A veces, me siento abrumada por todos los programas de dieta que mis amigos promocionan por Facebook. Me regocijo con ellos en su pérdida de peso y su mejoramiento de salud. Sin embargo, no hay un solo plan que funciona igual para toda persona. Somos distintos. Somos únicos. Y no podemos esperar el mismo resultado para uno como para el otro.
El mismo concepto aplica a nuestra dieta espiritual. Es distinta para cada uno. Hay días en los cuales necesito ejercitar mis músculos espirituales en la Palabra. O me hace falta la vitamina “O,” es decir, necesito más tiempo en oración.
La semana pasada, mi mamá tenía muchas ganas de comer vegetales — quizás una indicación de una falta de ciertos nutrientes.
Espiritualmente hablando, a veces no sabemos lo que nos hace falta, pero existe un vacío espiritual que sólo puede llenar nuestro Creador.
¿Qué elemento de tu dieta espiritual te hace falta hoy?
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