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Algunas de las Hermanas Rosa de Hierro originales son un grupo de mujeres que llegaron a ser conocidas como “las hermanas confundidas.” El nombre se inspiró por un estudio bíblico que resaltó la lucha interna que tenemos entre seguir la voluntad de Dios y nuestros propios deseos egoístas (Rom. 7:14-18).
Cada vez que tengo la oportunidad de visitar a Baton Rouge, Luisiana, tratamos de reunirnos, el grupo original para comer, hablar, reírnos, orar, y compartir. Mis “hermanas confundidas” son un grupo diverso de mujeres conectadas en Cristo: todas jóvenes de corazón de varias edades; somos casadas, solteras, con hijos, sin hijos, con nietos…
Y han seguido como Hermanas Rosa de Hierro en mi vida, hierro afilando a hierro, animándome y a otros a ser tan bellas como rosas a pesar de las espinas.
Esas relaciones son imposibles sin tener a Cristo en el centro. Y Dios nos ha diseñado para no vivir nuestras vidas a solas. El cuerpo de Cristo, con todos sus miembros únicos, fue creado para trabajar en conjunto, estimularnos, animarnos, y levantarnos en ánimo y en oración.
Estas “hermanas confundidas” representan otros grupos similares en otras ciudades alrededor del mundo. Cuando comparto con otras mujeres sobre lo que significa ser y tener una Hermana Rosa de Hierro, tengo la bendición de muchas historias personales de las que puedo hablar. Doy infinitas gracias a Dios por proveer esas hermanas y hermanos en Cristo, amigos y familia, cuando más los he necesitado.
Y me honra compartir esas historias de mi vida y de las Escrituras para inspirar a otras en sus propias vidas.
Gracias por tus oraciones para que Dios me utilice como Su instrumento para equipar a más mujeres para que se conecten con Dios y con otras mujeres más profundamente. Te animo a dar gracias a Dios por las Hermanas Rosa de Hierro (o hermanas confundidas) en tu vida también.
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Cuando somos testigos del espíritu de comunidad como se ve en Hechos 2 y la práctica de una comunidad como se ve en Hechos 4, nos gozamos mucho. Los vecinos trabajan juntos. Extraños llevan comida. Se reúnen en las casas para compartir un buen rato y un café. Luego, los domingos, los cristianos se congregan para recordar que Dios es Dios, sin importar las circunstancias, y especialmente cuando no tenemos respuestas.
Pero hoy día, en medio de la pandemia, este tipo de comunidad no se puede ver de la misma forma. No podemos visitarnos. No podemos congregarnos físicamente. No se puede pasar un buen rato tomando un café como antes.
Entonces, ¿qué hacemos? ¿Cómo podemos volver a definir lo que significa ser comunidad?
Cuando sucede una tragedia, estamos forzados a levantarnos como comunidad para poder sobrevivir. Me duele en el alma escuchar las historias de los eventos traumáticos que marcan las vidas de los damnificados, especialmente los niños.
Sin embargo, lo que más me impacta es la cantidad de historias de quienes han sido Cristo, familia, y apoyo para los necesitados. Mis dedos se han quedado en el teclado sin moverse por un buen rato, al recordar los detalles de las historias y los rostros de los afectados. Comienzo varias historias sin poder escoger una sola porque todas expresan el espíritu de todo lo que está pasando.
En cambio, te invito a compartir las historias de comunidad que tú has vivido u observado durante estos tiempos difíciles. Nos encantaría compartir esas historias y regocijarnos de las maneras en las que Dios sigue trabajando a través de la comunidad que Él estableción por Su Hijo.
Podemos seguir siendo el cuerpo de Cristo que ha vivido, expresado, y copiado todo aspecto de la iglesia primitiva, tal como se describe Hechos 2 y 4. Y si no estás conectada a una comunidad cristiana, nos encantaría ponerte en contacto con una cercana aún si es comenzar a reunirte con ella virtualmente.
Dios no ha dejado de trabajar a través de la comunidad de la iglesia. ¡Cuéntanos las historias que han vivido u observado!