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Escrito por Liliana Henríquez, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Colombia
En la entrada anterior del blog, les comentaba que a veces hay situaciones o personas que convertimos en ídolos y terminan ocupando el lugar de Dios en nuestros corazones, nuestra mente y hasta en nuestra agenda. ¡Eso es un grave un error! Como cristianas, nuestra prioridad debe ser Dios y seguirlo a Él, no a otras cosas.
Me gusta mucho recordar la promesa que hay en Mateo 6:33: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (RV1960). Dios nos promete que, si lo buscamos a Él, Él es fiel para darnos lo que necesitamos. El reto es entender que la paz y el gozo que Dios nos ofrece es mucho mayor que la que ofrece el mundo. También es importante recordarnos, que necesitamos el respaldo de Dios para poder sobrellevar los retos de la vida, no es algo que podamos hacer con nuestras propias fuerzas.
Un trabajo, un esposo, hijos… no van a poder llenar nunca el espacio que solo Dios puede llenar.
En junio del 2023, recibí una invitación a apoyar un proyecto misionero en otro país durante un par de semanas. ¡Eso me emocionó mucho! Sin embargo, había un “pequeño” problema… mi pasaporte estaba vencido. ¡Qué frustración tan grande! Sin embargo, recuerdo que vino a mi memoria Mateo 6:31-33 y me dio fuerzas. Me gusta cómo aparece en la versión Palabra de Dios para Todos:
Así que no se preocupen ni digan: “¿Qué vamos a comer?” o “¿Qué vamos a beber?” o “¿Qué ropa vamos a usar?” La gente que no conoce a Dios trata de conseguir esas cosas, pero ustedes tienen a su Padre en el cielo que sabe que necesitan todo esto. Así que, primero busquen el reino de Dios y su justicia, y Dios les dará todo lo que necesitan. (Mt 6:31-33 PDT, énfasis agregado)
Un dato relevante que debo compartir es que soy venezolana y vivo en Colombia. En ese momento no había ningún consulado venezolano en toda Colombia; así que la única forma de obtener el pasaporte era ir a Venezuela, quedarme durante uno o dos meses allá hasta que mi pasaporte estuviera listo y regresar. Y esa, definitivamente, no era una opción para mí.
Así que yo, en mis conversaciones con Dios, le preguntaba: ¿Cómo voy a obtener mi pasaporte si no ha habido consulado en Colombia desde hace 5 años? ¿Qué hago para solucionar esto?
Yo misma me respondía, basándome en el versículo 32: Liliana, solo quien no conoce a Dios trata de conseguir esas cosas por sus propios medios. Tranquila.
Ese mismo mes, abrió sus puertas el primer consulado de Venezuela en Colombia (milagro 1). Estaba ubicado en la ciudad de Cúcuta, a 16 horas en bus, de Bogotá (donde vivo). Obtuve mi cita, muy rápido y sin dificultades (milagro 2). En agosto, fui y todo el trámite se logró exitosamente. Ahora solo faltaba la entrega del pasaporte. Como el consulado acababa de iniciar sus operaciones, no habían habilitado la opción de envío a otras ciudades. Así que en cuanto me notificaron que ya el pasaporte estaba impreso, viajé a Cúcuta nuevamente a retirarlo. En octubre, regresé a casa feliz con mi nuevo pasaporte listo para ser usado (milagro 3).
En esa ocasión, confirmé una vez más, que cuando obedecemos a Dios, Él se encarga de proveer y de abrir puertas que, incluso, pudieron haber estado cerradas por años. Lo único que Él nos pide es que nos comprometamos verdaderamente con Él y lo convirtamos en nuestra prioridad.
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Escrito por Liliana Henríquez, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Colombia
Yo soy de esas personas que cuando les gusta una canción la escuchan mil veces durante todo el día (o varios días) hasta que ya no les emociona más. Literalmente puedo buscar en Youtube: “Una hora de... (tal canción)” y reproducirla todo el día. Se convierte en la primera y única canción que escucho por mucho tiempo. Se vuelve el soundtrack o la canción principal de mi día (o días) y lo disfruto mucho.
Eso me recuerda a cuando decidimos obedecer el evangelio y nos bautizamos. Convertirnos a Cristo y todo lo que tiene que ver con la iglesia en nuestra prioridad. Estamos emocionados por aprendernos la letra de todos los himnos que cantamos en las reuniones, asistimos a todas las actividades de la iglesia, queremos leer toda la Biblia y conocer todos los versículos. ¡Nos apasionamos por Jesús!
¡Qué maravilloso sería que mantuviéramos esa misma pasión durante el resto de nuestra vida cristiana!
Como es de esperarse, la vida continúa y con ella llegan nuevas decisiones, retos y etapas como: el matrimonio, hijos, nuevos trabajos, estudios universitarios, viajes, migraciones… y generalmente, suelen hacer que esa pasión que sentíamos al inicio por Jesús disminuya un poco. No me refiero a que dejamos de amar a Jesús y ser Sus discípulos; me refiero a que los afanes de la vida a veces son tan pesados y retadores que hacen que nos distraigamos de lo importante. A tal grado, que podríamos cometer el grave error de darle el primer lugar que solo Dios merece.
“No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen.” (Ex 20:4-5, RV1960, énfasis añadido)
Al leer este pasaje me impactan esas tres palabras:
“HARÁS”: Me hace entender que cualquier cosa que ocupe el lugar de Dios, es un ídolo que nosotras mismas tenemos la facultad de crear.
“INCLINARÁS”: Todo lo que idolatramos, nos hace tomar una actitud de sumisión. Por lo tanto, cedemos nuestra voluntad a eso.
“HONRARÁS”: Respetamos y le damos un lugar de preeminencia a aquello que ponemos en primer lugar.
Es importante recordar que tenemos un Dios celoso y debemos ser muy conscientes de eso. Él quiere que lo busquemos, que lo elijamos, que lo adoremos por encima de cualquier otra cosa creada en el mundo. Nuestra vida está escondida con Cristo en Dios (Col 3:3) y a Él debemos honrar.
Te invito a preguntarte: ¿Es Dios la canción principal de mi vida actualmente?
Espero que sí. Él es nuestro Rey.