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Escrito por Katie Finch
Al inicio de la conferencia, no sabía qué esperar y empezamos con unas complicaciones inesperadas. Pero no tardó Dios en revelarse y mostrarme su presencia y su obra.
Todo comenzó cuando un grupo de mujeres que no se conocían antes, se reunió temprano el día viernes para orar. Instantemente, el vínculo cristiano nos unió al abrir nuestros corazones a Dios y a las otras presentes.
El Salmo 100 sirvió como la invitación al tiempo de oración y la oración de Pablo en Efesios 3 cerró la sesión. En el intermedio, las mujeres se juntaron en grupitos de dos o tres para orar juntas sobre las categorías que Michelle anunciaba a cada rato. Los temas empezaron más amplias y fueron a lo más específico y lo más personal al progresar.
Muchas de las oraciones fueron contestadas en varios aspectos del Primer Encuentro Internacional de la Iglesia de Cristo, en Orlando, Florida—siete personas se bautizaron; Dios habló por todos los oradores; los jóvenes se animaron a través de su programa especial; voluntarios cuidaron muy bien a los niños; las vidas se transformaron; y Dios fue glorificado.
Para mí, fue mi primera experiencia para ver el impacto que este ministerio tiene en la vida de mujeres en todas partes. Muchísimas se entusiasmaron por la salida del segundo libro y muchas otras expresaron su hambre por más después de la lección que dio Michelle.
La Palabra de Dios nos enciende y me fue de gran bendición saber que el arduo trabajo que hacemos en el ministerio, marca una diferencia en la vida de las mujeres al llevarles más cerca de Dios y las unas de las otras.
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~ Contribuido por una Hermana Rosa de Hierro anónima
Estaba leyendo Hechos 13 esta mañana y noté algo que nunca antes había visto. Lucas habla de los maestros de la iglesia primitiva y menciona a Manaén (que se había criado con Herodes el tetrarca).
Reflexioné en cómo Dios coordina arregla las cosas para que personas de fe estén el lugares de poder. Mis pensamientos me llevaron a pensar cómo Moisés y Manaén decidieron usar el conocimiento que obtuvieron en esas situaciones versus cómo Faraón y Herodes usaron la misma crianza. Sé que Faraón y Moisés no se criaron juntos, pero en los dos casos, tomaron decisiones para poner a Dios como primera prioridad o no. También pensé en José, Daniel, Sadrac, Mesac,, Abednego, y Nehemías—cómo cada uno decidió perseverar en su fe cuando empleados en posiciones de poder.
La mayoría de nosotras, como mujeres, no nos encontramos en posiciones de poder político, pero estamos en posiciones poderosas para pasar la fe a la siguiente generación.
En mi caso, había una consecuencia grande por mi salud mental al mantenerme firme, a pesar de la desconfianza de mis suegros cuando quedé embarazada. Sé que una fe fortalecida me hubiera ayudado a enfocarme en la aprobación de Dios y no en tratar de mantener mi convicción mientras traté de guardar la paz en la familia.
Sin embargo, decidí perseverar en la fe. Y me recompensa fue un hijo que me está ayudando a sanarme, quien estudia verdades espirituales más profundas y más grandes que yo jamás había estudiado, y quien enseña y anima a mí y a otros a perseverar en la fe. Doy gracias a Dios por esa bendición poderosa en esta etapa de mi vida.