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Pues bien, la fe, en el sentido en el que utilizo ahora esa palabra, es el arte de aferrarse a las cosas que vuestra razón ha aceptado una vez, a pesar de vuestros cambios de ánimo. Ya que el ánimo cambiará, os diga lo que os diga vuestra razón. Lo sé por experiencia. Ahora que soy cristiano tengo estados de ánimo en los que todo el tema parece muy improbable. Pero cuando era ateo tenía estados de ánimo en los que el cristianismo parecía terriblemente probable. Esta rebelión de vuestros estados de ánimo contra vuestro auténtico yo ocurrirá de todas maneras. Precisamente por eso la fe es una virtud tan necesaria: a menos que les enseñéis a vuestros estados de ánimo «a ponerse en su lugar» nunca podréis ser cristianos cabales, o ni siquiera ateos cabales, sino criaturas que oscilan de un lado a otro, y cuyas creencias realmente dependen del tiempo o del estado de vuestra digestión. En consecuencia es necesario fortalecer el hábito de la fe.
El primer paso es reconocer el hecho de que vuestros estados de ánimo cambian. El siguiente es asegurarse de que, si habéis aceptado el cristianismo, algunas de sus principales doctrinas serán deliberadamente expuestas a vuestra mente todos los días. De ahí que las oraciones diarias, las lecturas religiosas y el acudir a la iglesia son partes necesarias de la vida cristiana. Se nos tiene que recordar continuamente aquello en lo que creemos. Ni esta creencia ni ninguna otra permanecerá automáticamente viva en la mente. Debe ser alimentada. Y, de hecho, si examinásemos a cien personas que hubiesen perdido su fe en el cristianismo, me pregunto cuántas de ellas resultarían haber sido convencidas de su supuesta invalidez por medio de argumentos. La gente, ¿no se va, simplemente, apartando de la fe?
Tomado de Mero Cristianismo por C.S. Lewis
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Escrito por Jocelynn Goff
Durante el día, me doy cuenta de la necesidad de la intervención divina, respuestas de Dios, el consuelo, la inspiración, o la presencia divina. Oro a solas, pero muchas veces necesito un ejército de guerreros en oración. Mi grupo de Hermanas Rosa de Hierro sirve como esas guerreras en oración que necesito. Pasamos un buen tiempo en oración cuando nos reunimos semanalmente. Sin embargo, durante el día de trabajo, nos mantenemos conectadas en oración. Es diferente, pero efectivo.
Cuando uno siente la necesidad de oración, nos mandamos un mensaje de texto. Dado que necesitamos seguir con las tareas del trabajo, no podemos articular todo detalle de la petición. Resolvimos ese problema al usar palabras de código para expresar la necesidad de la oración.
Mi palabra es “flecha.” La de otra hermana es “golpe sacudida.” La palabra de la tercera hermana es “QC.” Y cuando llega el mensaje de texto que contiene una de esas palabras, sabemos que debemos hacer una oración breve por esa hermana. Dios conoce la necesidad exacta así que lo podemos dejar en sus manos capaces. Más nos conforta saber que no estamos solas y que nuestras Hermanas Rosa de Hierro nos están levantando en oración.
Necesitamos las unas a las otras todos los días y en todo momento. Hemos descubierto la manera de mantenernos en contacto durante el día de trabajo, en oración, y nos consuela mucho.