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Escrito por Claudia Pérez y Edilaine Staton, voluntarias del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Alabama
El tema de infidelidad en el mundo pareciera ser un tema de “moda”. Cada día son más las figuras públicas que exhiben sus relaciones infieles, sin temor ni pudor. Pareciera que hablar de infidelidad hoy en día se está convirtiendo en algo muy “común y normal”. Y, tristemente, se puede ver infidelidades aún en la vida de grandes líderes religiosos y hasta dentro de la misma Iglesia. Esto ocurre cuando se anuncia o predica algo fuera de lo que está escrito en las Escrituras, siendo fieles a un sistema más que a la voluntad de Dios.
La palabra infidelidad se define como la falta de respeto a aquello que tú debes estar comprometida. Recordemos lo que la Biblia nos dice sobre la infidelidad, nos recuerda que tenemos un Dios celoso que desea que nos presentemos como una virgen pura a Cristo. “Porque os celo con celo de Dios: pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como a una virgen pura a Cristo.” (2 Cor. 11:2, RV1960)
Recordemos una de las relaciones infieles fue el pueblo de Israel, Israel recibió advertencia de no inclinarse a ningún otro dios porque Jehová es Celoso. “Porque no te has de inclinar a ningún otro dios, pues Jehová, cuyo nombre es Celoso, Dios celoso es.” (Ex. 34:14)
Hoy en día, la pregunta es: ¿Cuáles son los otros dioses a los que nos estamos inclinando? El dios del dinero, ego, trabajo, confusión, lujuria, incredulidad, etc.
Dios escudriña los corazones. Otro ejemplo de relación infiel a Dios fue la nacón de Judá. Judá fue infiel a Dios y Dios esperaba que se volviera a Él de todo corazón, pero Judá lo hizo fingidamente. “Con todo esto, su hermana la rebelde Judá no se volvió a mí de todo corazón, sino fingidamente dice Jehová.” (Jer. 3:10)
En los versículos posteriores vemos que Dios miró a Israel como justa en comparación con Judá, y dio oportunidad a Israel de arrepentimiento.
Y me dijo Jehová: Ha resultado justa la rebelde Israel en comparación con la desleal Judá. Ve y clama estas palabras hacia el norte, y di: Vuélvete, Oh rebelde Israel, dice Jehová; no hare caer mi ira sobre ti, porque misericordioso soy yo, dice Jehová, no guardare para siempre mi enojo. (Jer. 3:11-12)
Dios ha buscado siempre que nos volvamos a Él, con un arrepentimiento sincero. ¿Cuántas veces hemos llevado una relación infiel con nuestro Dios? ¿Cuántas veces hemos fallado a Dios? ¿Cómo has demostrado tu arrepentimiento a Dios? ¿Como Israel o como Judá? Si es como Judá, Dios conoce nuestros corazones y encontrará falsedad. Es mi oración y deseo que nuestro arrepentimiento sea sincero y sin fingimiento como Israel. Dios nos perdona y no derrama Su ira. Él enviará a nosotros personas que nos ayuden conforme a Su corazón y que nos apacienten con ciencia e inteligencia. Dios nos pone en Su Iglesia para acogernos e instruirnos a través de Su palabra. “Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia.” (2 Tim. 3:16)
Dios prueba la fidelidad del ser humano. Recordemos cómo Dios probó la fidelidad de Abraham en Génesis 12:1-2. Dios estaba en ese momento probando la confianza y fidelidad de Abraham. Dios continúa probando a las personas como lo hizo con Abraham. Sin embargo, no estamos totalmente dispuestos a someternos a la voluntad de Dios. Hoy en día la fidelidad a Dios está cada vez más alejada de las personas. Cuántas personas están sufriendo por falta de fe en Dios. No creen que Dios realmente exista, y eso hace perecer al ser humano en todos los sentidos. Muchos llegan al límite de sus fuerzas para quitarse la vida. La Biblia nos dice: “El buen entendimiento da gracia; más el camino de los transgresores es duro” (Prov. 13:15). La infidelidad nos lleva a transgredir la ley de Dios y caminar por un camino duro y áspero.
Cuando asumimos la fidelidad a Dios, tenemos que dejar de lado nuestro ego, para caminar juntos en el camino que Dios quiere. Mientras no rompamos el muro de nuestros deseos, de ninguna manera podremos comprender la fidelidad que Dios desea en nosotras y experimentaremos una relación infiel con nuestro Dios. Acciones pecaminosas en nuestras vidas muestran la existencia de relaciones infieles entre el ser humano con Dios.
Malaquías 3:6 nos recuerda: “Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos.” Así, nuestras relaciones infieles no alteran la fidelidad de Dios. Es tiempo para buscar la fidelidad a Dios. ¿Estás lista para dejar cualquier dios de este mundo que esté permitiendo una relación infiel a Dios? ¿Estás lista para iniciar una relación de fidelidad con nuestro Dios y experimentar Su gran amor y protección?
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Escrito por Nilaurys Garcia, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Canadá
Soy bendecida al decir que tengo verdaderos amigos, aunque estos no sean muchos. Amigos que puedo contarles mis alegrías, problemas y que por sobre todo me van a cobrar o pasar cuenta si en un momento me comprometí a realizar algo y no lo cumplí. Tal vez estés pensando que a ti no te gustan esas amistades, pero déjame explicarme un poco más. Me refiero a aquellas personas que están en mi círculo íntimo y que les he dado el derecho y han aceptado la obligación de ayudarme a seguir un mejor camino. Aquellos con los que puedo ser vulnerable y contar mis luchas, mayormente cuando necesito ese recordatorio de quién soy y porqué debo hacer o no hacer algo.
Una palabra que me genera sentimientos encontrados es “vulnerabilidad”. Preferiría pensar que soy fuerte y es más fácil mantener la careta de que puedo con todo lo que la vida me lance, probablemente te estés riendo conmigo en este momento al recordar todos los golpes que nos hemos dado por pensar así. Si somos sinceras, podemos admitir que no nos gusta ser vulnerables, delegar el control y mucho menos que nos cobren nuestras propias palabras. Me gusta recordar Hebreos 10:24, “Preocupémonos los unos por los otro, a fin de estimularnos al amor y las buenas obras”. (NVI)
Y una de las razones por las que no me gusta ser vulnerable es porque, si lo soy, es más fácil de que me hieran. Por eso es que no puedo serlo con todo el mundo, sino con aquellos que sé que no se aprovecharán y no me harán daño. Ahora, qué mejor que ser vulnerable con Dios y dejarle todas nuestras cargas, así como se nos invita en 1 Pedro 5:7. “Depositen en Él toda ansiedad, porque Él cuida de ustedes”.
¿Seríamos capaces de dejarle nuestras cargas, miedos y preocupaciones a un completo extraño? Yo creo que no podría, es muy riesgoso y me sentiría demasiado vulnerable al hacerlo. La buena noticia es que no tenemos por qué depender o confiar en un completo extraño. Tenemos a un Padre Celestial que sólo quiere nuestro bien, jamás nos haría daño y nos ha dado maravillosas bendiciones como regalo para nuestra vida. Además, podemos tener personas cercanas en las que confiemos y con las que nos comprometamos a ayudarnos los unos a los otros a ser mejores. Sí, es un compromiso. Tal vez no exista un anillo o un brazalete de la amistad, pero existe la voluntad y disposición de cada uno para hacer florecer esa relación.
Si queremos desarrollar nuestra relación con Dios y nuestros círculos más íntimos, necesitamos empezar por conocerlos más, por confiar en ellos y sí, acertaste, comprometernos a ser vulnerables con ellos. En mi experiencia, cuando mi relación con Dios está firme, puedo estar mejor también con mis personas cercanas y si en algo estoy fallando, estoy convencida de que ellos me ayudarán a volver al camino correcto, incluso sin que se los pida en el momento. Cada vez que mi naturaleza humana intenta hacer lo que quiere en vez de lo que fue llamada a hacer viene a mi mente la declaración de David en el Salmo 31, verso 14 “Pero yo Señor, en Ti confío y digo: “Tu eres mi Dios”.
Personalmente es un contrato o compromiso con Dios, pues es una relación que comenzó al pagar el más alto precio que se pudo haber pagado, la vida del Cristo crucificado en un madero. Me gustaría invitarte a desarrollar un compromiso con Dios basado en la vulnerabilidad, pues eso después te llevará a desarrollar un círculo íntimo que te brinde el apoyo, las alegrías, la corrección y todo lo que necesitas para acercarte más a Dios. Recuerda que no estamos solas y somos inmensamente amadas, pero… y sí hay un “pero”, debemos estar dispuestas a confiar si de verdad queremos que funcione.