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Escrito por Carlymar Sierra, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Bogotá, Colombia
Si nos tomamos el tiempo para buscar cuáles son las cualidades de la gente que Dios escoge para ser instrumento de Sus propósitos, tal vez la primera respuesta sería que son personas con muchas habilidades, virtudes o capacidades. Esas que pensamos nos pueden faltar a nosotras. Pero, necesitamos reconsiderar esa respuesta pues Dios en Su inmenso amor y sabiduría escoge gente común para mostrarnos que en ellos generalmente, como en las ostras, hay una perla escondida.
Dios escoge gente común, para hacer cosas maravillosas en sus vidas y en las de los que los rodean. En Hebreos 11, encontramos una lista de personas que por su fe lograron agradar a Dios. Veamos 3 ejemplos:
1. SARA: La Biblia señala que Sara era estéril (Gén. 11:30), su situación era una verdadera desdicha en aquella cultura. Aun así, ella se mantuvo leal a su Dios y a su esposo. Sara, a sus 90 años recibe la promesa de un hijo y junto a Abraham tener una gran descendencia. Entonces Sara queda embarazada. ¿Existe algo demasiado difícil para el SEÑOR? Para muchas mujeres el deseo de ser madre es un anhelo que se ve diferido con los años. Sin embargo, estos pasan dejando una huella en nuestra salud y vitalidad. La historia de Sara nos recuerda que las fuerzas vienen de Dios y que aun cuando el tiempo, la edad o la condición física juegue en contra, Él nos capacita y tiene el control.
Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido (Heb. 11:11).
2. MOISÉS: La historia de Moisés es bien particular: un israelita criado en el palacio por la hija del faraón. Moisés se había convertido en un hebreo brillante y prometedor, pero mató a un egipcio al ver que este golpeaba a un esclavo hebreo y renunció así a sus privilegios y pasó a cuidar ovejas. Sin embargo, en Éxodo 3, encontramos que justo en ese momento recibe la sorpresa del llamamiento de Dios, dándole la misión de sacar de Egipto al pueblo de Israel, a lo que Moisés contestó: Pero, yo no soy la persona adecuada para esta tarea (Éx. 3:11). Aun cuando Moisés dudaba de sus capacidades, Dios sabía que este hombre ya mayor y tartamudo estaba listo para tan importante tarea. En Hebreos 11, encontramos 7 versículos que hacen referencia a la fe de Moisés. Finalmente, a Moisés no le importó el enojo del Faraón, superó el miedo al mal que podía hacerle mirando a aquel que no podía ver. “Se sostuvo como viendo al Invisible” (Heb. 11:27).
3. RAJAB: Quizás Rajab, que era prostituta, estaba consciente de que su oficio era degradante. Quizás, se sentía atrapada, sin más opciones para mantener a su familia y seguramente anhelaba una vida mejor. Ella vivía en Jericó, posiblemente había escuchado del Dios de Israel, y decidió contribuir en los planes de Dios. Rajab arriesgó su vida escondiendo a los espías Israelitas que planeaban tomar la ciudad y a cambio pidió la salvación por su familia. Rajab pudo sentir que su estilo de vida le robaba la dignidad y la alegría, pero Dios la escoge para sus planes. Rajab fue la madre de Booz, es decir, llegó a ser una de los antepasados de Jesús (Mt. 1:5) y una heroína de la fe (Heb. 11:31).
Sara, Moisés, Rajab y muchos más pensaron que no serían escogidos. Sin embargo, sus historias nos motivan, nos llenan de consuelo y nos dejan ver que ninguno de nosotros pasa desapercibido para Dios. Es posible que existan muchas más historias en nuestro alrededor, en nuestro grupo de estudio, trabajo o congregación, quizás sólo nos hace falta llenarnos de empatía para conocer un poco más de cómo Dios ha obrado en la vida de quienes nos rodean. Historias, en donde Cristo es el protagonista y nuestras vidas solo el ambiente que el utiliza para mostrar su inmenso amor. El que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús (Fil. 1:6).
Sea cual sea nuestra historia, Dios nos necesita en los propósitos eternos y nos irá perfeccionando. Max Lucado dice, “Somos gente común en las manos de un Dios poco común.” Cada uno de nosotros es importante para Dios, fue por nosotros que Cristo se entregó, para darnos una nueva vida. Siéntete escogida.
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Escrito por Rachel Baker, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Searcy, AR.
“Por su acción todo el cuerpo crece y se edifica en amor, sostenido y ajustado por todos los ligamentos, según la actividad propia de cada miembro.”
Efesios 4:16
Ser parte de una familia de iglesia significa que a menudo escuchas lecciones sobre tu parte en “los unos a los otros”. Se espera que todos ofrezcamos lo que sea que pensamos contribuir cuando se refiere a servir y dar a otros. La iglesia es un cuerpo con muchas partes, ¿verdad?
Como he trabajado con muchas congregaciones y grupos pequeños a lo largo de los años, he notado un área de vulnerabilidad que muchas personas comparten cuando se refiere al aspecto de una vida espiritual. Cualquiera puede encontrar tiempo para cosas como leer la escritura y la oración. Dar un porcentaje de tu ingreso es suficientemente fácil calcular. Pero, ¿qué pasa cuando se espera que des de tus propios talentos? Aquí es en donde las mentiras surgen.
Una de las mentiras más grandes que la gente de iglesia se permite creer es: “Yo no tengo nada que ofrecer.” Es fácil ver las fortalezas, habilidades, y contribuciones de otros que sirven abiertamente y pensar, “Yo no puedo hace algo como eso.” Nosotros no identificamos los dones y talentos que vienen como habilidades dadas por Dios naturalmente que pueden y deben ser usadas para Su gloria.
Así que, ¿cómo combatimos esa mentira cuando surge y nos mantiene lejos de participar como parte del cuerpo? La verdad es que cada una tenemos dones, habilidades y fortalezas específicos para contribuir en el cuerpo de Cristo. Cada miembro es irremplazable. Yo amo la cita de Efesios 4:16 en la versión Nueva Traducción Viviente:
“Él hace que todo el cuerpo encaje perfectamente. Y cada parte, al cumplir con su función específica, ayuda a que las demás se desarrollen, y entonces todo el cuerpo crece y está sano y lleno de amor.”
El cuerpo no puede crecer si cada parte no está haciendo su trabajo especial. Mi oración es que cada una de nosotros reclame audazmente las habilidades y fortalezas que Dios nos ha dado para que Su cuerpo crezca y se vuelva saludable y lleno de amor.
Toma un momento para reflexionar: ¿Cuáles son algunos de tus dones y talentos? ¿Cómo puedes animar a tus Hermanas Rosa de Hierro a utilizar sus dones y talentos para contribuir al crecimiento del cuerpo?