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Hoy, te invito a participar en la disciplina espiritual que se llama Lectio Divina. Se puede hacer con cualquier porción de la Biblia.
Antes de empezar, pasa un tiempo en silencio, preparando tu mente para escuchar lo que Dios te revela en ese parte de las Escrituras.
Los versículos escogidos (Filipenses 1:3-11 o los que escoges), se leen cuatro veces consecutivas, cada vez haciendo una pregunta distinta y dejando un tiempo de silencio despues de cada paso.
1. Lee los versículos, escucando por una palabra o frase que se te resalta. Repita la palabra varias veces sin pensar mucho en esa frase.
2. Reflexiona o medita sobre la palabra o la frase al leer los versículos por segunda vez. Puedes preguntar, “Qué está pasando en mi vida que se me hizo esa palabra más llamativa hoy?”
3. Responde. ¿Hay una invitación o un desafío al cual Dios te está llamando? ¿Cuál es tu respuesta a esa invitación? Quizás ese versículo ha tocado un lugar de dolor, frustración, o ira. Podemos expresar esos sentimientos a Dios en la seguridad que Él ofrece en ese momento de comunión, y en oración.
4. Cuando ya se nos ha pasado la respuesta, leemos los versículos una vez mas, en contemplación — para descansar en Dios y afirmar nuestro compromiso de caminar con Él en nuestra vida diaria, inspiradas y animadas por la palabra o frase que escuchamos a través de este ejercicio.
Porciones tomadas de Ritmos sagrados, escrito por Ruth Haley Barton y La celebración de la disciplina por Richard Foster.
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Hoy vamos a practicar la meditación.
Se puede usar cualquier texto bíblico para meditación sobre un aspecto de Dios, la aplicación a tu vida, u otra cosa que Dios te quiere revelar.
Por ejemplo: Usando Romanos 8:28-39 y 1 John 4:7-10 y 16-18, describe el amor de Dios y pasa un tiempo meditando en el amor que Dios te tiene.
Otro ejemplo: Usando Salmo 23 y Juan 10, medita en Dios como nuestro Buen Pastor.