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Escrito por Michelle J. Goff, fundadora y directora del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Arkansas
Cuando me preguntan sobre un ministerio para solteros en la congregación local, hay dos preguntas que siempre hago antes de proseguir en la conversación.
1) ¿Cómo defines a los solteros?
2) ¿Has hablado con los solteros allí sobre esta necesidad percibida y qué dicen?
En Una Sola Razón: Conversaciones con solteras, hablo de la variedad de respuestas que se pueden dar a esa primera pregunta.
En su forma más sencilla, para el contexto religioso, una persona soltera es alguien que no está casada actualmente. Pero, ¿estaba casada antes? ¿Tiene hijos? ¿Es viuda? ¿La joven profesional graduada de la universidad tiene el mismo estado de “soltera” como la divorciada sin hijos? Y ¿qué de las que prefieren ser solteras versus las que anhelan encontrar a un esposo? ¿Solteras contentas o frustradas?
Solteras. Aunque en muchas sociedades, se celebra el individualismo, no podemos destacar toda la variedad de la soltería ni mencionar los matices de la historia de cada soltera. (Una Sola Razón, pg. 10)
Algo interesante que pasó cuando realicé las encuestas y las entrevistas a lo largo de las Américas, fue que me costaba más reclutar a hermanas latinas a participar en la encuesta porque usaban una definición distinta de “soltera” que la que yo estaba usando. Para ellas, una soltera es alguien que está sin compromiso. Si la mujer tiene novio, un cónyuge, un esposo, o a alguien con cualquier tipo de nivel de compromiso en la relación, hasta separada o divorciada, ella no es “soltera.”
¿Cómo defines tú a la soltería?
En el libro, Una Sola Razón, utilizo el término singular de “soltera” para referirme a las solteras nunca casadas y a las casadas de nuevo (separadas, divorciadas o viudas). Sin embargo, uno de los puntos importantes es que cada una de nosotras, no sólo las solteras, ¡lucha con las mismas cosas!
Cuando hacemos referencia a la historia de una mujer en específico, a veces los detalles sobre su estado civil se incluyeron en la narrativa, y en otras ocasiones, fue preferible excluir los detalles para ilustrar las muchas maneras en las que otras se identifican con su problema o su victoria.
Fuera de la distinción entre las maneras en las que las norteamericanas y las latinas definen el término “soltera,” el idioma y el país de origen no fueron los factores de más influencia, estadísticamente hablando, para la gran mayoría de las respuestas a las encuestas y las entrevistas. Afirma más en común entre las mujeres que la barrera divisiva que Satanás quisiera formar entre nosotras.
Aunque quizás no entendamos el contexto específico de la historia de otra, podemos escuchar, aprender y amar, nuestra única razón, de una manera que afirma nuestra identidad compartida en Cristo. Y si estamos escuchando y aprendiendo sobre la historia de alguien que todavía no conoce a Cristo, nuestro amor por ella y por Cristo nos impulsa invitarla a una identidad compartida como Su hija amada.
En la familia o el cuerpo de Cristo, vemos una descripción de muchos miembros con diferentes funciones (1 Cor. 12; Ef. 4:11-16; otros).
Espero que podamos celebrar el valor que tiene cada miembro del cuerpo, especialmente el de las solteras que conocemos. Por varias razones, frecuentemente, ella se siente menos como una parte del cuerpo, menos conectada o de menos valor. Y no importa quien seas, leyendo esta entrada del blog, soltera, casada, soltera de nuevo, blanca, morena, mestiza… quiero que sepas con toda seguridad cuánto Dios te quiere y cuánto anhela que reflejes Su amor a otros por el amor que tú misma tienes para contigo misma (Mt. 22:39).
Si te interesa seguir esta conversación, te invito a leer nuestro recurso más nuevo, Una Sola Razón: Conversaciones con solteras. Y si conoces a alguien que todavía no conoce esta conversación, pero a quien quieres invitar a la mesa, especialmente para escuchar, aprender y amar mejor en un contexto congregacional, ve el recurso, Una Sola Razón: Estrategias congregacionales de Conversaciones con solteras.
Al vivir el amor, espero que nos veamos cómo Dios nos ve y que permitamos que Él moldea y refina nuestras identidades en Él.
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Originalmente publicado el 17 de septiembre de 2019
Escrito por Emma Grace Steil, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Arkansas
Ester nació en un tiempo y lugar donde ella y su pueblo estaban exiliados en la tierra de Persia. El pueblo judío era para algunos como “menos que,” y para otros como iguales. Eso todavía se mantiene en todas las culturas entre las personas de ascendencia nativa y aquellos cuya ascendencia es de otro origen. Durante el reinado del rey Asuero destierra a su reina de su reino, y comienza a buscar una nueva reina.
Invita a muchas vírgenes jóvenes a su palacio para un concurso de belleza para encontrar quién será la nueva reina. Esther demuestra ser la más bella de corazón y en su belleza física de todas las otras mujeres traídas al palacio. Mientras tanto, ella mantiene su identidad como judía en secreto. Fíjate, ella no es considerada “menos que” por nadie en el palacio, pero debido a la belleza en su corazón, se le otorga un alto cargo en el reino de Persia, una tierra de la que no vino.
Mientras tanto, Mardoqueo (el primo y cuidador de Ester) está en una pelea con el segundo en el comando de Persia, Amán. Amán sabe que Mardoqueo es judío, y desprecia a Mardoqueo por su procedencia, sus costumbres y la forma en que adora a Dios. Cuando Mardoqueo se niega a inclinarse ante Amán, Amán decide no sólo matar a Mardoqueo, sino a todos los judíos.
Amán se acerca al rey Asuero con la esperanza de aprobar su ley para matar al pueblo judío. El rey Asuero pasa la ley con el sello de su anillo (esta es una promesa permanente de que ni siquiera el rey puede retractarse). A través de su inteligencia y belleza Ester le revela al rey Asuero que ella es una de las personas que Amán está tratando de matar. El rey se enfurece y Amán es asesinado porque el plan que hizo habría matado a la reina Ester. El rey decidió hacer otra promesa de que el pueblo judío sería capaz de luchar el día de su aniquilación planeada.
Mi parte favorita de la historia era que el Rey y Amán estaban ciegos al hecho de que Ester era parte del pueblo judío que habían planeado matar. Al rey Asuero no parecía importarle de dónde venía Ester, pero la amaba por quien era y era capaz de ver más allá de las diferencias que podrían haberles separado. Ester entró en una posición de poder porque Dios la puso allí. Hizo posible que Ester viviera la vida de un héroe en una tierra donde su pueblo era exiliado. Esta historia muestra que, aunque parezcamos diferentes, físicamente, estamos verdaderamente definidos por lo que está en nuestros corazones.
Dios puede usar a cualquier persona, y Dios ama a todos. Nos usa y nos ama a pesar de lo que somos (por términos terrenales) y de lo que hemos hecho. Siempre lo ha hecho y siempre lo hará.