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¿Podemos ser espirituales sin el Espíritu Santo?
Sí. Y no.
La pregunta más importante es, “¿Qué tipo de espíritu estás siguiendo?”
Una búsqueda por Google revela que “espiritual” significa “relacionado con o afectando el espíritu humano o alma, en contraste a las cosas materiales o físicas.” Una definición secundaria específica que es algo religioso en su naturaleza, pero no necesariamente estamos hablando de nuestro espíritu alineado con el Espíritu de Dios.
Si nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra fuerzas espirituales malignas (Ef. 6:12), afirmamos que no todo lo espiritual es del Espíritu Santo.
El sábado pasado, visité un parque del estado que se llama Petit Jean. Habiendo vivido en Colorado dos veces, me hacen mucha falta las montañas Rocky. Ahora, viviendo en los planos de Arkansas, me encanta poder manejar menos de dos horas para subir y bajar las rocas bien grandes, conquistando la “montaña” al llegar a la cima. Los caminos siguen las curvas del río y mi mente se desenvuelva, respirando el aire fresco y escuchando el agua limpiadora.
Para mí, siempre es un tiempo para volverme a conectar con el Creador a través de Su creación y alinearme con El Espíritu, refrescando mi espíritu. Otros describirían la misma experiencia como algo “espiritual” sin tener ningún conocimiento del Espíritu Santo. “Unirme con la naturaleza” o “respirar la energía de la tierra” no es el mismo tipo de espiritualidad a la que nos estamos refiriendo. Muchos comentarios “espirituales” suenan bien, pero hablan desde la perspectiva del mundo (1 Jn. 4:5). Y no son saludables porque nos alejan del único y verdadero Espíritu de Dios.
Al profundizar el tema de la salud espiritual de la mujer, te animo a discernir los aspectos del crecimiento espiritual.
No fuimos llamadas a diseñar ni planificar lo que a nosotras nos parece más espiritual. Y debemos evitar parecernos más espirituales comparándonos con la aparente espiritualidad de otros. El Gran Médico y Autor de nuestra salud espiritual es el Espíritu de Dios. Al buscar encaminarnos con Su enseñanza, seguir los pasos del Hijo, y la guía del Padre, nuestra verdadera salud espiritual se revivirá.
Una cosa más: En vez de enfocarte en los aspectos externos que parecen robar tu gozo o te afectan la paz, te animo a acudir a la fuente de la verdadera salud espiritual. Acompaña al Espíritu Santo en Su trabajo transformador para hacernos saludables y completos.
Y recuerda: No todo lo permitido es para nuestro bien (1 Cor. 6:12, 10:23). No todo lo espiritual proviene del Espíritu Santo (1 Jn. 4:1-6).
¿Qué tipo de espíritu estás siguiendo?
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A veces, me siento abrumada por todos los programas de dieta que mis amigos promocionan por Facebook. Me regocijo con ellos en su pérdida de peso y su mejoramiento de salud. Sin embargo, no hay un solo plan que funciona igual para toda persona. Somos distintos. Somos únicos. Y no podemos esperar el mismo resultado para uno como para el otro.
El mismo concepto aplica a nuestra dieta espiritual. Es distinta para cada uno. Hay días en los cuales necesito ejercitar mis músculos espirituales en la Palabra. O me hace falta la vitamina “O,” es decir, necesito más tiempo en oración.
La semana pasada, mi mamá tenía muchas ganas de comer vegetales — quizás una indicación de una falta de ciertos nutrientes.
Espiritualmente hablando, a veces no sabemos lo que nos hace falta, pero existe un vacío espiritual que sólo puede llenar nuestro Creador.
¿Qué elemento de tu dieta espiritual te hace falta hoy?
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