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Cuando Pedro salió por fe a caminar sobre el agua, confió plenamente en él que le llamó a salir del barco. Tomó varios pasos milagrosos, caminando sobre agua, así como hizo Jesús.
Sin embargo, cuando perdió la vista en Jesús, perdió su fe en la posibilidad de lo imposible.
Cuando no fijamos los ojos en Cristo (Heb. 12:2), nuestra fe sufre y nos abruman las tormentas de la vida. Pedro permitió que el viendo le distrajera de su enfoque en Jesús. Pero así no termina la historia.
Vemos en Mateo 14:28-32 que cuando el enfoque de Pedro cambió de Jesús al viento, clamó, “Señor, sálvame.”
Y fue lo que el Señor hizo y hace. Extiende su mano en gracia para rescatarnos. Toma un paso de fe hoy, sabiendo que el Señor está allí para rescatarte si pierdes la vista y traerte nuevamente a él.
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2 Reyes 6:15-17
Y cuando el que servía al hombre de Dios se levantó temprano y salió, he aquí que un ejército con caballos y carros rodeaba la ciudad. Y su criado le dijo: ¡Ah, señor mío! ¿Qué haremos? Y él respondió: No temas, porque los que están con nosotros son más que los que están con ellos. Eliseo entonces oró, y dijo: Oh Señor, te ruego que abras sus ojos para que vea. Y el Señor abrió los ojos del criado, y miró, y he aquí que el monte estaba lleno de caballos y carros de fuego alrededor de Eliseo.
No sabemos si Eliseo pudo ver con sus ojos físicos que el ejército del Señor les rodeaba. Pero sí sabemos que estaba viendo con los ojos de fe.
¿Te cuesta ver con los ojos de fe?
Podemos repetir la oración del padre en Marcos 9:23-24.
Jesús le dijo: “¿Cómo si tú puedes?” Todas las cosas son posibles para el que cree. Al instante el padre del muchacho gritó y dijo: Creo; ayúdame en mi incredulidad.