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Escrito por Brenda Brizendine, coordinadora de voluntarias del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Colorado
¿Alguna vez has sentido como que llevas el peso entero del planeta tierra sobre tus hombros? ¿O te has sentido con una tristeza muy profunda? Pero lo peor, ¿no sabes ni tienes idea del porqué?
Recuerdo muy bien, un día particular, en el cual me sentía así. No puedo describir cuán real se sentía ese peso sobre mí. Lo único que deseaba era llorar. Me abrumaba tanto esta sensación que no podía concentrarme en nada.
Recuerdo muy bien que deseaba orar y pedirle a Dios que me ayudara con ese peso, pero no lograba completar ninguna frase en oración, y ni sabía cómo pedir ni qué pedir. Lo único que recuerdo es que Dios me dirigió a pedir apoyo en oración a mi grupo de hermanas, guerreras en oración, quienes me habían acompañado por mucho tiempo en mi caminar cristiano.
Fue, cuando compartí con ellas mi petición y nos pusimos de acuerdo en orar por misericordia y para que Dios se llevara esa carga abrumadora, que fui liberada. A través de esa unidad en oración, incluso estando a kilómetros de distancia, esa batalla se peleó por mí, y Dios me liberó de esa carga que estaba teniendo.
Hasta el día de hoy, no encuentro una razón para haberme sentido así, pero tengo muy presente esa sensación de la carga siendo levantada de mis hombros y mi corazón llenándose de paz y de gozo, al ir leyendo las palabras de oración que las hermanas compartían en el chat grupal que teníamos.
La fe de ellas junto con la mía, unidas en oración, hizo que algo sobrenatural sucediera. Eso me recuerda al pasaje de Mateo 18:19-20.
Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
Y también el pasaje que se encuentra en Santiago 5:16b, “y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho.”
El enemigo trató de derrotarme, porque me encontraba sola, pero cuando mi corazón se unió al de mis hermanas, algo poderoso sucedió. El poder de la unidad de la familia de Dios volvió a vencer el mal con el bien, la tristeza con el gozo, la tribulación con la paz.
Es importante que desarrollemos esa comunidad de fe. Si alguna vez has visto la película “Enfrentando a los gigantes”, hay una escena en la que un grupo de personas se pone en común acuerdo para orar por los jóvenes de la escuela. Las cosas empezaron a cambiar. Las cosas empezaron a mejorar. Cosas poderosas empiezan a suceder cuando convergemos en un común acuerdo, y se piden en el nombre de Jesús.
Leí también en una novela, Esta patente oscuridad de Frank E. Peretti, cómo el autor describe lo que él imagina que nuestras oraciones en conjunto hacen cuando nos ponemos de acuerdo. Es como limpiar el camino para que los ángeles puedan completar la misión que Dios les ha dado.
Actualmente, tengo un grupo de amigas y hermanas, con quienes nos reunimos de manera regular para orar por nuestros hijos. Cada semana nos compartimos peticiones especificas por las cuales orar, y juntas, en común acuerdo elevamos oración al Padre. Hemos visto muchas de esas peticiones ser contestadas. Y tenemos la confianza de que continuaremos viendo la Mano de Dios obrar en la vida de nuestros pequeños. Te animo hoy a buscar a tu grupo de oración, recuerda que donde dos o más están unidos en el Nombre que es sobre todo nombre, ahí está el poder del Espíritu Santo para obrar milagros.
Permíteme compartir una oración contigo,
¡Padre eterno, grande, y fuerte eres Tú! Vengo a ti por medio del Señor Jesucristo, declarando lo que dice Tu palabra: «Que donde están dos o tres congregados en tu nombre, allí estás en medio de ellos». En este momento me pongo de acuerdo con mis hermanas para clamar a Ti e invocar Tu presencia. Tú eres Dios todopoderoso y para Ti nada es imposible. Tte pido que tomes el control de nuestra vida y las de nuestras familias, guárdanos de toda enfermedad, súplenos todo lo que nos haga falta de manera sobrenatural. En el nombre de Jesús. Padre, nos humillamos y clamamos a Ti por nuestras naciones y te pedimos que establezcas Tu reino y descienda Tu poder y gloria sobre ellas, derramando arrepentimiento y conversión sobre cada habitante de nuestros países. Señor, gracias, porque hay poder en el acuerdo, ayúdanos a mantener la unidad y guárdanos de la división y contienda. En el nombre de Jesús. ¡Amén!
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Escrito por Alina Muraru, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Rumania
Todas sabemos que la oración, la forma más elevada de comunicación, es un diálogo privilegiado entre nosotras y Dios, nuestro Padre que nos creó. ¿Qué es la unidad? Es la congruencia entre pensamientos, sentimientos, voluntad, palabras y acciones. En los últimos dos años, cuando oré a nuestro Padre, hubo muchas ocasiones en las que ni siquiera podía pronunciar las palabras debido al dolor que sentía por dentro.
No tengo ninguna duda de que cada una de nosotras ha enfrentado diferentes luchas, tiempos que se manejaron más fácilmente o fueron más difíciles que otros. Durante esas dificultades, aprendí lo importante que es ser consciente de que Dios siempre está conmigo/nosotras. A veces, tantas veces, tendemos a olvidarlo, pero, aun así, Él sigue con nosotros, como dice Mateo 28:20 NVI:
… Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.”; y Deuteronomio 31:8: “El Señor mismo marchará al frente de ti y estará contigo; nunca te dejará ni te abandonará. No temas ni te desanimes.”
Sí, Dios siempre está con nosotras, y cuando oramos juntas en unidad como hermanas en Cristo, experimentamos la presencia de Dios a un nivel más profundo. Como lo dice Mateo 18:20, "Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”
También sabemos por la Biblia que tenemos acceso a Su presencia al leer Efesios 3:12 (RVR1995) "en quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en él", y el Salmo 133:1, “¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es que habiten los hermanos juntos en armonía!"
La unidad entre Su pueblo es tan importante para Dios. Le agrada ver a Su pueblo habitando juntos en unidad. Esto también es de gran importancia cuando oramos juntas. Fue significativo cuando los apóstoles de Jesús oraron a Dios para que les mostrara quién era el que Dios deseaba para reemplazar a Judas. Podemos leer acerca de esto en el Libro de los Hechos, capítulo 1, versículo 14. “Todos estos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos.”
La unidad cristiana es el resultado de que Dios unió a personas de diferentes orígenes, etnias y clases sociales en una sola familia o cuerpo, por la fe en Cristo.
“Ahora bien, ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno es miembro de ese cuerpo.” (1 Cor. 12:27)
Todos ustedes son hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús, porque todos los que han sido bautizados en Cristo se han revestido de Cristo. Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino que todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús. (Gál. 3:26-28)
La oración no sólo nos conecta con nuestro Creador, sino también entre nosotras. Cuando oramos juntas a Dios, experimentamos la comunicación más importante, significativa y profunda que puede existir, y estamos seguras de que Dios está escuchando cuando le pedimos cosas con fe, con sabiduría y en armonía con la Palabra de Dios. "Cualquier cosa que ustedes pidan en mi nombre, yo la haré; así será glorificado el Padre en el Hijo. Lo que pidan en mi nombre, yo lo haré” (Jn. 14:13-14).
Cuando estamos demasiado heridas para poder pronunciar algunas palabras que den contenido a nuestra súplica, el Espíritu Santo siempre está ahí para actuar como un intermediario para nosotras en la oración de acuerdo con la voluntad de Dios.
" Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios." (Rom. 8:26-27)
También es importante que las mujeres que oran juntas, oren con la misma mente y con el mismo propósito, animándose unas a otras y contentándose con lo que ya tienen.