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Hoy, te invito a participar en la disciplina espiritual que se llama Lectio Divina. Se puede hacer con cualquier porción de la Biblia.
Antes de empezar, pasa un tiempo en silencio, preparando tu mente para escuchar lo que Dios te revela en ese parte de las Escrituras.
Los versículos escogidos (Filipenses 1:3-11 o los que escoges), se leen cuatro veces consecutivas, cada vez haciendo una pregunta distinta y dejando un tiempo de silencio despues de cada paso.
1. Lee los versículos, escuchando por una palabra o frase que se te resalta. Repita la palabra varias veces sin pensar mucho en esa frase.
2. Reflexiona o medita sobre la palabra o la frase al leer los versículos por segunda vez. Puedes preguntar, “Qué está pasando en mi vida que se me hizo esa palabra más llamativa hoy?”
3. Responde. ¿Hay una invitación o un desafío al cual Dios te está llamando? ¿Cuál es tu respuesta a esa invitación? Quizás ese versículo ha tocado un lugar de dolor, frustración, o ira. Podemos expresar esos sentimientos a Dios en la seguridad que Él ofrece en ese momento de comunión, y en oración.
4. Cuando ya se nos ha pasado la respuesta, leemos los versículos una vez mas, en contemplación — para descansar en Dios y afirmar nuestro compromiso de caminar con Él en nuestra vida diaria, inspiradas y animadas por la palabra o frase que escuchamos a través de este ejercicio.
Porciones tomadas de Ritmos sagrados, escrito por Ruth Haley Barton y La celebración de la disciplina por Richard Foster.
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Dios nos diseñó para estar en relación; fuimos hechos en Su imagen.
Dios nos dio Su cuerpo, la iglesia, como una oportunidad para trabajar juntos en comunidad.
No importa si eres introvertida o extrovertida, nadie fue diseñado para vivir en aislamiento.
Un bebé muere sin el toque físico de otros. Una adolescente anhela sentir como parte de un grupo o de la familia, aunque se aleja o dice al contrario.
Una de las herramientas más efectivas de Satanás es el aislamiento.
No estoy ignorando nuestra necesidad del tiempo a solas. El mismo Jesús lo necesitaba y seguimos su ejemplo.
Sin embargo, cuando nos aislamos, no nos reunimos con los hermanos. Nos perdimos en nuestros propios pensamientos y el espiral negativo que nos baja el ánimo. No podemos servir a otros ni dejar que ellos nos sirven. Pensamos que podemos o debemos hacer las cosas por nuestra propia fuerza.
El aislamiento facilita malos patrones espirituales.
Vamos a romper este ciclo vicioso. Sal de la casa. Adora a Dios. Sirve. Ora con otros. Invita a alguien para estudiar la Biblia. Reúnete con alguien para tomar un café y compartir un versículo de la Biblia que te haya animado esa semana. Manda un mensaje de texto que anima a otra.
Vamos a vivir en el cuerpo de Cristo y mejorar nuestra salud espiritual. Nunca fuimos diseñados para hacerlo a solas.
Hebreos 10:23-25
23 Mantengamos firme la esperanza que profesamos, porque fiel es el que hizo la promesa. 24 Preocupémonos los unos por los otros, a fin de estimularnos al amor y a las buenas obras. 25 No dejemos de congregarnos, como acostumbran hacerlo algunos, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón ahora que vemos que aquel día se acerca.
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