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Escrito por Melanie Curtis, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Arkansas
¿Qué es la autodisciplina, y por qué es tan importante? El diccionario de Oxford describe la autodisciplina como la capacidad de controlar los sentimientos y superar las debilidades de sí mismo, y la capacidad de perseguir lo correcto aún bajo las tentaciones a abandonarlo. Siempre he pensado que tenía un problema de motivación.
He tenido dificultades con la dilación crónica y la evasión de problemas difíciles. Una amiga me compartió un concepto que me reveló el verdadero problema, una falta de autodisciplina, no una falta de motivación.
No siempre vamos a tener ganas de hacer lo correcto o cumplir con las tareas cada minuto de cada día, pero si convertimos esas tareas a costumbres, una por una, practicamos la autodisciplina, que, a su vez, hace las tareas necesarias más fáciles, aun cuando nuestra motivación está baja.
¿Cuáles son algunas de las tentaciones que enfrentas? ¿Te hacen querer hacer lo que no debes hacer, o te hacen querer no hacer lo que debes hacer (Rom. 7:15-25)? Los problemas con la autoestima, el egoísmo, la pereza, las adicciones, y más, podrían prevenir que cumplas con tus metas y las metas de Dios para tu vida. Sin embargo, puedes combatir esas dificultades con la autodisciplina.
¿Qué dice Jesús sobre la autodisciplina?
Vamos a usar el Cuadro de Mentira/Verdad del libro ¿Quién tiene la última palabra? de Michelle J. Goff para contestar esa pregunta y comparar la verdad de Jesús sobre la autodisciplina con las mentiras de Satanás.
Que Dios nos ayude a convertir las buenas tareas en costumbres, ejercitando un músculo fuerte de autodisciplina para honrar a Dios cada día en el hogar, el trabajo, y lo más importante, Su Reino.
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Escrito por Sadia Morales, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en México
¿Ha estado tu vida llena de confusión? ¿Has llegado a sentir una confusión que te ha tocado correr hacia tu cuarto o algún lugar en donde estés sola? En ese lugar donde estás sola, ¿has sentido como si estuvieras en algún enebro donde has deseado morir, donde lloras tanto que te quedas dormida, cansada, agotada, exhausta, con miedo, con muchas mentiras rodando en tu cabeza y en tu corazón?
En estos días recibí un mensaje que llenó de confusión mi vida, una confusión que me causó huir hacia la obscuridad de la noche, donde sólo las mentiras, el miedo y las lágrimas me acompañaban.
Una gran confusión se apoderó de mí... Así como Elías en aquel desierto. ¿Conoces la historia? Él estaba confundido a pesar de que él venía de muchas victorias, victorias donde mostró el poder de Dios. Elías se llegó a sentir así en 1 Reyes capítulo 18.
Muchas de nosotras, a pesar de muchas victorias ganadas, llegamos al desierto del día uno del camino y nos sentamos en enebro deseando morir (1 Reyes 19:4-18). Nos quedamos dormidas, y cuando descansamos, Dios trabaja. Pero muchas veces hacemos lo contrario. Muchas veces trabajamos sin parar para no sentir, pero, en realidad, debemos parar para descansar (Sal. 46:10).
Es en ese momento cuando Dios mismo mandará ángeles a que te levanten y te digan, “Come.” Puede ser tu esposo, tus hijos, tu familia, tus amigos, tus conocidos, el mismo Dios dándote las fuerzas para que te levantes a comer y beber, para que luego, vuelvas a acostarte. Y otra vez, el ángel te tocará diciendo, levántate y come mujer, porque largo camino te espera.
Esa comida física, como espiritual, nos fortalecerá para tomar el camino hacia Horeb, el monte de Dios. A Elías le costó llegar allí 40 días y 40 noches. ¿Y tú? ¿Cuánto tiempo llevas en esta lucha donde las mentiras te abruman, donde te sientes perseguida, donde temes por tu vida y sigues en la cueva por miedo, vergüenza, por alguna tragedia o algún mensaje o noticia que te trajo confusión a tu vida y no sabes cómo salir o qué hacer?
Ya llevas mucho tiempo en la cueva, pero hoy, te dice Jehová tu Dios, “Hija, ¿qué haces aquí?” Sal fuera y ponte en el monte delante de Jehová, porque Jehová tu Dios siempre pasa, siempre ha estado allí. Sólo sal para verle. Pero agudiza tus sentidos físicos y espirituales, porque pasará un gran y poderoso viento que romperá los montes y quebrará las peñas. Y como para Elías, Jehová no estará en el viento. Y tras el viento pasará un terremoto, pero Jehová no estará en el terremoto. Y tras el terremoto, pasará un fuego, pero Jehová no estará en el fuego.
La vida misma está llena de confusión. Puede que nos rompa, nos quiebre.
Puede que los problemas que tenemos nos hagan sentir que estamos en el centro de un terremoto, y que en medio de todas las situaciones podemos palpar un fuego sofocador que no nos deja respirar. Pareciera un fuego que nos consume. Pero hoy te digo, Él es un Dios de paz. ¡Él llegará! Claro que llegará, así como llegó a Elías ese tiempo de bonanza, un silbido apacible y delicado. Elías lo oyó, cubrió su rostro, y salió a la puerta de la cueva. Luego vino a él una voz diciendo, “¿Qué haces aquí_________?” (coloca tu nombre).
Jehová te dice, Ve hija mía. Vuélvete a tu camino que te falta mucho por hacer. “Guarda todas las cosas que te he mandado. Yo estaré contigo todos los días, hasta el fin del mundo.” Amen. (Mt. 28:20)