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Escrito por Karla Leyton, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Nicaragua
Cuando nosotras llegamos a la vida cristiana tenemos un largo camino que recorrer hasta alcanzar nuestra meta: ir al cielo. Nuestra vieja forma de actuar queda sepultada en las aguas del bautismo y nacemos de nuevo con unas vestiduras blancas que debemos cuidar de no ensuciarlas; es ahí donde empieza nuestra redefinición, adquiriendo nuevos valores y cualidades que sean del agrado de nuestro Dios.
Así como la hierba produce árboles con deliciosos frutos nosotras a través del conocimiento espiritual, conductas, pensamientos y actitud en constante cambio hacia buenas obras, daremos nuestros frutos. Así menciona el apóstol Mateo en su evangelio, “O haced el árbol bueno, y su fruto bueno, o haced el árbol malo, y su fruto malo; porque por el fruto se conoce el árbol” (Mateo 12:33 RV1960). No podemos ser como "higuera" que jamás dio fruto. Cuando ya tenemos en nosotras el Espíritu Santo no debemos contristarlo porque Él no puede habitar en un recipiente sucio (actitudes soberbias, irresponsabilidad, mentiras, etc.).
¿Cuáles son los frutos que debemos demostrar a nuestro prójimo?
La bondad no debe faltar, el hacer el bien al otro llena de satisfacción al alma, paz con todos, benignidad, fe, gozo para que andemos como dignas del Señor, agrandándole con toda humildad y mansedumbre, “soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor” (Efesios 4:2 RV1960).
La actitud es un proceso psicológico que tiene su origen en la percepción que nosotras tenemos ante los eventos o situaciones que se presentan a diario en nuestras vidas. Cuando hemos empezado a cambiar nuestra forma de vivir, también las actitudes positivas empiezan a influir en nuestra conducta y toma de decisiones. Por ende, si antes nos enojábamos con facilidad, ahora sabiendo que la paciencia se antepone, nuestra reacción cambia y nos volvemos más afables, humildes, capaces de reconocer nuestros errores y verdaderamente capaces de perdonar y pedir perdón. Dios quiere que seamos más como Él, y es Su Espíritu que nos ayuda en la transformación si estamos dispuestas de dejarlo trabajar en nosotras.
Cada día, por las noches, después de haber concluido nuestra actividades y relaciones con otras personas, debemos reflexionar e identificar si hubo algún detalle o situación en la cual no mostramos nuestra actitud redefinida, para que al día siguiente podamos hacerlo mejor. Así es que podemos dejar que Dios nos ayude a mantener y crecer en nuestra actitud redefinida.
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Escrito por Michelle J. Goff
Noemí y Felicidad eran gemelas, mellizas no idénticas. De acuerdo con los significados de sus nombres, Noemí era agradable y Felicidad era alegre. Compartían muchas cosas en común y muchas veces tenían experiencias paralelas, aunque asistían a clases distintas en la escuela. Vivían tiempos buenos y malos durante su niñez. Y ahora las dos eran jóvenes profesionales en búsqueda de un trabajo…
Felicidad envió su currículo vitae, llamó para dar seguimiento a las compañías y logró citar cuatro entrevistas para la siguiente semana.
Noemí envió su currículo vitae, llamó para dar seguimiento a las compañías y logró citar tres entrevistas para la siguiente semana.
Felicidad se alegró por su hermana.
Noemí sintió celos por la cita adicional que tenía su hermana. Su actitud comenzó a amargarse.
Llegó la semana de las entrevistas…
Felicidad decidió poner una ropa que ya tiene. Noemí se sintió descontenta con su ropa. Sin tiempo para ir de compras antes de la primera entrevista y sin dinero para comprar algo, Noemí se quejó que no tenía nada para poner.
A Felicidad se le cayó un poco del café en su blusa porque se sintió nerviosa. Tenía dos entrevistas el mismo día. Dio gracias a Dios porque pasó antes de salir de la casa. Después de cambiar su blusa, salió rápidamente y llevó un suéter por si se le caía otro poco de café.
Noemí estaba nerviosa también, pero su actitud se mantenía enfocada en el lamento por tener una sola entrevista ese día. Emocionalmente montada en una montaña rusa, sonrió al darse cuenta que a ella no se le cayó el café en la blusa. Luego frunció el ceño al mirar en el espejo. Toda la ropa estaba arrugada porque pasó quince minutos buscando sus llaves por arriba y por abajo, hasta arrodillada. Agitada y bien tarde, Noemí finalmente encontró sus llaves y salió corriendo. Se sintió desinflada y asumió que la entrevista ya era un caso perdido.
Las dos chicas llegaron a sus entrevistas respectivas y, antes de proseguir con la historia, te invito a tomar pausa conmigo para reflejar en unas preguntas:
¿Cómo estaban similares las chicas? ¿Cómo eran distintas?
¿Qué tal sus actitudes?
Tan pronto comenzó la ilustración, pudiéramos haber cambiado el nombre de Noemí a Mara, que significa amargada. Quizás reconoces ese nombre por la suegra de Rut en el libro de Rut. Al regresar a Belén, Noemí pidió a todos a que le llamaran Mara. Circunstancias trágicas la hicieron sentir olvidada, adolorida, sola y defraudada. »Me fui con las manos llenas, pero el Señor me ha hecho volver sin nada» (Rut 1:21). Mara se sintió un vacío, una versión aguada de su misma ser.
En Rut capítulos 2 al 4, vemos a la actitud de Noemí comenzar a cambiar. Estaba reconociendo la provisión y el cuidado de Dios. Ella estaba mirando a Dios y confiando en Él nuevamente. Nuestra actitud determina la dirección en la que vamos. Tenemos la elección de caer en un espiral hacia abajo o mirar hacia arriba.
Volviendo a Felicidad y a Noemí… Basado solamente en sus actitudes, ¿cómo crees que salieron las entrevistas?
En vista de que esta historia es totalmente inventada para ilustrar el punto, te voy a permitir terminar la historia en tu propia imaginación. Al completar la trayectoria de las mellizas, te pido que mantengas las siguientes cosas en mente.
• Nuestro humor cambia con las circunstancias. La actitud es algo que elegimos.
• En cualquier momento de una situación, podemos decidir cambiar la actitud y tener un efecto positivo en el resultado, especialmente nuestra reacción al resultado.
• Dios es mayor que cualquier situación o circunstancia. Es poderoso para redimir y misericordioso para perdonar.
• Cuando recordamos que la actitud no depende de las circunstancias, podemos escoger una buena actitud en medio de los tiempos difíciles.
• La mejor actitud es una que mira sólo a Dios y así permite que veamos a Él por encima de las circunstancias.
¿Cómo está tu actitud hoy? ¿Estás permitiendo que tu humor o tus circunstancias determinen cómo sale el resto del día? ¿O estás escogiendo una actitud que mira a Dios y confía en Él? ¿Cómo podemos animar a una Hermana Rosa de Hierro en su actitud al apreciar la dificultad de sus circunstancias?