Escrito por Katie Finch
Al inicio de la conferencia, no sabía qué esperar y empezamos con unas complicaciones inesperadas. Pero no tardó Dios en revelarse y mostrarme su presencia y su obra.
Todo comenzó cuando un grupo de mujeres que no se conocían antes, se reunió temprano el día viernes para orar. Instantemente, el vínculo cristiano nos unió al abrir nuestros corazones a Dios y a las otras presentes.
El Salmo 100 sirvió como la invitación al tiempo de oración y la oración de Pablo en Efesios 3 cerró la sesión. En el intermedio, las mujeres se juntaron en grupitos de dos o tres para orar juntas sobre las categorías que Michelle anunciaba a cada rato. Los temas empezaron más amplias y fueron a lo más específico y lo más personal al progresar.
Muchas de las oraciones fueron contestadas en varios aspectos del Primer Encuentro Internacional de la Iglesia de Cristo, en Orlando, Florida—siete personas se bautizaron; Dios habló por todos los oradores; los jóvenes se animaron a través de su programa especial; voluntarios cuidaron muy bien a los niños; las vidas se transformaron; y Dios fue glorificado.
Para mí, fue mi primera experiencia para ver el impacto que este ministerio tiene en la vida de mujeres en todas partes. Muchísimas se entusiasmaron por la salida del segundo libro y muchas otras expresaron su hambre por más después de la lección que dio Michelle.
La Palabra de Dios nos enciende y me fue de gran bendición saber que el arduo trabajo que hacemos en el ministerio, marca una diferencia en la vida de las mujeres al llevarles más cerca de Dios y las unas de las otras.