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Escrito por Melanie Curtis, asistente del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Searcy, AR.
¿Alguna vez te sientes perdida en este mundo? ¿Como si todo estuviera sin sentido, o lo que estás haciendo en la vida no es suficiente, o no estás donde pensabas que estarías? El rey Salomón, una de las personas más sabias del mundo, se sentía así. Él tenía todo que pudiera haber imaginado, y más: poder, riqueza, influencia… Pero, de alguna manera, en Eclesiastés 1:2-3, todavía se quejaba, “Lo más absurdo de lo absurdo, —dice el Maestro— lo más absurdo de lo absurdo, ¡todo es un absurdo!
¿Qué provecho saca el hombre de tanto afanarse en esta vida?”
Recientemente, con todo el estrés en vida, y con el mundo alrededor de nosotros, quizás nos preguntamos, “¿Vale la pena? ¿Mis acciones harán una diferencia o no? Jesús no se aferraba a esta filosofía. Él dijo; “‘Para el que cree, todo es posible’” (Mc. 9:23b), y, hablando de la salvación, “—Para los hombres es imposible—aclaró Jesús, mirándolos fijamente--, pero no para Dios; de hecho, para Dios todo es posible’” (Mc. 10:27).
Entonces, ¿cómo podemos cumplir con nuestra función en el Cuerpo de Cristo, aun en medio de la inseguridad, el cambio y la duda? Debemos dirigirnos hacia el Señor para recibir Su ayuda en este asunto, buscar la Palabra, orar por orientación de Dios, y seguir el ejemplo de Jesús. A continuación, vamos a repasar unos ejemplos de las Escrituras que pueden guiarnos y animarnos:
1. Acuérdate de AMAR a otros.
“El que está en ustedes es más poderoso que el que está en el mundo…Queridos hermanos, amémonos los unos a los otros, porque el amor viene de Dios, y todo el que ama ha nacido de él y lo conoce.” (1 Jn. 4:4b & 7)
2. Acuérdate de QUIÉN es tu motivación.
“Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo.” (Col.3:23)
3. Acuérdate de que aun las cosas pequeñas pueden hacer una GRAN diferencia.
“»Entonces dirá el Rey a los que estén a su derecha: ‘Vengan ustedes, a quienes mi Padre ha bendecido; reciban su herencia, el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; fui forastero, y me dieron alojamiento; necesité ropa, y me vistieron; estuve enfermo, y me atendieron; estuve en la cárcel, y me visitaron.’ Y le contestaron los justos: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, o sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos como forastero y te dimos alojamiento, o necesitado de ropa y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y te visitamos?’ El Rey les responderá: ‘Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí.’” (Mt. 25:34-40)
4. Acuérdate A QUIÉN PERTENECES y qué significa eso.
“‘Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas. Por lo tanto, no se angustien por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya sus problemas.’” (Mt. 6:33-34)
Te dejo con este versículo, la conclusión final de Salomón en cuanto a nuestro propósito en la vida:
“El fin de este asunto es que ya se ha escuchado todo. Teme, pues, a Dios y cumple sus mandamientos, porque esto es todo para el hombre.” (Ec. 12:13)
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Escrito por Michelle Guzmán, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Colorado Springs, CO
“La forma sigue a la función” es uno de los conceptos más conocidos en el mundo del diseño de arquitectura creado por el famoso Louis Sullivan (1856–1924). Este principio establece que la forma de un edificio u objeto debe estar completamente relacionado al uso, función, o propósito que este edificio u objeto va a tener. Este principio o ley fue aplicado en sus inicios en las crecientes ciudades de Boston y Nueva York cuando la cantidad de gente era mayor al espacio. Para solucionar esta situación fue construir en forma vertical. Los grandes rascacielos que vemos el día de hoy fueron originados en el principio de Sullivan.
Las nuevas generaciones de diseñadores han inventado un nuevo concepto “La Función sigue a la Forma” basado en el principio de creatividad e innovación. Lo que este principio quiere decir es que el diseñador de un edificio puede tener libertad en crear su forma sin límites y la función luego se adaptará al espacio creado. Un ejemplo de esto es el edificio de Walt Disney Concert Hall en Los Ángeles, California diseñado por Frank Gehry (1999-2003).
¿Para qué estoy hecha? ¿Está mi forma siguiendo a mi función o mi función siguiendo a mi forma?
¿Estoy hecha para llevar a cabo mi función? o ¿Mi función depende de quién yo soy?
La Biblia es clara en decirnos los múltiples dones y funciones dentro del Cuerpo de Cristo a los que tenemos que ayudar a construir. Pero ¿cómo sé cuál es mi don o cuál es mi parte dentro del Cuerpo de Cristo?
¿Cuántas veces has estado afanada en tener que terminar una tarea porque te preocupa mucho lo que la gente va a pensar de ti? ¿Cuántas veces te has comprometido a más de lo que puedes hacer en el mes porque quieres obtener la aceptación de las personas en tu iglesia o en tu grupo de amistades? ¿Has buscado tu valor en las cosas que haces para poder sentirte bien?
1. Dios te creó con un plan en mente.
En Génesis 1:27-28 encontramos claramente la intención que Dios tenía al hacernos:
“Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó, y los bendijo con estas palabras: «Sean fructíferos y multiplíquense; llenen la tierra y sométanla;” luego en Génesis continúa diciéndonos las bendiciones que nos ha dado como provisiones para que podamos disfrutar nuestra estadía en esta tierra.
2. Ser antes que hacer.
El primer propósito de Dios para cada una de nosotras antes de “HACER” algo es “SER”.
Si queremos encontrar nuestro propósito primero tenemos que encontrar quiénes somos. Somos mujeres hechas a la imagen de Dios. ¿Y esto qué significa? Algunas veces nos obsesionamos en buscar qué hacer sin antes buscar quiénes somos. Nos enfocamos en ser hijas, hermanas, estudiantes, amas de casa, mamás, esposas, trabajadoras, miembros de iglesia, voluntarias, pero nos olvidamos que para poder saber nuestra función primero tenemos que recordar quién somos. De acuerdo a la palabra de Dios somos hechura suya, formadas en el vientre de nuestra madre con Sus propias manos.
Jeremías habla acerca de su llamado antes de que él naciera, pero a la vez este pasaje nos enseña de nuevo que antes de “HACER” hay que “SER.” El Señor le hace tres aclaraciones a Jeremías en el primer capítulo del libro de Jeremías: “Eres elegido antes de ser formado. Eres apartado antes de nacer. Y tienes nombre para poder ser y luego hacer.”
“La palabra del SEÑOR vino a mí: «Antes de formarte en el vientre, ya te había elegido; antes de que nacieras, ya te había apartado; te había nombrado profeta para las naciones».” (Jer. 1:4-5)
Esto también aplica para ti y para mí. Como mujer, fuiste elegida antes de ser formada, fuiste apartada antes de nacer, fuiste llamada mujer para poder ser primero y luego hacer. Tú eres una creación divina de Dios, creada con un plan perfecto que sólo aplica para ti y nadie más, porque le perteneces a Él. Él te ama por lo que eres, no por lo que haces. Tu nombre es hija y criatura de Dios, Mujer.
3. Creadas en Cristo Jesús para buenas obras.
En Efesios 2:10, tenemos una muy clara visión de para qué fuimos creadas, pero de nuevo, este capítulo nos enseña que antes de que pensemos en el qué, debemos recordar quiénes somos: “Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica.”
Nuestras maravillosas funciones fueron planificadas primero para servirle y segundo para pertenecer. Él dispuso de antemano que todo lo que hagamos tiene que ser buenas obras, así que nuestra segunda tarea luego de entender quiénes somos en Cristo Jesús es asegurarnos que todo lo que “hagamos” sea bueno, y que sea lo que Él planificó para nosotras.
Al leer nuestra Biblia a diario, al buscar al Señor en oración, al decirle a Dios buenas cosas y alabarlo con nuestras palabras día y noche desarrollamos una relación íntima con Él que nadie puede romper. Él se vuelve el centro de nuestro accionar y nos podemos sentar en medio de Su presencia a platicar con Él para que nos cuente cómo nos hizo y qué quiere que hagamos. Nuestros dones y funciones se alinean a los deseos del corazón de Dios cuando todos los días nos ponemos a Su disposición para servir a otros.
Nuestra función sigue la forma; cómo fuimos hechas, por Quién fuimos hechas, y Su plan para nuestra vida determina la función que llevaremos a cabo dentro del Cuerpo de Cristo para llevar una vida diaria de alabanza a Dios en comunidad. Disfrútate quién eres de acuerdo al plan de Dios para que lo que hagas llene tu corazón y el corazón de Dios. ¿Estás lista para el reto de “Ser” antes de “Hacer”?