propios oídos.
No importa la verdad que diga o las buenas nuevas que comparta, podemos caer en la trampa de tener comezón de oídos: buscar escuchar sólo lo que queremos escuchar.
2 Timoteo 4:2-4 (LBLA)
2 Predica la palabra; insiste a tiempo y fuera de tiempo; redargu-ye, reprende, exhorta con mucha paciencia e instrucción. 3 Porque vendrá tiempo cuando no soportarán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oídos, acumularán para sí maestros conforme a sus propios deseos; 4 y apartarán sus oídos de la verdad, y se volverán a mitos.
La oración para el escuchar hoy es que el Espíritu nos abra los oídos y el corazón para escuchar exactamente lo que nos quiere decir. La tentación sería de pedirlo para otro, para que Dios les abra los oídos y el corazón. Es una oración válida, pero sólo podemos controlar nuestro propio escuchar, no el de ningún otro. ¿Por qué evitamos escuchar?
Admito que, a veces, temo el escuchar. Evito ir a la Palabra, temerosa de lo que Dios revelará de mi vida o temo el dolor de la convicción que viene por lo que escucharé.
Pero hay una diferencia entre el ser compungida de corazón y el ser condenada. Cuando no escuchamos según la comezón de oídos, sino que escuchamos lo que Dios necesita decirnos, es posible que salgamos con la convicción de lo que dijo. Pero son palabras dichas con amor y para nuestro propio bien. Cuando el Espíritu vino sobre los apóstoles en el Día de Pentecostés, se inspiraron a hablar tal como Dios les dirigió. El Espíritu les equipó para hablar en los idiomas de toda persona presente. Y aunque el mensaje les compungió, ¿qué les llevó a hacer?
Hechos 2:36-41 (LBLA)
36 Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo. 37 Al oír esto, compungidos de corazón, dijeron a Pedro y a los demás apóstoles: Hermanos, ¿qué haremos? 38 Y Pedro les dijo: Arrepentíos y sed bautizados cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo. 39 Porque la promesa es para vosotros y para vuestros hijos y para todos los que están lejos, para tantos como el Señor nuestro Dios llame. 40 Y con muchas otras palabras testificaba solemnemente y les exhortaba diciendo: Sed salvos de esta perversa generación. 41 Entonces los que habían recibido su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil almas.
El arrepentimiento. Una oportunidad para comenzar de nuevo. Que no tengamos comezón de oídos, sino que escuchemos la verdad, aún si terminamos compungidos de corazón.
Otros apuntes, pensamientos, o dibujos de escuchar al Espíritu:
¡Nos encantaría escuchar de ti! Por favor, comparte con nosotras de lo que estás escuchando y cómo estás creciendo en la devoción al escuchar.
Esta entrada del blog viene del libro Llamada a escuchar: Cuarenta días de devoción. Para pedir una copia del libro, favor de visitar a nuestra página web e invita a una amiga a participar en el estudio contigo. El libro incluye guías adicionales y preguntas a ser revisadas en el contexto de un grupo pequeño semanalmente.
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Semana 5: Escuchando al Espiritu
Demasiado ocupada para escuchar
Semana 5, Día 5
Parece que nunca tengo tiempo para hacer muchas de las cosas que me son muy importantes. Sólo hay 24 horas al día, y las puedo llenar rápidamente. A veces, mi día se llena de buenas prioridades. Otros días, la televisión o el celular me distrae, el Facebook me consume media hora… mi “demasiado ocupada para escuchar” es una excusa: una mala descripción de mi día porque me he perdido en las cosas que no son de la más alta prioridad. ¿Cuál es tu excusa? Mateo 6:33 (NVI) 33 Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.
Nos cuesta poner a Dios como primera prioridad en el tiempo, en las relaciones, y en el escuchar. No pasa sin un esfuerzo o sin la intencionalidad. El escuchar requiere disciplina. Es como un músculo que debemos ejercitar. Y cuando no practicamos los ejercicios para escuchar, los músculos espirituales se debilitan y tenemos que trabajar más duro para aprender a escuchar nuevamente. Durante la segunda semana, practicamos el escuchar en silencio. Les pedí que se sentaran tranquilas por cinco minutos a escuchar. Cuando entraron otros pensamientos, repetimos la frase, “Estoy escuchando a la voz suave del murmullo susurrado.” Hoy, vamos a practicar algo similar a lo largo del día, inspirado por María, hermana de Marta, quien “sentada a los pies del Señor, escuchaba lo que él decía” (Lc. 10:39, NVI).
(Para los que tienen limitaciones físicas, pueden crear una versión modificada de esta práctica del escuchar.)
Tres veces hoy, siéntate en el piso por al menos dos minutos cada vez. Imagínate a los pies del Señor, escuchando. Invita al Espíritu hablarte en reflexión silenciosa, recordándote de la verdad en los versículos que hemos leído esta semana, u otra parte de la Biblia en la que estás meditando. El recordar es uno de los papeles del Espíritu Santo. Vamos a invitarle a ayudarnos a recordar hoy. Al menos tres veces hoy, vamos a pausar con intencionalidad para escuchar y recordar.
Escucha Su voz.
Recuerda Sus verdades en las Escrituras.
Escucha en silencio.
Recuerda las bendiciones infinitas.
Otros apuntes, pensamientos, o dibujos de escuchar al Espíritu:
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Esta entrada del blog viene del libro Llamada a escuchar: Cuarenta días de devoción. Para pedir una copia del libro, favor de visitar a nuestra página web e invita a una amiga a participar en el estudio contigo. El libro incluye guías adicionales y preguntas a ser revisadas en el contexto de un grupo pequeño semanalmente.