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¿Has notado que uno no puede estar enojado y agradecido al mismo tiempo?
Hay una paz que viene de una actitud de gratitud. Y Pablo nos da una fórmula para alcanzar esa paz indescriptible en Filipenses 4.
4 Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense! 5 Que su amabilidad sea evidente a todos. El Señor está cerca. 6 No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. 7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.
Todo el libro es un ejercicio de terapia cognitiva. Regocijarse hace que nuestras vidas sean mejores, más llenas de bendición y paz. Cuando vemos las cosas tal como Dios las ve, podemos morar en paz, caminando con el Dios de paz (Fil. 4:9).
Cuando vemos con los ojos de Dios y confiamos en su plan, su soberanía, y su control de todo, se nos hace más fácil cumplir con el mandamiento de “Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense!”
Si veo a Dios como mayor que cualquier circunstancia, no veo al gigante Goliat como lo vieron los israelitas, sino que veo a Dios como lo vio David: el Dios que puede conquistar mis gigantes. De esa manera David se regocijó con la oportunidad de enfrentar el gigante y dar la gloria a Dios (1 Samuel 17).
¿Cómo puedes cambiar tu perspectiva hoy, ver con más claridad o con los ojos de Dios? ¿Encontrarás paz al regocijarte?
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A veces, lo único que podemos hacer es tomar el próximo paso correcto, hacer lo que se puede, un solo paso correcto y luego ver el siguiente.
Estamos cansadas o abrumadas. La vida se nos está consumiendo y la luz al final del túnel es tan pequeñita que no nos da nada de esperanza.
En esos momentos, estamos verdaderamente caminando por fe, y no por vista.
¿Qué podemos hacer cuando nos encontramos en esa situación?
• Recuerda que la fe tan pequeña como un grano de mostaza puede mover montañas (Mt. 17:20).
• Recuerda que Dios está obrando de maneras que tú no puedes ver.
2 Reyes 6:15-17
Y cuando el que servía al hombre de Dios se levantó temprano y salió, he aquí que un ejército con caballos y carros rodeaba la ciudad. Y su criado le dijo: ¡Ah, señor mío! ¿Qué haremos? Y él respondió: No temas, porque los que están con nosotros son más que los que están con ellos. Eliseo entonces oró, y dijo: Oh Señor, te ruego que abras sus ojos para que vea. Y el Señor abrió los ojos del criado, y miró, y he aquí que el monte estaba lleno de caballos y carros de fuego alrededor de Eliseo.
No sabemos si Eliseo pudo ver con sus ojos físicos que el ejército del Señor les rodeaba. Pero sí sabemos que estaba viendo con los ojos de fe.
¿Te cuesta ver con los ojos de fe?
• Finalmente, recuerda que podemos repetir la oración del padre en Marcos 9:23-24.
Jesús le dijo: “¿Cómo si tú puedes?” Todas las cosas son posibles para el que cree. Al instante el padre del muchacho gritó y dijo: Creo; ayúdame en mi incredulidad.
Toma el siguiente paso correcto. Y puede que sea pedir a Dios que te abra los ojos de fe, para poder caminar por fe y no por vista.