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Yo quiero. Yo necesito. Yo deseo. Yo espero. Yo. Yo. Yo.
Pensamos que sabemos lo mejor. Presentamos nuestras peticiones, clamando a Dios como si Él fuera un Papá Noel o Santa Claus que nos entregará todo lo que querremos si nos portamos bien.
Cuando tratamos a Dios así, las necesidades parecen mayores que las bendiciones. Al enfocarnos en lo que nos falta en vez de lo que tenemos, nuestra perspectiva es distorsionada.
También, cuando hago una lista de mis peticiones y mis necesidades y mis deseos y mis quejas, caigo fácilmente en la trampa del orgullo.
Pablo explica el balance necesario cuando presentamos nuestras peticiones a Dios en Filipenses 4:6.
No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y DENLE GRACIAS.
¿Qué pasa cuando comienzo mis oraciones con acción de gracias?
1. Las bendiciones superan las necesidades.
2. Se cambia el enfoque.
3. Se aclara la perspectiva.
4. La fidelidad de Dios perdura para siempre.
5. Confío plenamente en Dios.
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“Gracias por escucharme. Me siento mejor al nada más poder hablar del asunto.” Una hermana así expresó su agradecimiento después de una conversación larga con muchas lágrimas. Había compartido conmigo unas cosas que le pesan mucho, cosas que están afectando a la familia.
Cuando verbalizamos las cosas por las cuales estamos pasando, a Dios y a otros, se nos alivia el peso, se minimiza el dolor y se baja el nivel de intensidad. Además, al compartir la carga de lo que nos enfrenta, recordamos que no estamos solas (Gál 6:1-2).
Cuando lo encerramos todo, sufrimos de lo que llamo el síndrome de la olla de presión. Si lo suprimes tanto, va a llegar un momento en que ya no aguantas… y explotas. Luego, pasas semanas limpiando la cocina por todo el desastre que se hizo y recuperando las relaciones que también quedaron afectadas.
Al contrario, cuando lo hablamos, en oración, lo soltamos. Recordamos que nunca estamos solas y Dios siempre nos escucha. Por lo tanto, la oración es una de las maneras más poderosas por la cual podemos aliviar el estrés, expresar frustración, regocijarnos y encontrar paz.
La oración es una de las oportunidades que tenemos para profundizar nuestra intimidad con Dios. El contacto y la comunicación constantes con nuestro Creador, Padre, y Gran Médico son vitales para nuestro bienestar. Y cuando le entregamos lo que sea al Gran YO SOY, mantenemos los ojos puestos en el Todo.
Además, la oración es una oportunidad para profundizar nuestras relaciones las unas con las otras.
Cuando oramos juntas nos unimos de corazón por lo que somos agradecidas, por lo que pedimos y se une la voz en intercesión. Mis Hermanas Rosa de Hierro me animan en la oración al orar por mí y yo por ellas.
Oramos por las maneras en las que queremos crecer o florecer. Oramos para que Dios nos elimine las espinas que reconocemos y para que nos revele las que no conocemos todavía. Y damos gracias a Dios por la oportunidad de profundizar nuestra relación como hierro afilando a hierro.
Compartimos las cargas en la oración y cuando nos unimos en oración, fortalecemos los enlaces entre las diferentes partes del Todo.
¡Gracias por ser esa parte íntegra del Todo al unirte con nosotros en oración durante el mes de oración!